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    Los caballos de Dios
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    La Taverna del Mastí
    La Taverna del Mastí

    599 usuarios 72 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 27 de junio de 2015
    LOS MÁRTIRES DE CASABLANCA

    Cabe decir que el medio cinematográfico no solamente sirve para entretener y desconectar de las rutinas y problemas cotidianos; sino que es un poderoso medio por el cual se puede expresar cualquier tema, sirviendo como denuncia social o retratando algún hecho acontecido en la vida real. La película que nos concierne, titulada "Los caballos de Dios" ("Les Chevaux de Dieu" en su título original en francés), que he podido visionar dentro del marco de la 30 edición del maravilloso Festival Internacional Cinema Jove de Valencia, pertenece a ese cine llamado "invisible", y se encarga de realizar un inquietante retrato sobre los atentados de Casablanca en 2003.

    La premisa se centra en Yachine, un niño de diez años que vive con su familia en Sidi Moumen, un poblado de chabolas de los alrededores de Casablanca (Marruecos). Su madre, Yemma, hace lo que puede por sacar adelante a la familia. Su padre se encuentra en un estado depresivo y de sus tres hermanos uno está en el ejército, otro es prácticamente autista y el tercero, que tiene trece años y se llama Hamid, es el cabecilla del barrio y el protector de Yachine. Cuando Hamid es encarcelado, Yachine se ocupa de varios trabajillos que le ayudan a escapar del marasmo provocado por la violencia, la miseria y la drogadicción que la rodean. Cuando Hamid sale de la cárcel se ha convertido en un islamista radical y convence a Yachine y a sus amigos para que se unan a sus 'hermanos'. El líder espiritual del grupo, el imán Abou Zoubeir, se encarga de dirigir el prolongado entrenamiento físico y mental de los muchachos, antes de anunciarles que han sido elegidos para convertirse en mártires.

    Su director, el francés de origen marroquí Nabil Ayouch, divide el filme en dos partes bien diferenciadas; en primer lugar muestra la infancia de esos niños sumergidos en la pobreza más absoluta, en el que la necesidad imperiosa por sobrevivir les induce a delinquir; y en segundo lugar, se centra en esos niños en su madurez que son reclutados por la Yihad para convertirse en mártires.

    Ayouch no justifica a los terroristas ni sus deplorables actos, simple y llanamente se dedica a retratar los hechos tal cual son, bajo un punto de vista nunca tratado (y siempre ignorado). Las ansias de tener una vida digna de esos jóvenes marginados es tan grande, que los líderes yihadistas se aprovechan de ello para reclutarlos con la venia de su Dios, siendo todo ello una vomitiva falacia para darle sentido al sinsentido más absoluto, la barbarie del terrorismo, creando un circulo vicioso entre esos niños y los terroristas; es decir, un círculo que consiste en: Pobreza + Necesidad + Aprendizaje + Mártir, y una vez inmolados, los Imanes buscan nuevos incautos a los que lavar el cerebro para su controvertida causa.

    El director dota al filme de un ritmo ágil, sabiendo posicionar de maravilla la cámara, en la que su primera mitad sigue las andanzas de esos niños cámara al hombro, y también destacan esos impresionantes planos picados que muestran las chabolas y la inmundicia de la pobreza; para luego, en su segunda mitad, serenar más la cámara, con planos fijos y pertinentes fundidos a negro; asimismo, su desenlace (pese a que es conocido por todos) está representado de forma apasionante y realmente sobrecogedora. Me ha encantado la manera en la cual Ayouch choca las personalidades de los dos hermanos protagonistas; la rebeldía de Hamid en su niñez colisiona con las buenas maneras de Yachine; no obstante, tras sufrir un desgraciado incidente en el taller donde trabaja (siendo uno de los puntos álgidos del filme), Yachine va perdiendo esa inocencia y en cierto sentido se pasa al lado oscuro, siendo ahora Hamid el que ha abierto los ojos dándose cuenta de la gravedad de la situación.

    En síntesis, "Los caballos de Dios", a pesar de que un sector de la crítica la ha tildado de ser simplista, cabe decir que no le hace falta profundizar en el tema para que se te encoja el corazón y te deje el alma hecha añicos, ya que arroja una mirada certera al mundo del terrorismo, a esa visión prácticamente desconocida (y peor aún, ignorada), la de esos ingenuos 'Caballos de Dios' que cita el título.
    Lourdes L.
    Lourdes L.

