Hace tiempo que la presencia de Robert De Niro en una película no es garantía de nada y, la verdad, es que es una pena. A estas alturas, De Niro puede hacer lo que le dé la gana, se lo ha ganado, pero debería plantearse si acumular tantas apariciones en dudosas producciones, como viene haciendo últimamente, es bueno para su reputación. De John Cusack podría decir algo parecido, un actor por el que tengo debilidad, pero cuya carrera es muy desigual. Aquí nos deja un antihéroe duro y con mucha mala suerte, pero también un tipo vulnerable y tierno.
Cusack tiene carisma y le pone ganas, pero se enfrenta a una historia inconsistente, con pésimos diálogos, personajes poco elaborados y giros de la trama sin sentido. Al final todo resulta poco creíble, a pesar de un inicio interesante, pero llega un punto en que, francamente, nos da igual saber que hay dentro de la maldita bolsa. Demasiados elementos absurdos y un desfile de personajes tan extraños como sospechosos: el encargado del motel, un proxeneta, un enano serbio, un sádico policía y una prostituta que se refugia en la habitación de Jack y si mira en el interior de la bolsa.
Interesante el uso del color, donde predominan los negros y azules para las sombras de la noche que contrastan con los neones chillones del motel y muy cuidado también el diseño de producción con un sucio motel donde se puede sentir la sordidez del lugar.
Una película interesante, con una trama y una puesta en escena que podría estar más trabajada, pero que la presencia de John Cusack consigue dar consistencia.