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    Phoenix
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    Juan Carlos G.
    Juan Carlos G.

    7 usuarios 10 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 16 de julio de 2015
    El guionista de esta historia -más bien el adaptador para la pantalla de la novela "Le retour des cendres" de Hubert Monteilhet en que se basa el film- es también su director. Se trata de Christian Petzold, que antes de esta película firmó "Bárbara" (2012), una cinta que recibió los parabienes de la crítica y que trata en cierta manera el mismo asunto que "Phoenix": la asunción del sentimiento de culpa del pueblo alemán ante la historia nazi vivida por este país pero enterrada en un olvido comunitario. Si bien en "Bárbara" la trama se desarrolla en 1978 en pleno período de la existencia de la RDA y en ésta, "Phoenix" transcurre en los meses inmediatos al final de la II Guerra Mundial, concretamente en junio de 1945, en el Berlín ocupado por los aliados, cuando aún están reapareciendo personas que se creían muertas o desaparecidas.

    La historia que se presenta en esta película es la del retorno de una mujer, Nelly Lenz (Nina Hoss), procedente de un campo de concentración alemán donde le desfiguraron el rostro por lo que ha debido someterse a cirugía estética lo que hará que resulte irreconocible para sus familiares más allegados. Esta circunstancia explica que cuando encuentra a su marido, Johnny (Ronald Zehrfeld), del que está profundamente enamorada éste no la reconozca (la llamará Esther) pero sí encuentre en ella una cierta semejanza con la para él su fallecida mujer. Por esto Johnny la entrenará para simular un retorno y solicitar a las autoridades los bienes que están a nombre de ella.

    Lo más interesante de esta historia es la mostración de las iniquidades cometidas por no pocos alemanes duarante la contienda (en este caso fue el mismo marido quien para obtener un misérrimo beneficio denunció a su mujer a la Gestapo). Lo más endeble de la misma es su verosimilitud: ¿Cómo es posible que un marido, por mucho que haya cambiado el aspecto físico de la que fue su mujer no la reconzca?

    Muy sugerente es también la relación que existe entre Nelly Lenz y Lene Winter (Nina Kunzendorf), la mujer del Comisariado para la Recuperación de judíos que han sufrido bajo los nazis. Existe cierta ambigüedad en los sentimientos de Lene hacia Nelly. Lene la ayuda y consigue que Nelly acceda a marchar a Israel pero antes ha de convencerla de que la operación a la que ha sido sometida no ha sido para 'reconstruir', algo imposible sino para 'recrear' su cara. Esta sutil diferencia marca todo el relato y Nelly habrá de aceptar que eso es así a lo largo del mismo.

    Hay momentos cinematográficos sublimes en esta cinta de Petzold como la visita que hace Nelly acompañada por Lene a lo que fue su hogar y se ve reflejada en un espejo roto que descubre entre las ruinas; o el ambiente sórdido del club "Phoenix" donde Johnny trabaja y al que el film debe su título, que en España ha conservado mientras que en otros países de habla hispana se ha titulado de manera muy orientativa como "Ave Fénix"; e indudablemente la memorable escena final en la que Nelly le pide a Johnny que toque al piano la hermosa canción “Speak low” de Kurt Weill que ella cantaba en el Berlín de 1943 antes de que la confinasen en el campo de exterminio. La música y letra de esta canción recorre el relato fílmico durante toda la proyección estallando al final en una escena que es de lo más impactante de la película [este tema y otros jazzísticos semejantes interpretados por Juana Rodríguez los podéis escuchar en la pág. "Música que me gusta escuchar"]

    Por último sólo señalar la maestría del director que ha rodado una historia de amor profundo de un modo realista lindante con la irrealidad. También la construcción por Nina Hoss del personaje de Nelly contribuye a hacer creíble esta historia increíble: una mujer misteriosa, profundamente enamorada de su marido al tiempo que ella es también objeto de irresistible atracción para otras personas.

