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    You Want Me to Kill Him?
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    Lourdes L.
    Lourdes L.

    129.582 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 19 de febrero de 2015
    "Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco", Eurípides.
    Enajenación mental..., acción exenta de responsabilidad criminal pues al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier anomalía o alteración psíquica, no puede comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esta comprensión; locura, demencia, pérdida de la razón, restricción de la persona jurídica, eximente porque la persona se encuentra en un estado mental en el cual no puede hacerse responsable de sus actos por la falta de juicio.
    Internet, el ciberespacio y todas las relaciones sociales, emocionales, anímicas, personales, falsas y verdaderas que tienen lugar dentro de ese imaginario e infinito mundo intangible donde confundir la realidad con la fantasía es cuestión de buena voluntad y decencia de sus locutores, cabecillas y protagonistas y donde es fácil caer en la provechosa mentira, la beneficiosa distorsión, la preparada recreación e invención dirigida de quienes no pueden tener un perfil en la calle y ocultan su prima observación y perturbada conciencia detrás de una pantalla protagidos por las cuatro paredes de su fortificada habitación, despiadadas manos que teclean con malicia, desprecio e interés maquiavélico las teclas inocentes de una máquina perfecta para ocultar su ser y diseñar el dibujo de quienes sueñan ser pero no logran alcanzar a través del contacto humano, cara a cara de mano desesperada y necesitada ante tanta soledad y desapego.
    "Le caía bien a todo el mundo, sólo quería ser su amigo", excusa que motiva la acción de una mente perturbada, desquiciada y confusa entre los límites del bien/mal, lo correcto/erróneo, necesitada de cariño, amistad y abrazo que no distingue ese necesario y urgente stop y parada a tiempo para no herir a quien te acoge y abraza como hermano.
    "Se tu propio maestro" sólo que los términos son tan difusos, las acciones tan manipuladas, las palabras tan mancilladas, los hechos tan burlados y los sentimientos tan humillados y deshonrados que es grotesco el cuadro pintado y esperpéntica la situación vivida.
    Juega contigo a seguir al joven protagonista/víctima de lavado de ideas por su ficticia realidad sentida, por su falsa creíble existencia moldeada a gusto del dios protagonista, tan facto, consistente y sólido que le lleva a despreciar ese presente de comunicación directa y el intercambio inmediato de sus acciones y vivencias, ese infravalorado comunicarse con voz y piel, mirada y escucha, tensión de la equivocación y nerviosismo del vivo y en directo inmediato y lo hace con logro manifiesto de acierto cumplido pues sigues sus pausas, mentiras, falacias, engaños, movimientos manipulados, aciertos y fracasos con creencia pueril y benigna de jugador que acepta el juego sin saber que ya está jugando, jugada en la que se intuyen pequeñas gotas y pinceladas de duda, fallo y equivocación de lo vertido, de la historia plasmada y vendida pero sin salirte de ella ni encontrar la laguna aclaratoria que motive tu desgana y desapego, todo ello realizado con gracia y esmero, sencillez de contarte una historia, basada en hechos reales, breve, amena, con buen ritmo y de digestión apetecible que, a pesar de no alcanzar grandes cuotas supremas, te atrapa con modestia, te mantiene a su lado con facilidad, ingenuidad e inocencia y permite su querido y apreciado disfrute, digustación y placentero consumo.
    Los peligros y miedos de ese submundo al alza en contraste con la infrarepresentación del conocido de toda la vida, timidez, modestia, ligereza y eficiencia práctica del mensaje que se quiere expresar y que se devora y alimenta con su misma eficacia, nada destaca pero todo se entiende y capta.
    "Has tenido una vida loca, ¡nadie aquí lo creería!..., quiero tener una vida loca", sólo tienes que creerte todo lo que se dice, escribe y cuenta por la red y ¡verás lo loca que se vuelve tu vida!; las suculentas mieles y despreciables castigos de la conveniente, oportuna, asfixiante y desdeñable enajenación mental, ¡abre la red y obsérvala!
    Que falta de pasión, miramiento, devoción, aprecio y estima por el abrazo cuerpo a persona, tacto a emoción, corazón, adrenalina, sabor, aceleración, pulso, mirada, estupor, oído, rubor, olor y éxtasis, todo ello de inicio a través de las bellas y sugerentes manos, ¡menudo arte!
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