Crítica de SensaCine.com para Animal Kingdom: La oveja blanca

Crónica fatalista del deceso de una familia de delincuentes en Melbourne. Nuestros ojos serán los del joven Joshua Cody, aka "J", cuya madre había querido mantenerle lejos de su familia originaria. Una vez esta muere tras una sobredosis de heroína, J se muda con su abuela y sus tíos, pero pronto, y tras ese prólogo de apertura, comienza una letal persecución por parte de las fuerzas del orden y una imparable espiral de muertes y violencia, que aviva una atmósfera paranoica en el hogar de los Cody.

El filme, con un distanciamiento crudo y frío, nos hace partícipes de ese asfixiante contexto donde J, como "oveja blanca", se dirime entre el impulso escapista y la puesta a salvo junto a su joven novia, o el dejarse llevar, mancharse las manos y tomar el testigo de las actividades criminales de sus mayores. La confrontación entre el individuo y el grupo dentro del género del cine negro/thriller cuenta con una amplia tradición con la que Animal Kingdom entronca, en la línea de populares precedentes como Uno de los nuestros, y reincide en asuntos como la obligación de elegir de qué lado estás, la tensión entre la ley de la selva, la ley "legal", la supervivencia individual y el respeto de ciertos valores...

Sorprendente debut del australiano David Michôd que nos recuerda a otro prometedor estreno australiano, el de Justin Kurzel, que en la crudenta y seca Snowtown retrataba también la cruzada de un chaval a quien su padre adoptivo pretendía arrastrar a un espeluznante mundo de violencia y salvajismo injustificados. Ambas, curiosamente, arrancan con las palabras en off de sus "atrapados" protagonistas.

A favor: La sobriedad interpretativa se ajusta a las secas y cuasiopacas interacciones y expresividad comunicativa de los hermanos. Su suma contribuye a generar una inquietante y tosca atmósfera que desconcierta y desasosiega. Su irónico y, simultáneamente, grave desenlace: "It's a crazy fucking world".

En contra: Cierta descompensación en la construcción de personajes y algunos cabos sueltos. Sus puntuales momentos flotantes donde el ritmo cede para congelar el tiempo de forma excesivamente remarcada a partir de ralentíes visuales y música ambiental.