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    Misericordia: Los casos del departamento Q
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    Lourdes L.
    Lourdes L.

    1.814 usuarios 101 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 10 de junio de 2015
    Una explicación y un por qué poco alentador, nada meritorio para toda la trama expuesta, insignificante y apenas satisfactorio para el tenso y vibrante recorrido realizado, un fastidiante reparo de retroceso inexplicable para este "Caso Abierto", convertido en largometraje, que sigue todos los pasos convenidos en el tiempo y espacio acordados.
    Aunque, no importa, nimiedad que pasas por alto pues es intensa y excitante, inquietud que atrae y cautiva, a la que acompañas con interés y adicción, atención ofrecida con facilidad y compensada con gratitud por la vuelta recibida, un cambio equitativo y ajustado al precio convenido.
    Entrada a lo "Seven" que pronto deriva en un Harry Callahan sin suciedad, misma efectividad y sobrado esmero cuyo dolor, sufrimiento y pesar intenta abatir con la obsesión por el trabajo, con esa persistente ocupación en algo que le rehuya de pensar y recordar, que le evada de calcular y rememorar los actos llevados a cabo, que le libre de un martirio cognitivo que recorre su mente en continuo, sin parada, benevolencia o sentimiento de lástima hacia su persona.
    Ubicado como nuevo encargado de casos antiguos, no cerrados, que a nadie importan, este obligado e inesperado guardián de las causas perdidas inicia su angosta andadura acompañado de su fiel escudero, no solicitado, con quien , por supuesto, habrá choque de emociones y carácter, personalidades diferentes y opuestas para conformar ese dueto valiente, inquisitivo y feroz que hace bien su trabajo a pesar de las trabas y dificultades.
    Porque, aunque la investigación no sea muy aguda y las pistas surjan y se revelen con facilidad pasmosa de quien tiene prisa por disponer tan sólo de los 45 minutos de duración del espisodio -olvidando que es película y debe cubrir más volumen y terreno-, es una agilidad y rapidez que no molestan gracias a su etiqueta fría y distante, de velocidad seca y arisca, todo un porte austero y cortante para escenas sádicas, de angustia y temor muy logradas y conseguidas, afilado camino de aspecto depravado y envilecido que no se ve rematado por el motivo señalado, tortura de juego perverso por observar la decrepitud, asfixia y muerte lenta de quien es asesinado, día a día, sin piedad ni explicación que no se ve coronado como debe cuando se descubre la misma, un hecho insustancial y pobre para la fuerza, carisma y sugestividad del trazado.
    "Si alguna vez me mato, no lleves mi caso", este errante de la vida sin sonrisa ni esperanza, vagabundo sin alma ni beneficio pero remordimientos a mansalva, herido en una mente que nunca calla, ni descansa, y un corazón que a duras penas resiste, concienzudo en su labor policial, con una tozudez marca de la casa que caracteriza ese instinto innato que nunca le falla seduce en su aspereza, enamora con sus silencios, se le quiere por obstinado, adora por terco, obvio talento de un solitario que no elude sus responsabilidades.
    Aunque no sorprende y ofrece lo pactado para estos casos, bien estupilados, en su género entretiene y atrapa, es ágil en su ritmo, simple en su lema, sugestiona y motiva con sencillez, complace sin excesivo ruido, rigidez y firmeza decoran el escenario, la culpa y tenacidad como ingredientes de fondo, ¿alguien da más con tan poco?
    Es, después de visionarla y proceder a sus análisis, que descubres que no ha contado nada que no esperaras pues, durante la misma, estás tan cómoda y ensimismada que ¡ni te das cuenta! de modo que ¡tómate otro café y échate de nuevo a las calles!, ya que se disfruta y abraza con delicia, ncanto y armonía.
    Formato clásico de firma danesa que ameniza y contenta, no es un complicado relato ni cuenta con grandes argucias en su argumento, guión que no arriesga en la confección de la trama ni se sale de la línea recta marcada pero..., es accidente leve resuelto con una pericia que entusiasma y agrada, se devora con gozo en un consumo apetecible donde tampoco conviene escarbar más a fondo, la mirada lo aprecia, el corazón se conmueve, el espíritu se emociona y la mente se integra, justicia en buenos términos donde acabas obteniendo la anhelada sonrisa al lado de este, no pretendido, héroe que ha vuelto a encontrar su razón de ser y lugar en el mundo.
    Jussi Adler-Olsen, artífice del relato, dale tantos casos ¡como quieras!, pues el Departamento Q tendrá tantas historias ¡como imaginación e inventiva tú tengas!
    Ni recrimines ni sanciones, simplemente valora y estima.
    Joséjiglesias
    Joséjiglesias