    Este filme obtuvo el Premio de la Crítica (premio FIPRESCI) en la última edición del Festival de San Sebastián.

    Os dejo el trailer para que os animéis y vayáis a verla.
    (Ver fotos y tráiler en mi blog
    Lourdes L.
    Lourdes L.

    1.815 usuarios 101 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 7 de junio de 2015
    "Cold, cold heart, hard done by you, some things look better, baby, just passing through...", frío frío corazón, hecho difícil por ti, algunas cosas parecen mejores, nena, si las pasas por alto..., propósito de enmienda de Nelly, una desaparecida cantante que renace de su concedida muerte, que resurge de sus vertidas cenizas ante aquellos que traicionaron su ser, manifiesta judía cuya falsedad ya no importa como tampoco la verdad de quién es y cómo fue su historia, sonámbulo espíritu asesinado en su esencia, con mismo cuerpo pero diferente cara, que busca cobijo, abrazo y cariño, volver a una existencia perdida, plena, de extraño presente donde la más confusa y ausente es ella misma al hallarse vacía de corazón, fría de sentimientos y catatónica de razón.
    Parada reflexiva que inmoviliza toda cognición y sólo permite andar cual errante caminante, vagabundo sin fuerza ni rumbo que necesita guía para llegar a encontrar su punto de destino, omitido reflejo en el espejo que parece nunca despertar de su somnolencia y turbada manifestación al rezar y suplicar por el amor hace tiempo correspondido cuando ahora, en su marchito presente, olvida otorgarse el de su merecida persona, autoestima que necesitará tiempo para encontrar su valor y salida e irrumpir con valentía, cual vedette deslumbrante, en el escenario montado, esa irónica y absurda obra de teatro, patrocinada por la ignorancia de un marido ávido de fortuna y donde con torpeza, ridiculez y sadismo tendrá que interpretar a Kelly, cantante nunca más desaparecida, por siempre judía que regresa triunfante del holocausto, una guerra nazi que sirve de telón de fondo y excusa para la representación de la obra pero en la que apenas se penetra o indaga, superficialidad que pretende centrarse en los personajes, perdón, en la estrella, en ese ave fénix rodeado de pájaros menores que ni le hacen sombra, ni se les permite, al no otorgar beneficio de espacio a su desarrollo y quedar, en suspenso, el anhelo de saber más de ellos, un necesario y demandado conocimiento que permitiera redondear la historia.
    Porque, sinceramente, 40 minutos gélidos de reconstrucción y moldeado de la nueva Nancy, encuentro con su Kent, que por lo visto es corto y alelado de modo que, más minutos y rodaje para vestir, maquillar, enseñar a hablar, caminar, escribir a la hallada como vieja-pretendida-Nancy pero nueva y perfecta, maravillosa aunque nunca deje de ser la Nancy de antes, ahora y siempre, un jueguecito ameno y curioso que tampoco logra despertar gran devoción, excepcional Nina Hoss como víctima martir que ha perdido su identidad y la recobra a través del contacto con aquel que ni siquiera la reconoce, menos creíble su compañero de reparto, Ronald Zehrfeld, ante un papel de bobo que no se entera de la película que él mismo monta y, una notable fotografía de la nocturna Berlín, de la posteridad que sobrevive a la fatalidad del pasado que, aunque perfecta y exquisita, sólo aporta rabia de observar talento expositivo que apenas le dice nada a los sentidos, un corazón tranquilo que no se emociona ni suspira ni altera, que permanece frío, estático y muerto, como el personaje protagonista que, es verdad, es