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    Drácula
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    David Filme
    David Filme

    16.237 usuarios 262 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 15 de enero de 2022
    «Drácula» es un clásico entre los clásicos y referente cinematográfico por antonomasia del conde transilvano, tal como lo consideramos desde casi cien años. La génesis del imperecedero clásico de Tod Browning se remonta principalmente a dos hechos contemporáneos de vital importancia en el naciente género cinematográfico del terror. Universal Pictures estrenaría con éxito el film silente «Dr. Jeckyll And Mr. Hyde» (1913) de Herbet Brenon y Carl Laemmle, basado en la novela clásica «The Strange Case Of Dr. Jeckyll And Mr. Hyde» (1886) de Robert Louis Stevenson, y ante la respuesta fílmica de Paramount «Dr. Jeckyll And Mr. Hyde» (1920) de John S. Robertson (protagonizada por el gran John Barrymore), incursionaría nuevamente en el género con «The Hunchback Of Notre Dame» (1923) de Wallace Worsley y «The Phantom Of The Opera» (1925) de Rupert Julian, ambas protagonizadas por el inmortal Lon Chaney, construyendo poco a poco lo que llegaría a ser conocido como el «Ciclo de Monstruos de la Universal» (1913-1954). Entre tanto, el legendario cineasta alemán F.W. Murnau desafiaba a la viuda de Bram Stocker y lanzaba su obra maestra «Nosferatu, Eine Symphonie Des Grauens» (1922), sin pedir su autorización ni comprar los derechos de la novela, iniciando una lucha judicial que terminaría con la orden de los tribunales de destruir todas las copias de la cinta, hecho que afortunadamente no se concretó. Sin embargo, Florence Stocker vendería los derechos a los dramaturgos Hamilton Deane y John L. Balderson, quienes estrenarían una obra teatral en 1924, y posterior y exclusivamente a Balderson, quien realizaría una versión estadounidense en 1927 en el Teatro Fulton, Nueva York, protagonizado por un joven y desconocido actor húngaro, Bela Lugosi.

    A inicios de los 30s, en tanto, el ambicioso productor Carl Laemmle Jr. retomaría la visión de su padre sobre el cine de terror y adquiriría los derechos de la novela y obra teatral para la Universal, escogiendo al talentoso director Tod Browning para una primera adaptación. Laemmle, que tenía en mente al legendario Lon Chaney para el papel protagónico, consideró incluir a Browning debido a su excelente relación con Chaney, a quien había dirigido en «The Unholy Three» (1925), «The Unknown» (1927) y la que es considerada la más importante película de terror perdida de la historia, «London After Midnight» (1927) en donde Chaney interpretaba a un vampiro. Lamentablemente, el inesperado fallecimiento del «Hombre de las Mil Caras» obligaría a Caemmle y Browning a buscar a otro actor, siendo escogido el desconocido, pero efectivo actor de la obra teatral, Bela Lugosi. «Dracula» (1931) es, esencialmente, un film extraordinariamente importante en la historia del cine de terror y, más aún, general. El clásico filmado por Tod Browning no sólo salvaría de la quiebra a uno de los monstruos cinematográficos más importantes del cine, Universal Pictures, y lanzaría al estrellato a uno de los íconos del género, Bela Lugosi, sino que constituiría la primera versión oficial de la inmortal novela de Bram Stocker y la figura prototípica de uno los personajes más veces encarnado en el celuloide, el Conde Drácula. Además del hecho de que la cinta consolidó el ciclo de películas de monstruos dando paso a una estela de otros clásicos basados en monstruos como «Frankenstein» (1931) de James Whale, «The Mummy» (1932) de Karl Freund, «The Invisible Man» (1933), «The Wolf Man» (1941) de George Waggner, «Phantom Of The Opera» (1943) y «Creature From The Black Lagoon» (1954) de Jack Arnold.

