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    Lost River
    Críticas
    2,5
    Regular
    Lost River

    Carreterita perdida

    por Suso Aira

    Pues sí, parece que a Ryan Gosling se haya visto afectado por el síndrome Cristiano Ronaldo y sabedor de que es guapo, famoso, millonario, buen actor y novio de Rachel McAdams y Eva Mendes (no a la vez… creo) se ha decidido a demostrarnos que, encima, puede producir, escribir y dirigir una película con voluntad de hacer época. Época no sé, pero lo que sí ha hecho Lost River (que así se llama el resultado final) es demostrar que nadie, ni siquiera el sexy, estrellón, rico, intérprete competente y rompecorazones Gosling es perfecto. No es Lost River una obra perfecta, ni siquiera es una buena obra, pero despierta cierta (limitada) simpatía, supongo que debido a eso que he escrito antes sobre descubrir que alguien como Ryan Gosling la puede cagar de manera tan evidentemente ruidosa

    Lost river es el producto de una masiva y mala digestión de mil y un referentes a priori apetitosos, pero asimismo peligrosos de llevarte a lo pedante. Del David Lynch de Twin Peaks y Carretera perdida a su mentor Nicolas Winding Refn pasando incluso por el onirismo manierista de luz y color argentianos (por Dario Argento). Evidentemente, lo que le sale a Gosling está a años luz, en otra dimensión inalcanzable, del universo lynchiano o de la críptica ritualidad salvaje de Refn, por no decir de los pasillos de las casas de Suspiria o Inferno (ojo: influencia muy visible). En un determinado momento (que deben ustedes visionar: es de un adorable ridículo digno de un tebeo de Archie), Lost River quiere contar algo (muy tontorrón) en vez de su sesión de hipnotismo e imágenes recurrentes (esos incendios repetitivos que ni el establo que filmara Roger Corman y metió en casi todas sus producciones) presuntamente perturbadoras. Ahí ya se hunde la película. Pero quedan esos apuntes de cinéfago, sobre todo (y es el que ha hecho que casi roce el aprobado mi nota con respecto a la propuesta) que, en el fondo, Lost River bebe más de la homosexual atmósfera de la reivindicable Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy y del diseño del Hades de 976: El teléfono del Infierno (dirigida por, mira tú por dónde, Freddy Krueger, o sea, Robert Englund, otro actor) que de otros autores más hipster.

    A favor: ir reconociendo sus referentes cinematográficos.

    En contra: Gosling no sabe dirigir cine, admitámoslo.

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