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    Puro vicio
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    Lourdes L.
    Lourdes L.

    127.289 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    1,5
    Publicada el 15 de marzo de 2015
    "Ellos me ayudaron, me ayudaron a despertarme de mi mal sueño de hippie"; la pregunta es ¿quién me ayuda, a mi, a despertarme de este galimatías psicodélico que tiene el ego muy alto para lo poco que alcanza?, tanto movimiento suntuoso, diálogos alborotados y conversaciones aturdidas, de las cuales, se salva una de cada diez.
    Aún me pregunto por qué he tenido el valor de acabar dicho perdido relato cuando, a una hora de su proyección, ya iba despistada, extraviada y dándome todo igual; porque sí, con pena en el alma hiriente, me da igual quien haya muerto, desaparecido, vuelto y resucitado o encontrado medio drogado ya que, ¡por Dios!, que lío mental, de surrealismo vicioso, sacado de madre y vendido como obra maestra para una historia que vive de su magnífica puesta en escena -limítate a ello- y un fantástico Joaquín Phoenix que se come la pantalla a cada paso y aparición y que, lamentablemente, es lo único decente de un desfile de actores conocidos, pegados con un falso posit, de escasa rentabilidad y provecho y un rodar los fotogramas hasta acabar por saturar y cansar, al espectador, en este barullo sin incentivo ni estímulo que no sea cargar la mente con datos que, ni coges ni enlazas por muchas vueltas que les des y al que puede que, haya que estar igual de alucinado que su protagonista para poder seguir la estela de la maníaca excentricidad narrada.
    No se si es el antecedente hippie de Mike Hammer, ya con sombrero ocasional pero sin bigote ni porte lustroso -aunque, eso sí, un genial moldeado/tinte/espachurrado que ¡no veas!, ¡ríete de los años setenta!-, o un Magnum polvoriente, que necesita una ducha, a quien han cambiado la pistola por papelinas y mechero o, un mísero y desdichado colgado que apenas sabe dónde se encuentra, lo que dice y que alucina el solito siendo el héroe de su exclusiva rallada cerebral y, la verdad, por una vez ¡me da igual!..., me da igual lo que le pase, me da igual lo que resuelva, me da igual el desenlace, me da igual quién es el culpable, me da igual el libro de Thomas Pynchon, me da igual si Paul Thomas Anderson le es fiel o añade o quita material de su propia cosecha, me da igual ¡exactamente todo!..., y dicho mérito, triste, doloroso e, incluso inevitable es exclusivo de este director de grandes trabajos en el pasado que, aquí, se estrella contra su propia nulidad para motivar a una razón asfixiada de tanto absurdo meneo, una vista agotada del desfallecer panorámico, unos oídos que hace tiempo dejaron de escuchar pues, su atención, tuvo la osadía de llegar a casi una hora de metraje y ya no pudo más y, un alma devastada por tan enorme decepción dado el color y estimación con el que había acudido a dicha obra, la cual, se excusan con la siempre oportuna acepción..., es decorada con inventiva preciosa y creativa, sólo apreciable y querida para unos pocos elegidos.
    Siempre me gustó ser de esos pocos elegidos, exquisitos de saber apreciar y saborear la delicadeza y genialidad de la distinción pero, en esta ocasión, toda para ellos ¡qué son 2 horas y media!, ¡148 largos, soporíferos y densos minutos!, ¡8880 pesados, incoherentes y memos segundos!; es la audiencia quien merece un premio a la paciencia, resistencia y, para conmigo misma, lealtad, por no comentar algo no visto porque, con gusto, la hubiera mandado al desdén del recuerdo que nunca hay que evocar, plantado a mitad de camino y darle el honor de ser la primera película de la cual salgo de la sala del cine sin terminar; pero, tuve el coraje de aguantar aunque sólo sea para vengarme ahora.
    Después del necesario desahogo emocional, seamos racionales y vamos a reflexionar sobre ella; un fumeta, adicto a lo que sea, investigador privado, con unas patillas que ¡ni Curro Jimenez y el algarrobo juntos!, recibe la visita de su ex para que busque a su actual, al tiempo que la mujer de él realiza la misma petición después de desaparición, muerte, ambos o lo que sea de los anteriores, añadimos un agente "big foot" de la ley, devora plátanos con un palo, abogado recursivo que ilumina para, sin atino, continuar con la misma ceguera, un rico propietario abducido que no logra alcanzar la salvación, un china por aquí, una tía desnuda por allá, las dos haciendoselo juntas, un dentista cocainómano, una respetada fiscal que sólo busca perder su integridad en la cama y bla, bla, bla..., juntalo todo, pon la batidora y a ver qué te resulta porque yo, sólo encuentro un producto asfixiante, tedioso, cargante y de amargo sabor por su duración, despropósito e ingratitud absurda a todos los sentidos, sin dejar uno, ¡todo un récord!
    "El mar, el tiempo, las memorias y el olvido, los años de promesas desaparecen y no son recuperables, el destino siempre llega a nosotros, sólo tenemos que acercarnos a él y nunca huir, es inútil, y tomar lo que nos llega, y agradecer, y recordar que no vivimos siempre..."
    ...,¡por qué no te callas!, voz en off -como diría nuestro campechano jubilado rey-, que el dolor de cabeza ya empieza a asomar pues, el desinterés, desapego y olvido por ella ya hace tiempo hicieron presencia...
    "..., tal vez la confianza desplace a la inseguridad y redima todo, cuando la fe americana se desvanezca y venga el miedo...", ¡y continua la tía!
    Lo malo es que no da ni para reírse de tanta parrafada inútil.
    Vicio puro, interiorizado, consustancial, inherente del que sólo él se entera, sólo él disfruta; yo me lo guiso/yo me lo como.
    Beatriz López Velasco
    Beatriz López Velasco

