Opiniones sobre Nosferatu

"Nosferatu" es simplemente, uno de los films más grandes e impactantes, no sólo de la época silente, no sólo del blanco y negro, no sólo del terror, sino de la historia del cine. Aparte de ser la obra más conocida del expresionismo alemán, es la primera obra en que una figura mítica hace su aparición en pantalla: el Conde Drácula. Basada en la novela de Bram Stocker. El film relata la historia del Conde Orlock, al que el amor de una jóven lo lleva desde su lúgubre castillo de los Cárpatos a sembrar el terror por Hamburgo, para acabar desapareciendo un amanecer fruto de ese obsesivo amor. El agente inmobiliario Hutter es enviado por su superior, Knock a Transilvania para cerrar la adquisición de una finca en Wisborg que colinda con la residencia del mismo Hutter, con el extraño Conde Orlock. Hospedado en el siniestro castillo del noble, Hutter experimentará el horror de que ha sido mordido por un vampiro, y que éste ya ha emprendido el viaje hacia Wisborg para seducir y vampirizar a su amada esposa Ellen. Decididamente, ésta es una obra de un genio creativo. Los críticos de cine y los cinéfilos, en su inmensa mayoría, han catalogado a esta película como uno de los máximos ejemplos de surrealismo, metáfora y lenguaje simbólico de la historia, lo que decididamente traspasa la idea de los neófitos de estar sólo ante un film mudo de terror, que hasta el día de hoy, sigue inquietando y agobiando incluso.

Sin embargo, la oscura y siniestra estela que proyecta este film va más allá de su trama y ensombrece su concepción. Porque siendo una de las primeras versiones de la novela "Drácula" (1897) de Bram Stocker (se sabe que hubo una versión húngara a fines de los 20s lamentablemente perdida) la cinta está inundada de misterio en su filmación y posterior exhibición. La modesta productora alemana Prana, en plena auge del llamado Expresionismo Alemán, decide filmar una versión libre de "Drácula", ya que no tienen ni la intención ni los medios de comprarle los derechos a la viuda de Stocker. F.W. Murnau, uno de los más grandes genios que el cine ha dado, obsesionado con filmar la más aterradora película de terror a la fecha, no escatimó en realismo y contrataría como protagonista al legendario Max Schreck, al cual me referiré más adelante. La demanda de la viuda de Stocker y su triunfo legal obligó a la Prana a destruir todas las copias existentes del film, pero afortunadamente para nosotros, fue demasiado tarde, ya que algunas copias de la cinta fueron compradas por coleccionistas y escondidas. A pesar de reconocer que tiene algunos detalles en su guión, el film es un ejemplo magistral de narrativa cinematográfica. Y es quienes vean en ella una película meramente de terror, muy oscuro ciertamente, no hacen justicia a las intenciones de su director. Esta cinta es un ensayo cinematográfico con un uso de la metáfora notable, con un simbolismo atemporal, crudo incluso, que refleja un miedo crónico de la sociedad alemana por la incertidumbre y el horror de la guerra y post-guerra, reflejado en el vampiro, en las ratas, en las cruces. Respira un aire ominosamente siniestro y de muerte más allá de lo que el espectador palpa con el horror explícito de ver al vampiro amenazante: da la sensación que justamente Stocker impregnó a su Conde Drácula, un mal eterno, imposible de extirpar a pesar de que se le pueda controlar temporalmente.

No se puede negar que la película sufrió de un presupuesto algo reducido, de hecho, Murnau filmó en la antigua Eslovaquía gran parte de las escenas previas a la venida del Conde a Wisborg, para abaratar costos (pero de cualquier forma), en ningún caso se puede hablar de un trabajo técnico deficiente. Destaca, evidentemente, el trabajo escenográfico de Albin Grau, en el Castillo de Orlock (el tenebroso Castillo de Oravsky, y el destartalado Castillo Trenčiansky hrad, ambos en Eslovaquia), la ruinosa nueva casa del Conde en Wisborg (los antiguos Almacenes Salzpeicher en Lübeck, Wismar) y la cubierta del barco que trae a Nosferatu, es decir, a la plaga a Wisborg, escenarios inquietantes, escabrosos sin que hasta ese momento sepamos qué pasó o si pasará algo horrible. Murnau no era ningún novato en el cine, ya había filmado varias películas, muchas de ellas perdidas y sabía claramente de innovación. El director alemán realizaría una memorable utilización de la luz y la sombra, cuya filosofía era que las sombras son más poderosas que las imágenes. Lo anterior, más el trabajo con el negativo en inversa que le dieron el toque sobrenatural a los traslados de Orlock en el coche que recoge a Hutter y su traslado a Wisborg, entre otras cosas, reflejan un artista comprometido con la innovación en la forma de filmar. Sin embargo, la oscura y siniestra estela que proyecta va más allá de su trama y ensombrece su concepción. Porque siendo una de las primeras versiones de la novela, está inundada de misterio en su filmación y posterior exhibición.