    Sin embargo, desde el momento de su realización, no estuvo exento de cierto caos fílmico y complicaciones tras bambalinas. Laemmle Jr. terminaría incluyendo a Bela Lugosi más por cuestiones pragmáticas que interpretativas y Tod Browning siempre lo tuvo claro, por lo que no se preocuparía por tener una fluida relación con el protagónico de su película. Incluso veía con mejores ojos la posible inclusión del actor alemán Conrad Veidt («Das Cabinet Des Dr. Caligari», 1920) o el estadounidense Paul Muni («Scarface», 1932) en especial cuando el actor húngaro resultaba bizarro con su voz grave, extraño acento al hablar inglés y un aspecto entre refinado y añejo, lejos de la figura diabólica creada por Bram Stocker en su novela de 1897. No cabe duda que el guión de Garrett Fort, basado en el texto teatral de Hamilton Deane y John L. Balderston, prescinde de varios elementos narrativos de la novela original y que su protagonista se adapte principalmente a la figura de Bela Lugosi, siendo entonces y evidentemente mucho más fiel a la obra de teatro que a la novela. Y uno de estos acertados cambios narrativos es la decisión de eliminar el viaje de Jonathan Harker a Transilvania y establecer la línea argumentativa inicial en el viaje de Renfield, quien a la postre traerá a Drácula a Londres, convertido en una suerte de esclavo mental del conde. Por lo demás, es importante destacar los primeros quince minutos en donde se desarrolla este prólogo, porque en ellos el espectador logrará observar la habilidad de Browning por lograr atmósferas enrarecidas y oníricas. Si bien en la mayor parte del film, Browning no puede despojar a la película de su esencia teatral, no sólo por su base narrativa (obra teatral) sino también por la cámara estática, el director nos regala un segmento ciertamente mágico con icónicos escenarios góticos y una atmósfera bizarra y enrarecida, que contrastará con prácticamente todo el resto de la cinta, y que logra retomar con un poco menos de brillo en el clímax, en dónde el trabajo de fotografía de Karl Freund se convierte en un pilar.

    Sí, porque a pesar de no tener el dinamismo de cámara de «Frankenstein» (1931), en el que Whale hace uso del travelling en varios segmentos (recurso que el gran F.W. Murnau introdujo desde Alemania con «Sunrise: A Song Of Two Humans», 1927), el genio visual detrás de “Metropolis” (1927) será el gran artífice de las grandes postales del film que evocan el Expresionismo Alemán, como las escenas en que el conde desciende por la alargada y curva escalera, las de las entrañas del Castillo y Abadía de Carfax, la aparición de las novias vampiresas del conde y los enfoques a las salidas de Drácula de su ataúd, en que primero enfoca el sarcófago cerrado y luego el barrido de la cámara nos lleva al conde de pie, haciendo parecer que el conde aparece de la nada. No obstante, debido a las limitaciones de la época de agregar una partitura musical a la banda sonora de una película, nunca se compuso alguna específica para el film. Para ello, Carl Laemmle Jr. optó por utilizar un extracto del «II Acto de El Lago de los Cisnes» de Tchaikovsky, para los créditos iniciales, y que sería utilizada luego también al inicio de «The Mummy» (1932) de Karl Freund. El director también incluiría en la escena, en el teatro en donde Drácula conoce al dr. Seward, Harker, Mina y Lucy, la parte final de la obertura «Die Meistersinger Von Nürnberg» de Richard Wagner y la apertura de la Sinfonía Inacabada en «Si Menor» de Franz Schubert. Posteriormente, en 1999, el afamado compositor Phillip Glass se encargaría de componer una partitura musical en donde predomina un cuarteto de cuerdas, a cargo del Quarteto Kronos. Por otro lado, la productora eliminó 15 minutos de metraje por considerarlos demasiado atrevidos, ojalá pudieran recuperarse, porque conociendo al Browning de «Freaks» (1932) podrían ser inolvidables.