    94.592 usuarios 455 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 26 de mayo de 2015
    [...] La trama está narrada por el personaje de Sortilège que nos ayuda a seguir la historia con un poco de coherencia, algo que no resulta fácil ya que se según avanza la trama se convierte en una complicada maraña de conspiraciones, muertes, drogas y peligrosas organizaciones que retratan el final de una era, la generación hippy y la pérdida de la inocencia. Aunque a veces da la sensación que todos los acontecimientos son una excusa para que el protagonista se cruce con una gran cantidad de excéntricos personajes, a cada cual más pintoresco, con nombres tan extravagantes como Petunia, Jade, Japónica, Sortilège, Bambi o Amatista.
    La película es muy peculiar, tiene momentos divertidos, conversaciones interesantes y extraños personajes secundarios, todo retratado en una atmósfera psicodélica, visualmente muy interesante, sugerente y llena de color, pero que puede llegar a cansar y es que en muchas ocasiones resulta desconcertante. Me gusta la historia de detectives, traía a mi cabeza antiguas películas de detectives, con bellas mujeres que resultaban ser la perdición de los hombres; también me gustó el tono triste y melancólico de la narración, a pesar de que se supone que es una comedia. Sin embargo hay demasiados elementos de distracción, escenas tan surrealistas que no saben si son reales o fruto de los excesos con la droga (como Bigfoot comiéndose un plátano congelado), y todos esos personajes estrafalarios que le dan el punto de comedia, pero que llegan a saturar además de alargar el metraje dos horas y veinte.
    Joaquin Phoenix vuelve a realizar una gran interpretación, está claro que Paul Thomas Anderson le tiene bien cogida la medida y ambos se entienden a la perfección. Josh Brolin de nuevo en el papel del poli rudo e inexpresivo y junto a ellos una amplia lista de grandes actores ejerciendo de secundarios como Benicio del Toro, Reese Witherspoon, Owen Wilson, Eric Roberts, Jenna Malone, Michael Kenneth Williams, Maya Rudolph, Martin Short…
    Sebastián T.
    Sebastián T.

