Hay secuelas que resultan inevitables, nos guste o no la industria cinematográfica es eso, una industria y no puede dejar pasar la ocasión de rentabilizar un producto como Ocho apellidos vascos que tantas alegrías les dio en 2014. Ocho apellidos catalanes se estrenó en noviembre y tras su tercera semana ya era la película española más taquillera de 2015, la recaudación de su primer fin de semana la coloca como el mejor estreno del año, superando Cincuenta sombras de Grey (que bien hizo eOne Films Spain retrasando una semana el estreno de Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 2), bueno todo esto hasta que llegó el episodio VII de Star Wars, claro.
[...] De entrada nada hace pensar que vaya a haber muchas sorpresas ni en el guion ni en el tipo de humor, y más después de la machacona campaña publicitaria con que nos bombardeó Telecinco Cinema, así que una vez perdido el factor sorpresa, resulta que también se ha perdido la frescura, la rapidez y el ritmo, hasta Dani Rovira parece desubicado. La primera parte me pareció algo deslavazada pero divertida al fin y al cabo, me temo que esta segunda ni eso, creo que me reí un par de veces, me ha parecido una sucesión larga de sketches televisivos, además la mayoría de los gags se podían ver en el tráiler. Aunque también tengo que decir que el resto de espectadores se reía tan sólo con que Elejalde dijera ¡ahí va la ostia pues!, así que el problema será mío.
En el reparto repiten los cuatro protagonistas de la primera entrega, Dani Rovira y Clara Lago por un lado y Karra Elejalde junto a Carmen Machi por otro, también Alfonso Sánchez y Alberto López como los amigos del novio. A ellos se unen un genial Berto Romero, quien sino él para interpretar al nuevo novio de Amaya, Rosa María Sardá que será su querida abuela, una mujer convencida de que Cataluña por fin se ha independizado de España, y Belén Cuesta como la organizadora de la boda y enamorada en secreto de Pau.
Mucho diálogo con segundas intenciones, bastante improvisación y Karra Elejalde que vuelve a ser el único que brilla con luz propia. Aunque se echa en falta más fuerza en la sátira y un guion más trabajado.