Mahito, un joven de 12 años, lucha por asentarse en una nueva ciudad tras la muerte de su madre. Sin embargo, cuando una garza parlante informa a Mahito de que su madre sigue viva, entra en una torre abandonada en su busca, lo que le lleva a otro mundo.
Una carta de despedida al cine de Miyazaki, un testamento que condensa todas sus ideas anteriores.
El título de la película se basa en la novela de 1937, 'Kimitachi wa Dō Ikiru ka' escrita por Yoshino Genzaburō pero la película presenta una historia original que no guarda relación con la novela.
Con similitudes a otros trabajos suyos y con las características clásicas que define su estilo, lleva a cabo una película bella, bella hasta doler.
Empezando por la animación, es ridículo que se dignen a compararla con la de películas como la animada de Spider-Man, ese primer minuto de película ya es simplemente apabullante, con elementos digitales añadidos logra entrelazar lo clásico y artesanal con lo justo para que no sea una modernez más. A nivel visual es impresionante, el nivel de detalles es infinito y la paleta de colores es como siempre soberbia. Y a una animación de diez la acompaña una banda sonora clásica, con elementos minimalistas y que encaja a la perfección en todo momento, armonizando la historia y matizando cuando es necesaria.
La historia es preciosa y muy bien narrada, Mahito entra en este mundo de ensoñación donde deberá rescatar a su tía, quien es también su nueva madre. La escapada a este mundo se utiliza como elemento de desarrollo personal e individual, igual que en 'El viaje de Chihiro', sólo que en esta obra no todo es tan simbólico y metafórico, es una película mucho más directa y sin tapujos. El mundo de las ideas, inteligible y lejos de lo sensible, donde todo lo real tiene su forma como idea, siendo ésta perfecta. Como Platón decía que existen entes inmateriales, absolutos, inmutables y universales independientes del mundo físico, de las que derivan todo lo que existen en ese plano físico; como la bondad, la virtud, la justicia o el propio ser humano, Mahito es prisionero en el mundo sensible pero libre en el de las ideas, Himi por ejemplo es la idea que representa la madre de Mahito, quien mediante el fuego, purificador y catártico, liberará del trauma que tiene con ella y con su muerte. Y a su vez se reivindica cuando logra salvar a su nueva madre, siendo este el inicio de una nueva vida. La garza es el puente entre los dos mundos y el símbolo de la transformación y serenidad.
Platón llamaba a este principio ordenador de lo ya existente 'demiurgo'. Y lo más impresionante de todo el subtexto es como Miyazaki se representa a sí mismo como ese tio-abuelo, quien tras descubrir ese mundo decidió quedarse, siendo él la fuerza ordenadora e inteligente que maneja todo, pero su fin está cerca, él lo nota, así que necesita un sucesor, pero no hay sustituto, nadie puede hacer lo que él hacía, no se puede sustituir al único que puede crear y gobernar algo tan bello, así que todo cae, y ese mundo desaparece con él.
Al final Mahito abandona este lugar habiendo rescatado a su madrastra y a la garza, y tiene que olvidar todo lo que ha visto y conocido.
"Te acuerdas del sitio que acabamos de dejar"
"Claro"
"Pues olvídalo".
Todo el mundo lo sabe todo desde que nace, lo único que tiene que hacer es recordarlo.
Una despedida sublime y bella donde Miyazaki condensa toda su tesis presentada a lo largo de todas sus obras. Obra maestra de la animación. 9'2.