    7.277 usuarios 166 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 17 de febrero de 2020
    Paul Thomas Anderson se da el lujo de experimentar y tomar nuevos caminos en su forma de hacer cine, ejecutando una especie de comedia policial con espíritu Lynchiano. En Inherent Vice seguimos la historia de Doc (Joaquin Phoenix), un detective privado hippie de finales de los 60, al que su ex pareja le encarga resolver un problema de infidelidad, desapariciones y herencias que la involucra a ella y a un conocido inversionista de bienes raíces. Desde que Doc comienza su periplo para desentrañar el caso, se le interponen una serie de personajes y situaciones que dificultarán y enloquecerán la misión del protagonista. El efectismo es la principal arma de esta cinta, su director busca en la insensatez la artillería para provocar sorpresa e incomodidad en el espectador. Pero al final de cuentas es solo eso, un producto efectista del PTA, un capricho intrascendente de un director con una cabeza excéntrica.
    Gerardo M.
    Gerardo M.

    4.454 usuarios 134 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 16 de enero de 2015
    Cine noir y marihuana

    Paul Thomas Anderson planteaba en “The Master” la búsqueda existencial en la América de los plenos años 50. En los años 60, dicha búsqueda quedó sumida en la psicodelia del tripi social que supuso la cultura hippie, del fumeta que soñaba con encontrar el camino al existencialismo a través de un simple porro. En su novela “Vicio Propio”, Thomas Pynchon planteaba el final de ese sueño situando la acción a finales de los 60 en el suroeste de Estados Unidos, con la historia de un detective hippie que buscaba a su ex novia y a un magnate inmobiliario desaparecidos en una California dominada por polis corruptos, grupos raciales, hermandades arias, compañeros de papelinas reconvertidos en activistas políticos, dentistas adictos a la cocaína y barcos destinados al contrabando de drogas. Todo ello a su vez en pleno clima de tensión por el caso Charles Manson, que sumió a toda la sociedad en una falsa paranoia de inseguridad y convirtió a los hippies en el blanco de todas las miradas.

    Por tanto, parece que Anderson era el cineasta idóneo para llevar a la gran pantalla la psicodelia presente en las páginas del autor neoyorquino, que sus caminos acabarían por encontrarse. Y uno podría esperar que, ante semejante argumento, el director volviese a sus orígenes pero llevando la excentricidad de la propuesta mucho más allá. Lo sorprendente de su visión de la novela original es que Anderson no ha apostado por los “excesos” de sus primeros trabajos, ni siquiera por la impostada locura visual que bañaba “Punch-Drunk Love”. Su “Inherent Vice” –un nuevo aplauso a los traductores españoles- combina con acierto el dinamismo en la narración y el look retro de “Boogie Nights” con la solemnidad de sus dos anteriores cintas, y lo que resulta es una obra divertida que desprende singularidad y extravagancia en su guión, en los actos de sus personajes y en su propuesta audiovisual –fantástica la banda sonora de Johnny Greenwood y ese aroma setentero que desprende la cinta-, pero resultando comedida en todos sus aspectos, sin llegar a desatarse del todo.

    A medio camino entre “El gran Lebowski” de los Coen y el Polanski de “Chinatown”, “Inherent Vice” supone una adaptación libre –elimina y modifica muchos pasajes del libro que habrían enrevesado demasiado la trama de manera innecesaria- de la obra de Pynchon, y tan desenfadada y desvergonzada que no será del gusto de la Academia, pero que está llamada a ser una de esas pequeñas joyas de su realizador. Puro cine noir sin paliativos y con bocanadas de marihuana corriendo por sus fotogramas, que tiene además en la mirada perdida y despreocupada de Joaquin Phoenix al Doc Sportello perfecto, al detective del Hollywood clásico pasado por el filtro de los estupefacientes, pero siempre en busca de la verdad.

