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    Entretenida
    Mis hijos

    La piel que has visto

    por Suso Aira

    Ha sabido explorar y explotar muy bien el realizador Eran Riklis aquello de que lo anecdótico, lo aparentemente trivial, esa nota a pie de foto en la Historia, era lo verdaderamente importante, lo que revelaba ineludiblemente lo que estaba sucediendo en un tiempo y lugar concretos. Ese tiempo y lugar es en su caso el que tiene en tensión a israelíes y palestinos en ese polvorín de Oriente Medio. Riklis no necesita el panfleto para subrayarnos mensajes de solidaridad y empatía, incluso a veces parece decirnos que la convivencia es posible pero mucho más, y más habitual, la violencia ciega.

    Los limoneros, quizás su trabajo más popular y redondo, es la muestra de su manera de trabajar y filmar/analizar el conflicto: una situación cotidiana y trivial que se va progresivamente enrareciendo y envenenando hasta llegar a unos límites en los que los verdaderos rostros de los implicados, de la situación en sí misma, afloran sin maquillajes acomodaticios.

    En Mis hijos, Eran Riklis prosigue con esta idea y esquema: un lugar aparentemente neutro, un hecho anecdótico y un encadenamiento de circunstancias que van adentrándonos en zonas oscuras o incómodas. Resulta curioso como esta historia de un estudiante palestino, árabe, en la universidad (israelí, judía) de Jerusalén vaya transitando por el drama de integración (y rechazo) estudiantil de toda la vida (¿recuerdan Vida de estudiante o El indomable Will Hunting? Pues eso), por un Romeo y Julieta de una aridez asombrosa y por un atisbo de comedia de identidades (no es, claro, Harvard: Movida USA, pero algo hay) y de negaciones para desembocar en un dramón familiar digno de la Stella Dallas de King Vidor. Historia sobre la vergüenza, la cobardía y el miedo… Sobre la intolerancia en el seno de las nuevas generaciones más y mejor educadas, sobre el sacrificio y la supervivencia. Sobre esas notas al margen de las historias oficiales que son la Historia, en mayúsculas.

    A favor: las escenas con la familia.

    En contra: ciertos atisbos de moralina facilona.

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