lo que cuenta, el estado anímico en el que se encuentra pero ningún sentimiento análogo, propio o mutuo de afinidad deseada surge que permita un gustoso y suculento afán de acompañarla en su loca y enrevesada aventura mezcla de miedo, curiosidad, incertidumbre, amor y deseo, pausado observar que no motiva ni estimula, en exceso, las ganas de compartir ruta hasta el descubrimiento del pastel donde se retiren las máscaras y se de el baile y la fiesta por acabado, fin de la pantomina de una ópera que habrá terminado cuando cante, no la más gorda, sino todo lo contrario, la más seca, famélica y callada que recuperará su magnífica voz para sorpresa del director de orquesta sentado al piano.
    Teoría apetecible y presuntamente sabrosa cuya acción esperas con interés de resultado, reflexiva práctica que cumple con las expectativas, lento caminar de pausa electrizante, angustia constante y fisgoneo atento al siguiente movimiento que combina torpe y fatalmente, como opuestos que no se atraen ni conjuntan ni ¡con cola!, con una práxis emocional que no se siente, ni percibe, ni degusta las sensaciones observadas, desfile obtuso y raído de aflicciones poco verosímiles que no alcanzan, para cautivar o amendrentar, al espectador.
    No saber dónde se está, quién se es o hacia dónde se va es sugerente y apasionante, argumento de esperanza óptima para quien gusta del olvido, la ingratitud, la tirantez asfixiante y el pánico anímico, entonces ¿dónde quedaron dichos sentimientos?, ¿por qué su guión no permite acceder a los mismos?, ¿vivirlos sin tortura de resaca culpable por esa pesadumbre de no poder captarlos?, ¿quedaron estáticos en la escritura del papel proyecto del largometraje?...
    ..., porque no surgen en vivencia, su aparición es captada por la mirada y la razón pero no logra ir más alla, ahí detiene su camino contaminando al público del hermético halo de princesa encontrada pero sosa y apática, dejando al vidente huérfano de aspirar, con completitud, toda la sintonía armónica de tan meritoria actuación pues ¿de qué sirve esta gran lectura de la partitura si su envolvente sonido ni abraza ni envuelve?, y dictamino, con poca duda de exiguo error, que todas las alabanzas y tributos vertidos hacia la presente versan sobre su teoría y práctica reflexiva, quedando la emocional olvida, abandonada y hueca.
    "Say you, say me, say it for always, thats the way it should be, say you, say me, say it together naturally", di tú, digo yo, dilo por siempre, esa es la manera que debe ser, di tú, digo yo, digámoslo juntos naturalmente..., lo diga quien lo diga, una elegante última escena que no equilibra la falta de empatía sensitiva, de vivencia entrañable y apetencia continua que conmueva y aflija el resto del relato.
    cine
    Un visitante
    3,0
    Publicada el 3 de junio de 2015
    Por fin llega a nuestras salas Phoenix, la última película de Christian Petzold, avalada por el Premio FIPRESCI en el último Festival de San Sebastián. Si bien no es la gran película que en cierto modo podría esperarse, sí puedo decir que es un excelente acercamiento a las verdaderas consecuencias del holocausto, exento de manipulación y muy lejos de caer en el pornodrama emocional, en el que tan fácil es caer en una cinta de estas características. Petzold vuelve a contextualizar la historia en el turbio pasado de su país, dotándola en todo momento de una sobriedad y elegancia casi academicista que contrasta con su trasfondo turbador. Una mirada atrás hacia una Alemania (país y población) en ruinas.