    Las actuaciones son más bien flojas, para muchos críticos, la interpretación de Bela Lugosi es sólo correcta y algo sobreactuada, sin embargo, debo decir que a pesar de que sea así, no se puede negar que la figura de Lugosi quedaría marcada para siempre en el personaje. Lugosi convierte al conde transilvano en un tipo (como ya dije) elegante, culto y encantador, pero no por ello temible y de sugerente presencia, cuya frialdad y búsqueda eterna de saciar su sed de sangre humana (en una época en la que censura era muy fuerte) resultan antológicas. Y es que a pesar de que Lugosi interpretaría a Drácula sólo una vez más, en la parodia «Bud Abbott And Lou Costello Meet Frankenstein» (1948) de Charles Barton, pero en papeles similares de vampiro en «Mark Of The Vampire» (1935) de Tod Browning y «The Return Of The Vampire» (1944) de Lew Landers, sería suficiente para que la posteridad lo relacionara para siempre con el conde transilvano, legado que sólo el también legendario Christopher Lee emularía en los 60s y 70s con la Hammer. Dwight Frye encarna a Renfield, un personaje de lo más expresivo (de seguro, por su herencia en el cine mudo), cuya actuación es realmente notable, no tiene desperdicio alguno y asumiendo un protagonismo que pocos lamentablemente destacan. Harker, en cambio, que es técnicamente el protagonista de la historia de Stocker, siendo interpretado por un plano David Manners, se reduce a un galán de los 30s que sólo quiere casarse con Mina, pero antes quiere destruir al engendro porque pretende entorpecer sus planes amorosos. Y ello refleja el cambio de ritmo que toma la película hacia la mitad después de un excelente comienzo, cuando se centra más en Harker, Mina y el Dr. Van Helsing. Con todo, tenemos a una correcta Helen Chandler como Mina, que en esta versión es hija del Dr. Seward, que sucumbe ante el encanto de Drácula, en un erotismo bien camuflado, ya que si hay alguien que supo de censura durante su carrera ése fue Tod Browning. Respecto a este punto, conviene citar las escenas cuando Drácula se acerca al cuello de sus víctimas y la cámara entra en oscuridad, sugiriendo que él se alimenta de sus víctimas mujeres, pero nunca realizando una exposición explícita de ello ante la censura de la época y del propio público. Edward Van Sloan no es el mejor Van Helsing que el cine ha regalado (me quedo definitivamente con los gigantes Peter Cushing y Anthony Hopkins) sin embargo, cumple satisfactoriamente como la némesis del conde Drácula.

    En definitiva, clásico entre los clásicos y referente cinematográfico del conde transilvano. Puede que, a ojos actuales, las arañas de plástico, los murciélagos colgando de cañas de pescar y la escenografía teatral de Drácula, parezcan ridículas y no atemoricen a las masas, pero lo cierto es que esta versión tiene el enorme valor de ser la fundacional para el Drácula de la cultura popular, al punto de convertirse en la versión más icónica. No sólo hay que reconocerle el mérito del impacto popular, sino también que ejerciera de guía para que la Universal viera un filón y se lanzara a la adaptación de otras obras clásicas de terror, constituyendo uno de los períodos más fructíferos, emblemáticos e influyentes, de la historia del cine.

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    Adrianrom 1977
    Adrianrom 1977

    923 usuarios 440 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 16 de julio de 2022
    Bela Lugosi protagoniza a el dracula más iconico y emblemático de todos los tiempos y el gran Tod Browning dirige lo que es una de las mejores adaptaciones de la novela Dracula de Bram Stoker y una de las más iconicas, Dracula.
    La trama creo que no hace falta decirla pero por si acaso yo la voy a decir. La trama narra la historia de el conde Dracula un vampiro que vive en un castillo en Transilvania, que se va a mudar a Londres. Cuando llega el Inmobiliario a su casa en Transilvania, Dracula lo somete contra su voluntad encerrandolo debilitado en su castillo, con el fin de ir a Londres el solo para conseguir a una vampiresa llamada Mina que es hija de un famoso doctor llamado Seward que junto a él famoso doctor Van Helsing intentaran detener al Dracula de sus horribles intenciones.
    La pelicula en fotografía es una auténtica pasada para la época y encima con una atmósfera de lo más oscuro posible y a nivel interpretativo es otra maravilla lo que hace Bela Lugosi con el papel de Dracula.
    Una auténtica obra maestra del terror.
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