Crítica de SensaCine.com para La conspiración del silencio: Una verdad incómoda

Podría parecer lo contrario, pero el cine alemán (¿la sociedad alemana?) todavía arrastra deudas con su pasado más reciente, el pasado nazi. Quien dice deudas, dice mala conciencia, así que todavía es lógico que un film como este que nos ocupa siga escociendo a cierta parte del público germano. Alguien afirmará que ya, por lógica temporal y de vida, pocos quedan ya de quienes vivieran esos años de vergüenza. Sí, cierto es, pero es ahí donde halla su validez e interés, su utilidad, La conspiración del silencio: cuando las nuevas generaciones parecen haber olvidado todo aquello terrible que sucedió hace más de 70 años. Es esa ignorancia el eje de la película: los jóvenes fiscales que desconocían lo que sucedía en Auschwitz, los hijos que ignoran lo que de verdad hacían sus padres… Verdades escondidas que los personajes centrales de la película se empeñan en sacar a la luz justo cuando Alemania ha practicado un ejercicio de amnesia colectiva entregándose a unos años de rápida recuperación económica.

Junto a ese olvido y esa ignorancia se sitúa la mentira, el otro tema clave de este anticlimático (pero eficiente) thriller político: la de madres a hijos y la del padre-estado a sus ciudadanos, la de la misma Alemania ante su espejo y el mundo (esas frases que suelta el oficial norteamericano). Con ambos elementos uno esperaría una obra que te conmoviera y te sacudiera (moral e ideológicamente) con fuerza… No es el caso: La conspiración del silencio se conforma con ilustrar los hechos con academicismo y funcionalidad, con algo que suena a muy alemán como lo de profesionalidad. Hay empero detalles que sobresalen de su corrección: la cruda delicadeza/crudeza de las entrevistas con las víctimas supervivientes del campo de exterminio, la turbadora normalidad de los torturadores (ese amable panadero) o el entretenido juego del rato y el ratón con Josef Mengele.

A favor: La cacería de Mengele y Eichmann

En contra: Su acabado telefílmico en el sentido más anodino del término.