    A favor: Joaquin Phoenix y la apuesta desenfadada y psicodélicamente comedida de Anderson
    En contra: algunos esperarán que se desboque mucho más
    Andres J A.
    Andres J A.

    8 usuarios 14 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 11 de abril de 2015
    ena pelicula, un poco graciosa en fin dejo un link apra verla online
    cine
    Un visitante
    3,0
    Publicada el 3 de octubre de 2019
    Esperaba mucho de esta pelicula despues de los anteriores trabajos de P.T. Anderson "The Master" y "There Will Be Blood" que son joyas del cine a mi parecer pero lo que termine viendo es a Anderson tratando de ser David Lynch aunque debo rescatar la actuacion de Joaquin Phoenix si no fuera por este señor no creeo que le hubiera tenido la paciencia de verla completa.
    cine
    Un visitante
    3,5
    Publicada el 8 de noviembre de 2020
    Sativa, indica, ruderalis, ácido, pcp no importa como inicies el viaje, deja tus problemas fuera del proceso, relájate y despeja la mente. Agarras el mechero pero la rueda se te atasca, tras un par de torpes intentos consigues que la llama salga de su escondite y la acercas con cuidado a la punta, oyes como el fuego carboniza la celulosa de tu papela y aspiras con decisión.
    Si eso es, así, el humo acaricia con suavidad tu laringe hasta llegar al fin a los pulmones. No expulses aun el humo, no hay prisa, aguantalo un poco mas y expiralo poco a poco con suavidad. Ah si que bien sienta, el viaje solo acaba de empezar,un hormigueo recorre tu brazo izquierdo y notas algo de presión en el pecho, el ácido te invita a atravesar una puerta, el pcp te empuja, la cierra de golpe y echa la llave.

    Nuestro viaje empieza en los gloriosos años 60 en la tierra de las oportunidades. Una nación llena de cambios y reformas sociales. Mientras que por un lado las minorías raciales se alzaban para dar voz a sus problemas y se les comenzaba a tener en cuenta, las nuevas generaciones libres de la carga traumática que sufrieron sus padres en la guerra, mostraron una cara mucho más pacífica, liberal y concienciada con la sociedad dando lugar al movimiento hippie y el resurgir del feminismo con su consiguiente liberación sexual, ayudados ambos por la entrada y aceptación masiva de las drogas entre los jóvenes mayormente. Pero por desgracia toda esta ola se vio mermada a finales de la década por el asesinato de Marthin Luther King y Robert F Kenney en el 68, los crímenes de La familia Manson en el 69 y el descontrol de la Guerra de Vietnam, hechos que marcaron la historia del país, incluso a día de hoy. Parecía que la sociedad americana se despertaba del dulce sueño hippie.

    Y es esta etapa final de los 60s donde nos sitúa Puro Vicio. Al igual que otras películas como Once upon a time in Hollywood que trata con mucho romanticismo y fidelidad los años dorados de la burbuja Hollywoodiense, Paul Thomas Anderson decide hacerlo desde un espectro más apagado a nivel visual y social, no nos presenta o al menos no con tanta vehemencia como otras cintas esa california alegre y soleada, pero es igualmente fiel al retrato de esta época de los EEUU. La atmósfera que consiguen mediante vestuario, escenarios o pequeños detalles como que algunos de los personajes coman pizza vegana siguiendo con sus convicciones e ideas sobre la industria, da un empaque y verosimilitud real a la cinta que en este apartado, borda la perfección.

    Con este film Anderson sigue queriendo retratar la historia del país que le vio nacer pero desde su lado menos heroico y pomposo, siguiendo la estela de Pozos de ambición con su historia de codicia y orgullo y The Master, mostrándonos los singulares orígenes de la Iglesia de la cienciología y su fundador.

