Sorprendentes, en general, todas las actuaciones, muy alejados de los roles a los que nos tienen acostumbrados. Nicole Kidman es lo mejor de la película, se muestra divertida, vulgar, conmovedora, vulnerable y derrochando sexualidad. John Cusack está excelente como el perturbado preso en el corredor de la muerte. Su mirada trasmite peligro, es brutal y repugnante, siempre me ha gustado Cusack y en esta ocasión se sale. La escena en que Charlotte y Hillary se conocen en la sala de visitas de la cárcel y donde, sin tocarse, son capaces de mantener una relación sexual, ignorando al resto de personas de la habitación, os dejará sin palabras.
Zac Efron resulta perfecto para el papel del veinteañero rendido a los encantos de Charlotte, manteniendo bien el equilibrio entre el deseo y la ingenuidad, aunque el director parece estar más preocupado en mostrar su moreno y sus calzoncillos retro. Inesperada también la actuación de Matthew McConaughey como el homosexual reprimido lleno de cicatrices internas y externas. Actuaciones solventes de David Oyelowo, Scott Glenn y Macy Gray.
Una fotografía muy saturada, que recuerda los colores de la Polaroid, hace que la atmosfera sea densa y que el calor se pueda sentir, pero quizá abusa al mostrar demasiados caimanes destripados y tipos sudorosos.
El guion es retorcido, por momentos resulta incoherente, tocando demasiados temas como el racismo, homosexualidad, paletos machistas, lujuria, rivalidad entre hermanos y la violencia, sin terminar de centrarse en ninguno concreto, el hecho de que la narración de la historia la haga Anita (Macy Gray), la criada de la familia Jansen, tampoco termina de funcionar.