    127.493 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 10 de marzo de 2014
    Exposición nítida, clara, impactante y de gran conmoción de "Los caballos de Dios", reclutamiento de jóvenes inocentes y perdidos para ser convertidos en hombres bomba al servicio de un radical Islam que realiza una particular lectura del Corán y de su santificada misión; el transcurrir de unas vidas desde su niñez hasta su pronosticada y pactada muerte sin ningún tipo de contemplación posible; veraz y emocionante exhibición de una cultura, de una forma de vida difícil, cruel, dura y de alto coste emocional y espiritual; impresionante narración de un mundo doloroso y severo, caldo de cultivo de terrorismo, de violencia y de unos ideales por los que perder una existencia poco valorada y satisfactoria. Su visionado es arduo y pesado -agotador- pues no trata un tema cómodo y agradable, su realismo y veracidad asombra e inquieta, su naturalidad expositiva y su progresión evolutiva te enmudece, deja sin palabras y conmueve pues asombra su facilidad de ejecución. No es apta para todos los públicos e, incluso para éstos, la incomodidad e incredulidad estarán servidos. La pregunta a responder no es si te gustará o no pues nadie te asegura ni esto ni lo contrario; la cuestión, lo realmente importante es la magnífica dirección, la vivaz interpretación, la mundana fotografía, el realismo dialéctico..., un enclenque de factores que forman un explosivo, impactante e inquietante documental sobre la sencilla, fácil y accesible elección de una vidas al servicio de un lema religioso, palabrería afanosa al destino del peor de los propósitos, penoso lavado racional atestado de explosivos terrenales. No hay mayor ciego que el que no quiere ver ni mayor enemigo que uno mismo. No te dejará indiferente -imposible cualquier actitud apática- aunque su sabor será amargo y agridulce, complicado de digerir.
    Elcinepormontera E.
    Elcinepormontera E.

    11 usuarios 14 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 5 de junio de 2015
    “Los caballos de Dios” arranca de una forma trepidante y claramente expositiva de la realidad en la que viven la mayoría de los niños de Sidi Moumen: una cámara en mano sigue las evoluciones de un partido de fútbol de dos pandillas rivales. No tarda en armarse la trifulca, los empujones, las amenazas, la huida. La cámara los acompaña en su carrera hasta su barrio, y es ahí, tras un plano aéreo, cuando descubrimos el desolador mundo de chabolas de su Bidonville. El refugio último en su casa: una estancia oscura, iluminada tan sólo con la luz de unas velas. Un padre depresivo, un hermano deficiente mental y una madre desesperada.
    Nabil Ayouch procura en todo momento huir del maniqueísmo: en su discurso no se advierte una propuesta sentenciosa, ni siquiera la más mínima justificación de un acto de por sí injustificable. Con un planteamiento propio del psicoanálisis, Ayouch disecciona la realidad para intentar llegar al origen del problema, a su inicial periodo de latencia: el desenlace es de sobra conocido, no hace falta ahondar más en el tema.

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    Lourdes L.
    Lourdes L.

    1.818 usuarios 101 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 3 de julio de 2015
    Exposición nítida, clara, impactante y de gran conmoción de "Los caballos de Dios", reclutamiento de jóvenes inocentes y perdidos para ser convertidos en hombres bomba al servicio de un radical Islam que realiza una particular lectura del Corán y de su santificada misión; el transcurrir de unas vidas desde su niñez hasta su pronosticada y pactada muerte sin ningún tipo de contemplación posible; veraz y emocionante exhibición de una cultura, de una forma de vida difícil, cruel, dura y de alto coste emocional y espiritual; impresionante narración de un mundo doloroso y severo, caldo de cultivo de terrorismo, de violencia y de unos ideales por los que perder una existencia poco valorada y satisfactoria. Su visionado es arduo y pesado -agotador- pues no trata un tema cómodo y agradable, su realismo y veracidad asombra e inquieta, su naturalidad expositiva y su progresión evolutiva te enmudece, deja sin palabras y conmueve pues asombra su facilidad de ejecución. No es apta para todos los públicos e, incluso para éstos, la incomodidad e incredulidad estarán servidos. La pregunta a responder no es si te gustará o no pues nadie te asegura ni esto ni lo contrario; la cuestión, lo realmente importante es la magnífica dirección, la vivaz interpretación, la mundana fotografía, el realismo dialéctico..., un enclenque de factores que forman un explosivo, impactante e inquietante documental sobre la sencilla, fácil y accesible elección de una vidas al servicio de un lema religioso, palabrería afanosa al destino del peor de los propósitos, penoso lavado racional atestado de explosivos terrenales. No hay mayor ciego que el que no quiere ver ni mayor enemigo que uno mismo. No te dejará indiferente -imposible cualquier actitud apática- aunque su sabor será amargo y agridulce, complicado de digerir.
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