    Nelly (Nina Hoss), una superviviente de Auschwitz, regresa a su Berlín natal con la cara desfigurada, acompañada por Lene (Nina Kunzendorf), de la Agencia Judía y amiga suya antes de la guerra. Nelly decide someterse a una operación para reconstruir su cara, de la manera más fiel posible a como era antes de la guerra. Una vez recuperada, Nelly comenzará la desesperada búsqueda de su marido, Johnny (Ronald Zehrfeld), que está convencido de que ésta murió en el holocausto junto al resto de su familia. Pese a las advertencias de Lene, que asegura que Johnny fue quien la delató a los nazis, Nelly no cesará en su intento de encontrarle. Pero cuando se produce el reencuentro, Johnny no la reconoce. Ella aceptará hacerse pasar por su mujer, es decir, por ella misma. Esta situación recuerda, salvando las distancias, a una obra maestra como es Vértigo (sí, sé que no soy el primero ni el último que lo dirá).

    El primer problema que plantea Phoenix es la dudosa verosimilitud de su guion, donde cada cual tomará un diferente posicionamiento. No dudo que este motivo sea capaz de sacar a más de uno de la historia, pero tampoco creo que sea algo tan inverosímil como algunos dicen. Además de que desconocemos cómo era su rostro antes de la guerra, hay que tener en cuenta la absoluta negación llevada a cabo por los protagonistas, fruto de la culpa y del amor: ella, incapaz de admitir la posibilidad de que su marido la traicionase; él, convencido de que murió y abrumado por la culpa y la evidente posibilidad de que sea la verdadera Nelly. Ambos necesitarán pruebas irrefutables para admitir unos hechos y una realidad que parecen obviar.

    El “Fénix”que da nombre a la película adquiere diferentes formas en ésta: una Alemania en ruinas que debe empezar de cero; una joven que necesita la reconstrucción de su cara y, a la vez, de una identidad perdida en los campos de concentración; una relación amorosa destruida por culpa de la guerra; y un club nocturno de nombre coincidente con el título, y en cuyo interior cada uno se busca la vida como bien puede. También se podría aplicar al vestido rojo de Nelly en el primer encuentro con su ex marido, pero no confirma esa condición de Fénix: no la reconoce.

    La bellísima y cuidada puesta en escena llevada a cabo por el alemán, contrasta completamente con el fondo desolador de la historia. La (casi) primera mitad de la historia es brillante, con la presentación de la frágil Nelly, fantásticamente interpretada por la actriz fetiche de Petzold, Nina Hoss. La composición de un personaje de remarcada fragilidad, que, con el devenir de los acontecimientos, adquirirá un cariz totalmente desgarrador. Y no olvidemos a una también genial, aunque con una escasa presencia en pantalla, Nina Kunzendorf; ni a un muy buen Ronald Zehrfeld, como réplica a la interpretación de Hoss. Desgraciadamente, la película adolece de una progresiva pérdida de fuelle desde el encuentro decisivo de la pareja (el segundo). En la segunda mitad adquiere un tono casi teatral, con una narración que parece desprovista de la intensidad que sí tenía en un principio. Cuando parece que ya sólo queda asistir al desperdicio de una buena historia, un final de esos que ponen los pelos de punta se encarga de subsanar con éxito ese bajón que parecía no tener solución. Una total demostración de sutileza -en todo el film, aunque aquí especialmente- y talento de Petzold. Así, aunque supongo que involuntariamente, la película actúa también como ave fénix.

    No es redonda, pero es un estupendo reflejo de Alemania una finalizada la II Guerra Mundial, y de una de las tantas personas que lo perdieron todo. Como bien dice el personaje de Johnny en una escena: “Nadie se fija en los que vuelven de los campos de concentración. Nadie los va a reconocer”. Phoenix es una de esas películas que, sin saber muy bien por qué (quizá por tener uno de los mejores finales de los últimos tiempos), tiene toda la pinta de ir a permanecer en mi memoria y a mejorar con el paso del tiempo.
    cine
    Un visitante
    5,0
    Publicada el 17 de enero de 2016
    Un film stupendo! Molto reale , una donna innamorata che vuole arrivare fino la fine speranzosa , sperando trovare una verità diversa a quella imminente davanti agli occhi, un finale che mi ha fatto piangere come se fosse bambina... Bellissimo, ed attori stupendi...
    cine
    Un visitante
    2,0
    Publicada el 8 de junio de 2015
    para nostalgicos que con el Amor de su vida fueron rechazados.
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