    265 usuarios 58 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 17 de enero de 2016
    La verdad que no apostaba por la película y me ha sorprendido. Un tipo de suspense y thriller que engancha. La asemejó a Millenium o un estilo de película parecida. Sé que hay una segunda parte así que espero que me guste tanto como la primera
    cine
    Un visitante
    2,0
    Publicada el 3 de junio de 2015
    Con dos años de retraso, llega a nuestras salas el primer capítulo de la saga policíaca "Los casos del Departamento Q", que se basa en las novelas del danés Jussi-Adler Olsen. La cinta que nos ocupa se titula Misericordia, adaptación de "La mujer que arañaba las paredes", y en poco más de un mes llegará a nuestras salas la segunda película de la saga, Profanación. En el panorama cinematográfico estamos acusando una notable falta de ideas y de repetición; en cuanto algo funciona o se vende no paran de surgir propuestas similares. No obstante, es un hecho que el policíaco nórdico nos ha dejado innumerables trabajos de calidad, tanto en televisión como en la gran pantalla. El problema es que de todo lo que obtiene buenos resultados (taquilla, ventas, televisión, etc), acaban apareciendo secuelas, remakes, adaptaciones de cualquier novela mínimamente decente... Y esto desemboca en saturación para el espectador, pérdida de originalidad en los productos, y en una inevitable caída cualitativa de éstos.

    El inspector Carl Mørck (Nikolaj Lie Kaas) cometió un error en una misión que le costó la vida a un compañero, y la completa invalidez a su mejor amigo, también agente de la ley. Cuando quiere volver al trabajo, sus superiores le relegan a una unidad llamada Departamento Q, en la que deberá revisar y archivar casos cerrados en los últimos 20 años. Carl es un hombre conflictivo, de los que actúan siempre por instinto y sin pensar en las consecuencias. Además de esto sufre una crisis personal, fruto del abandono de una mujer que le ignora. Para llevar a cabo la tarea tendrá un compañero de origen sirio, Assad (Fares Fares), de personalidad totalmente opuesta a la suya, siempre con una sonrisa en la cara. Carl decidirá reabrir un caso sobre el que tiene una corazonada, pese a las trabas que le pondrán los jefes.

    A través de un montaje paralelo, seguiremos la investigación de los policías mientras vemos lo que sucedió (o sucede) en el caso que investigan. Si bien Mikkel Nørgaard consigue crear una cuidada y lograda atmósfera, con un uso de la iluminación y del sonido excelente, así como la historia en ningún momento se hace pesada, existe una torpeza evidente durante todo el metraje, la cual se acentúa con el uso reiterado de los flashbacks. Misericordia es entretenida, como todo policíaco nórdico, pero desprende una inocencia constante, una imposibilidad de ir más allá que acaba lastrando su resultado. El guion es de esos tan previsibles como poco originales, en todo momento puedes hacerte una idea de lo que sucederá. Los que vayáis a verla, si no leéis la sinopsis os haréis un favor, porque cuenta media película.

    No dudo que haya llegado un punto en el que, debido a la creación de tantos productos similares, uno sea más crítico a la hora de escribir sobre aquéllos que van llegando a nuestras salas. Pero es que el desarrollo de la trama es demasiado tópico: la investigación avanza constantemente fruto de la casualidad (sabes en todo momento si el caso se va a resolver o no), los policías desobedecen, como tantas veces, las órdenes de sus superiores... Es muy difícil conectar al completo con un relato al que se le ven las costuras. Nørgaard busca emocionar al espectador con algunas poderosas -y violentas- escenas, pero más allá del sugerente uso del sonido, poco puedo rescatar.

    Parece que un género que hasta hace poco se encontraba en alza, el thriller policíaco, empieza irremediablemente a caer en picado. De cualquier modo, estoy convencido de que seguirán surgiendo trabajos que merezcan la pena, incluso dentro de esta misma serie, Los casos del Departamento Q. Misericordia no es una mala película, pero rara vez consigue ir más allá de lo ordinario. El danés se lo juega todo a una con la posibilidad de sorprender, y, por desgracia, todos los acontecimientos se ven a la legua.
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