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    Woody Allen: El documental
    Críticas
    3,5
    Buena
    Woody Allen: El documental

    Una buena medicina

    por Covadonga G. Lahera

    Robert B. Weide, responsable de algunos episodios de Curb Your Enthusiasm junto a Larry David, firma este documental de factura bastante clásica sobre el genio de Manhattan. Pese a no descubrir formalmente nada nuevo, seguramente Weide fuera consciente de que apostaba bastante sobre seguro y de que le respaldaría un éxito relativo. Por un lado, los interesados en esta pieza serán seguramente adeptos de Allen, en mayor o menor medida, con lo que cuenta de partida con un público potencial favorablemente predispuesto; por otro, cuenta con la exclusiva de haberse podido acercar a Allen como nadie lo había logrado antes, y consigue mantener extensas entrevistas con él en lugares de la cotidianeidad del realizador e incluso visitar con él enclaves de su infancia. Además, se le permitió filmar durante uno de sus últimos rodajes, en el set de Conocerás al hombre de tus sueños, algo también insólito.

    La cantidad y calidad del material de archivo al que ha tenido acceso Weide es, en general, de gran valor y la selección, lo suficientemente buena como para hacer un recorrido con ritmo por la trayectoria vital y cinematográfica del director de Annie Hall. Este montaje para cines ofrece un mejor acabado en comparación al de tres horas y cuarto emitido dentro de la serie de televisión American Masters.

    Pese a poseer también una estructura convencional, que sigue cronológicamente la evolución del artista, desde sus pinitos como escritor de chistes en prensa y su etapa como monologuista hasta el premiado y reconocido estatus que atesora en la actualidad, Woody Allen, el documental, sabe jugar correctamente sus cartas, mantener el ritmo y combinar el testimonio de su protagonista con el de un amplio repertorio de amigos, compañeros de trabajo y caras conocidas. Destaca también la implicación de su hermana y productora o el fragmento recuperado de los ochenta donde vemos y escuchamos a su madre. Sin incidir en el capítulo más controvertido de su vida sentimental, tampoco lo pasa por alto. El enfoque de la pieza no oculta su admiración, y resulta honesta, ágil y emotiva. Y como siempre con Allen, nos llevamos a casa unos cuantos toques de genialidad, unas cuantas chispas de sabiduría y unas cuantas emociones sentidas.

    A favor: La escena de Allen boxeando con un canguro. Otros momentos impagables del proceso creativo de Allen: cuando explica el modo en cómo trabaja los guiones con su longeva máquina de escribir ("copia y pega" a mano incluido), cuando extrae de un cajón un montón de hojas amarillas que contienen ideas a vuelapluma (potenciales proyectos), cuando expresa que a nadie debería interesarle su vida privada tras el escándalo con Mia Farrow y el affaire con su hija adoptiva (su actual esposa), etc.

    En contra: Su fórmula documental es bastante convencional.

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