Thriller erótico para mayor lucimiento de su protagonista, Jennifer Lopez, que también ejerció de coproductora. La película fue muy mal recibida por la crítica especializada pero, sorprendentemente, funcionó bien en taquilla, recaudando doce veces más de su presupuesto inicial. Algo que me resulta completamente incomprensible, porque la cinta no puede ser peor, no la salva ni el ver a JLo ligera de ropa, ya que no se muestra nada que no hayamos visto anteriormente en un vídeo musical suyo.
La trama es extremadamente previsible y en ella aparecen todos los clichés del género que podáis imaginar: el chico huérfano con doble personalidad, el sótano lleno de fotos de su víctima, un ordenador lleno de pistas sobre crímenes pasados, coches con los frenos manipulados, un granero, noches de tormenta… Además, los personajes son muy planos, los diálogos tan pésimos y forzados que os harán sonreír y una protagonista tomando una decisión mala tras otra y es que si llama antes a la policía, la película no dura más de media hora, en fin, un argumento repleto de improbabilidades. Hasta se permite ciertos toques gore en las escenas finales.
Los admiradores de Jennifer Lopez se podrán recrear con escenas gratuitas de ella luciendo piernas, y poco más, una interpretación muy poco convincente, ni como profesora acosada, ni como madre preocupada. En cuanto a Ryan Guzman, muy guapo, pero no inspira nada de miedo. John Corbett es el marido infiel, muy lejos del encanto que mostraba en Doctor en Alaska o en Mi gran boda griega, y la cantante Kristin Chenoweth es la amiga y compañera de trabajo de Claire. A falta de buenas interpretaciones, os podéis divertir con la simpática presencia de François Chau, aquel científico que aparecía en los vídeos de orientación de la Iniciativa Dharma (Perdidos).