    La cinta nos cuenta cómo el detective Doc Sportello un hippie ya perjudicado por la maría y otras sustancias excepto la heroína, recibe la inesperada visita de su ex-novia Shasta que le pide que investigue la desaparición de su amante. Shasta cree que la esposa de su amante está relacionada con su desaparición en un intento para quedarse con su fortuna. A medida que la investigación avanza, Doc se encuentra sin comerlo ni beberlo entre Nazis, operaciones del FBI, Cuentas pendientes entre policías, organizaciones secretas y un sin fin de personajes que vienen y van haciéndonos muy arduo el seguimiento de la historia y su entendimiento ya que nos abre nuevas tramas constantemente. Anderson es totalmente consciente de ello y se recrea sobre ese amasijo de ideas inconexas, cuanto más indaga Sportello, más vemos como toda la situación que se nos presenta está de alguna forma intencionadamente estructurada dentro de su caos, pero en vez de intentar unir las piezas del rompecabezas es mejor que nos dejemos llevar por la propuesta del film y disfrutemos de sus personajes y sus peculiares situaciones.

    Anderson hace todo lo posible por descolocarnos cada vez que podemos empezar a tirar de algún hilo, poniéndonos en la piel de Sportello, llegando a trompicones a los sitios, sin un fin claro y totalmente desconcertados de tal forma que parece que los sucesos son los que descubren a Doc y no a la inversa. Como si los afectados por los petas del detective fuéramos nosotros. Pero esto junto con los diálogos absurdos y humor directo, al estilo de Top Secret o Aterriza como puedas y la presencia del personaje de Sortilege a medio camino entre narradora de la historia y conciencia de Doc, amenizan la velada y dan un sentido al experimento narrativo del director.

    Robert Elswit repite de la mano de Anderson en la fotografía con unos planos potentes y fluidos que dejan respirar a las escenas aunque lejos de la espectacularidad y los objetivos grandilocuentes de pozos de ambición, también porque la película no los necesita ni se amoldan a ella. Aun así hace un gran trabajo y nos deja escenas icónicas como la de la última cena con Owen Wilson como mesías disfrutando de una pizza.

    Aparte de Elswit,el director se rodea de un reparto repleto de estrellas que desfilan por la película como si de la semana de la moda de Milán se tratase. Desde el polifacético Benicio del Toro hasta la siempre correcta Reese Whiterspoon. A destacar entre estas 3 grandes actuaciones.
    Empezando por Johaquin Phoenix que nos muestra un autentico sabueso como en las series de detectives de los 70s con momentos de lucidez y gran deducción mezclado con su gran caracterización hipiesca, llena de desvaríos, constantes despistes con una actitud elocuente a la par que ausente, un detalle que me encanta de este papel es la mirada de ojos atónitos que repite durante la película cuando habla con alguien, en definitiva una gran actuación. Josh Brolin como el inspector de policía,Bigfoot , con un clásico ejemplo de poli duro, de corte militar y problemas con la levedad de las leyes sobre las que está obligado a regirse, todo con un toque cómico que le queda como anillo al dedo, a resaltar la escena en la que interviene su esposa.

    Y por último pero no menos importante el personaje de Katherine Waterston como Shasta que al igual que Matthew Mcconaughey en El lobo de Wall Street hace honor a la frase de, No hay escenas pequeñas si no actores mediocres. Y es que con apenas 4 escenas en el largometraje crea un personaje profundo,sensual y con carisma que suscita la reacción del espectador. Su escena narrando la erótica del poder, nos recuerda a la naturalidad y sensualidad de Naomi Watts en la escena del casting de Mulholland Drive porque capta completamente nuestra atención, pero no por el morbo de la situación si no por el carisma de las actuaciones.

    Gracias a todo esto Puro vicio nos consigue trasladar a un tiempo pasado no necesariamente mejor pero indudablemente irrepetible. Porque lo que importa de toda esta cinta no es la historia si no la época que la envuelve. No es la película más ambiciosa de Paul Thomas Anderson, pero no es ni mucho menos su intención así que hagamos como Doc, simplemente dejémonos llevar y disfrutemos de las últimas caladas que nos ofrece esta historia antes de que la chusta nos amargue el final de este viaje.
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