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    El séptimo hijo
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    El séptimo hijo

    En tiempo de brujas

    por Suso Aira

    Resulta metafórico el calvario de problemas que ha sufrido esta producción fantástica desde que se rodara hace ya casi tres años y hasta que nos ha llegado ahora tras un sinfín de diferentes montajes y remontajes. Es esa especie de indefinición que atraviesa (cual caballero andante perdido entre mitos, leyendas y convenciones) el film la que mejor ilustra su condición de pastiche fantasy. De los ecos de la(s) trilogía(s) tolkenianas facturadas por Peter Jackson a ese cine/saga juvenil hoy en boga donde lo iniciático se cubre con la armadura de la aventura ligera, El séptimo hijo parece estar cosida a manera de un jubón que quiere contentar a todo el mundo… o a un cambio sucesivo de tono genérico para contentar a los productores y lo que estos presumen que es lo que el público demanda.

    Naturalmente que los productores no son Merlín y no cuentan con la videncia como virtud (son los de Legendary Picture, los mismos que hace un año tampoco supieron vender otro batiburrillo estimulante y fracasado como aquellos 47 ronins de Keanu Reeves), lo que no es óbice para que, a la postre, esta adaptación de uno de los libros (El aprendiz del espectro) que componen las Crónicas de la Piedra Ward escritas por Joseph Delaney retrate con acierto el carácter bastardo, caótico y vorazmente mutante de la propia literatura de espada y brujería. Mezcla de narración de aprendizaje (Jeff Bridges ejerce de maestro poco ejemplar de alumno bisoño y profético) y (nada novedoso) espectáculo de efectos especiales con monstruos, encantamientos y brujas bigger tan life, lo más interesante de la película dirigida por Sergey Bodrov es su obvia lectura política: igual que aquel otro film maldito (Disney) hoy devenido de culto que fuera El dragón del lago de fuego, El séptimo hijo documenta el fin de la magia perseguida (sustituida) por la religión y el poder feudal totalitario. Que sí, que todo como muy a trompicones y como pidiendo perdón por ser algo más que un blockbuster juvenil, y sin embargo ahí reside su gracia irremediablemente pulp.

    A favor: Jeff Bridges imitando a Kris Kristofferson.

    En contra: Ben Barnes es lo más soso que ha parido madre.

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