Las actuaciones, incluso para un movimiento como el Expresionismo Alemán, en donde la exageración y la teatralidad son un sello, son más que buenas. Técnicamente, Murnau presenta la historia con 4 personajes: El Conde Orlock (Max Shreck), Hutter (Gustav von Wangenheim), Knock (Alexander Granach) y Ellen (Greta Schröder). En donde destaca evidentemente la figura siniestra del primero, cuya leyenda negra no tardó en forjarse y crecer. Supuestamente ante la poca información que habría existido sobre este actor de teatro alemán, cuyo apellido significa "terror" en alemán, y el hecho de que soliera llegar caracterizado como el Conde Orlock, a parte de no compartir mucho con el resto del elenco, surgiría la leyenda de que Shreck era en realidad un vampiro, contratado para vampirizar a la protagonista femenina en escena. "Bela Lugosi" y "Christopher Lee" pasaron a la historia como sendos Conde Drácula, con ese aire elegante e inquietante, pero Shreck es decididamente más tenebroso, no sólo por su maquillaje y caracterización, sino por su figura entera.

En definitiva, una cinta majestuosa, brillante, inquietante, tenebrosa, de técnica compleja, metafórica, artística, crítica, innovadora, onírica, atemporal... Prácticamente todos los adjetivos y superlativos para esta obra del polifácetico Murnau. Obra de un genio creativo. Uno de los máximos ejemplos de surrealismo, metáfora y lenguaje simbólico, lo que decididamente traspasa la idea de los neófitos de estar sólo ante un film mudo de horror, que hasta el día de hoy, sigue inquietando y agobiando incluso. Siendo de los más grandes e impactantes, no sólo de la época silente, no sólo del blanco y negro, no sólo del terror, sino de la historia del cine.

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El gran Friedrich Wilhelm Murnau fue uno de los más importantes creadores del Expresionismo alemán y del “Cine de Cámara” (Kammerpielfilm), enfocándose en el drama íntimo y realista, con un estilo sobrio y psicológico. ”Nosferatu” lanzó a Murnau internacionalmente con esta mirada bastante fidedigna de la novela romántica “Dracula” de Bram Stoker. “Nosferatu” es una experiencia inmersiva que sigue hipnotizando y aterrorizando con una maestría visual y narrativa muy poco habitual.

Desde el inicio, Murnau nos envuelve en una atmósfera de inquietante presagio, con un ritmo silente (no tanto por ser muda) que transmite el terror a través de sus imágenes poderosas y simbólicas. Las sombras se alargan y nos bailan creando una sensación extraña sobre la pantalla. La dirección de arte, los decorados minimalistas y una iluminación que juega magistralmente con el claroscuro, construyen un mundo donde la luz del día nunca parece penetrar del todo.

Max Schreck es el Conde Orlok, con una caracterización lejos del galán seductor que Hollywood popularizaría poco después, y encarna a una criatura de pesadilla con una figura esquelética, dedos alargados, orejas puntiagudas y una inquietante cabeza calva con ojos hundidos, que proyectan una imagen de repulsión y terror primario. Cada uno de sus movimientos es deliberado y espeluznante, transformando al conde en una encarnación visual de la peste y la amenaza que se cierne sobre la humanidad. Murnau utiliza el vampiro no solo como un monstruo sobrenatural, sino como una metáfora de la enfermedad, la corrupción y el mal que se extiende insidiosamente. La llegada del conde a Wisborg no es solo la de un ser maligno, sino la de una plaga que consume la vida y la esperanza.

"Nosferatu" trasciende el simple entretenimiento y se convierte en un estudio sobre el miedo ancestral. Su influencia en el cine de terror es incalculable, sentando las bases para innumerables películas de vampiros y horror gótico. Con esta cinta redescubrimos el origen de muchas convenciones del género, pero también la genialidad de un director que entendió la psicología del miedo como pocos. Es una obra imprescindible que, a pesar de su antigüedad, mantiene una capacidad asombrosa de perturbar y fascinar a la vez.

Nosferatu, la primera adaptación de la novela Dracula de Bram Stoker en 1897, y sin duda la mejor adaptación de la novela que hay hasta ahora.
Ningún Dracula podrá igualar a la actuación en perfección en estado puro de Max Schreck que como dato curioso solo parpadea una vez durante toda la película, y gracias a esta interpretación y a su increíble maquillaje tenemos uno de los personajes más emblemáticos de la historia del cine y completado con una fotografía perfecta, una banda sonora espectacular y una puesta en escena de diez ( para aquella época), nos sale uno de los mayores clásicos de la historia del cine y la mejor obra del séptimo arte alemán.

Lo único bueno..la ambientación y el vestuario..pésimo el guión y escenas excesivamente magnificadas en sangre sin necesidad..no volvería a verla