Grande entre las grandes del terror navideño, a pesar de ser una cinta de poca calidad... me explico. Consigue hacer que un ser tan entrañable como Santa Claus (un chico disfrazado más bien) se convierta en un ser diabólico capaz de asesinar a quien se le ponga por delante (monjas incluidas), también consigue que la Navidad nos parezca aún más horrible de lo que es... y además cuenta con una esplendorosa Linnea Quigley (que por desgracia acaba mal).
Lo más divertido de este filme es que convierte la "Silent Night" (Noche de Paz) en"Deadly Night" (Noche de Muerte) gracias a un temible psycho-killer, que tan poco gustó a la crítica que obligó a la distribuidora del filme, la Tri-Star, a deshacerse de la película, que acabó en manos de una independiente que hizo su agosto en fechas navideñas.
Las secuelas (salvo la segunda, que utilizaba ¡la mitad del metraje de la primera!) se han convertido en pequeñas joyas de culto. Sobre todo la cuarta, dirigida por Brian Yuzna.
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