Se trata del primer largometraje que escribe y dirige la cineasta Leyla Bouzid. Ha realizado antes los cortometrajes Zakaria (2013), Gamine (2013), Mkhobbi fi Kobba (Soubresauts) (2012) y Un ange passe (2010), entre otros.
À peine j'ouvre les yeux está ambientada antes de la revolución tunecina, a lo largo del verano de 2010. La historia transcurre durante la dictadura de Ben Ali, que fue presidente hasta principios de enero de 2011, pero el guion y el rodaje tuvieron lugar cuando el dictador ya estaba fuera del país. "Cuando la revolución tuvo lugar, hubo un gran deseo de filmar y representar lo que estaba ocurriendo. En ese momento se realizaron numerosos documentales, todos llenos de esperanza y con miras al futuro. Yo también deseaba filmar algo, rodar lo que habíamos vivido y sufrido: el asfixiante día a día, el pleno poder de la policía, la vigilancia, el miedo y la paranoia de los tunecinos durante 23 años", comenta la directora.
La historia de la película no es autobiográfica, pero hay algunas situaciones que la cineasta Leyla Bouzid sí ha conocido como cuando descubrió que un amigo cercano era un infiltrado de la policía.
La música de la película creada por la compositora Khyam Allami es fundamental porque debe representar una vía de escape al igual que una forma de resistencia para los tunecinos. Leyla Bouzid cuenta como conoció a la compositora: "Conocí a muchos músicos, pero no nos poníamos de acuerdo. Y un día, por casualidad, estaba en un concierto en París y allí descubrí un grupo cuya música me transportó: 'Alif Ensemble'. Khyam es uno de los miembros del grupo que son de diferentes países árabes (Líbano, Egipto, Palestina, Irak) [...] Después me enteré de que el luthier del grupo era irakí y había vivido los tres últimos años en Túnez, hablaba tunecino, conocía los lugares en los que yo quería rodar, las vidas de los jóvenes,... después de esto fue todo muy rápido y simple".
Después de Venecia, Namur, Bastia, San Juan de Luz, Tubinga y Burdeos, la película ha sido presentada en el Festival de Cine de Cártago en Túnez delante de una sala con 1800 personas.