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    Paddington 2
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    Pipe C.
    Pipe C.

    9.032 usuarios 160 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 12 de marzo de 2018
    Posiblemente, la mejor secuela cinematográfica de un filme familiar en acción real.

    Acudamos a la sinceridad. ¿Acaso algún mortal guardó esperanzas de triunfo crítico y comercial por una obra centrada, casi a plenitud, en un oso, proveniente de lo "más oscuro y recóndito de Perú", que terminaba envuelto en un sinfín de bretes en el Reino Unido? Estadísticamente, la lista de optimistas era realmente reducida. Dentro de ese pequeño número se hallaban los directivos de la actual comprometida compañía The Weinstein Company, quienes decidieron apostar por el todo o nada, dando luz verde a esta aventura “fish-out-of-water” posada sobre los hombros del cándido e inherentemente cómico animal de Michael Bond. Con todo y todo, en Enero de 2015 tuvimos la oportunidad de ingresar a una sala de cines para presenciar un filme que gozaba de una anatomía identificablemente británica, impulsado por el arrollador talento de Sally Hawkins, Nicole Kidman, Peter Capaldi, el fantástico Ben Whishaw y, por supuesto, de las hipnóticas y fascinante habilidades de cada miembro del complejo creativo, quienes tenían como capitán y principal responsable de la placida sorpresa que resultó ser el largometraje a Paul King. Con “Paddington” podría desplegarse, con certeza, una hipótesis alrededor de la real experiencia cinematográfica, a saber, que una película resulta verdaderamente sorprendente, generalmente, cuando produce emociones súbitamente buenas y, a la vez, consigue dejar las pobres expectativas que las sobrevolaba detrás del sillón. Lo que se auguraba como un bodrio fílmico seguro, terminó siendo una cálida y carismática historia sobre el amor, la importancia de la familia, la ingenuidad y la honestidad, una obra que resonó en taquilla y critica como nadie esperaba y en parte gracias al original ojo de Erik Wilson y todo el equipo artístico, así como las plausibles actuaciones del reparto principal. Lo anterior consiguió generar la suficiente expectativa e interés como para sacar adelante una secuela, teniendo en sus espaldas una peligrosa nominación a los BAFTA que ponía la barra muy alta. Retornando con el mismo director, escritor y la mayoría del cast y el crew, “Paddington 2” se afilia al anómalo grupo de las secuelas que no derivan en aniquilantes exprimidores, ya que potencia las cualidades de la primera entrega y las condensa con nuevos componentes, convirtiéndola, de nuevo, en una película llena de personalidad y atractivo ideal para toda la familia, mientras se da el lujo de jactarse de ser una de las travesías visuales más estrambóticas y frescas del año. Para su consideración: la segunda parte ha sido nominada a tres BAFTA, punto.

    En la nueva entrega, la tía Lucy es el principal propulsor narrativo. No por nada es ella, quien junto al tío Pastuzo abren la película, narrando como dieron con nuestro carismático oso selvático. Su regalo de cumpleaños, un gravoso y didáctico libro sobre Londres, se convierte en Macguffin irrevocable, puesto que es una simple e ingeniosa coartada para desplegar la consecución de set-pieces humorísticas y dramáticas, las cuales abundan en el filme. Alrededor de este sencillo pero encantador tema, una muestra material de amor, Paddington se verá envuelto en una tragicomedia de grandes proporciones, en donde pasara de ser peluquero a trabajador en alturas exteriores, de prisionero a prófugo, obviamente, bajo el filtro infantil e ingenuo tan característico.

    De pura entrada, la nueva entrega inserta, a mi juicio, un predomino femenino que resulta un poco sintético, forzado y propositivo a la problemática de genero laboral actual. En la escena de apertura, no es papa oso quien ejecuta las hazañas peligrosas, es tía Lucy quien demuestra tener las agallas, hasta ahí una generosa prez, sin embargo, las sub-tramas femeninas de la familia Brown se tornan erróneamente cómicas: ¿Cruzar un océano entero o escribir un periódico sin hombres? ¿De verdad? Afortunadamente, el peso de empoderamiento cesa desde ahí, y tal vez hubiera funcionado mejor si se hubiera distribuido esa carga a lo largo de todo el filme, la saturación del inicio no ayudó. Asimismo, el guion no se salva de tener versiones estereotipadas y tradicionales momentos fallidos de comedia, sin embargo, son, por fortuna, limitados, abriendo paso a las excentricidades que le capacitan para ser una obra infantil que podría entrar entre las mejores del nuevo siglo.

    Mientras la mayoría de las tramas secundarias carecen de identidad sólida y creíble, los escritores Simon Farnaby y Paul King optan por depositar toda su inventiva narrativa en la trama del protagonista, puesto que, al final, es él quien debe estar bajo el foco de atención, por supuesto, acción posibilitada gracias a un tridimensional antagonista. Hugh Grant releva al protagonista en las escenas en donde no aparece, pues su villano, un personaje gracioso y lo suficientemente peculiar para no pasar la barrera de lo absurdo, abre el camino a la gratificante cantidad de comedia de situación y justifica, elocuentemente, el avanzar de la historia y sus correspondientes coyunturas. La fuerza actoral no solamente recae en los hombros del antagonista, también recibimos encantadoras y jugosas interpretaciones de actores como Peter Capaldi y Sally Hawkins, creando un ritmo dinámico y una fluida conexión con la audiencia.

    Es importante dedicar un párrafo completo al humor del largometraje ya que, apoyado en elementos anteriormente señalados tales como el cast o la inventiva artística, consigue ser una de las comedias mejor acendradas, más virtuosas y funcionales de los últimos tiempos. Se sabe que dentro de la factible franquicia en la que “Paddington” puede convertirse, el factor cómico se posa, mayoritariamente, sobre los hombros del ingenuo oso, pues debido a esto vemos como, graciosamente, diferentes empleos desfilan por la vida del animal. Con todas las variables y combinaciones distintas de comedia, el filme opta por anteponer uno más físico y bullicioso en escenas donde el gran protagonista suele ser el artífice, del mismo modo, se evidencia un humor colectivo dinámico y sincero que deriva de la interacción entre los personajes y el protagonista. De igual forma, los guionistas son lo suficientemente perspicaces para entretejer cada momento cómico con situaciones posteriores, a saber, los personajes o acciones que estos realizan sin intención, formaran parte, generalmente, de un rango humorístico mayor que el logrado con una única escena, una táctica de mejor resultado.

    En esta ocasión, regresan los colores vivos, característica innata del primer filme, sin embargo, se diferencia, radicalmente, de esta pues no terminan siendo empalagosos, Erik Wilson sabe cómo dotar con definida personalidad una trama focalizada en un animal, claramente, soportado por una fuente de inspiración, no obstante, esto no desvitaliza el encanto y fuerza de un mundo que habla a través del desenfado visual sobre esperanza y unión. Un logro mayúsculo es el terminado artístico de la obra, es deslumbrante y laborioso la manera en la que evitan la ridiculización aun teniendo a prisioneros vestidos de rosado, una familia con prendas extravagantes o una metrópolis con envoltura seria pero contenido vistoso; luce con coherencia y seguridad cada mínimo gesto que se asoma en pantalla, es una victoria grandísima para las comedias familiares.

    Sumado a la beldad de la cinematografía, parece incalculable la cantidad de responsables de efectos especiales que participó en el filme, sin embargo, teniendo como base su trabajo en escenas específicas se pueden emitir aproximaciones con pleno convencimiento. Mientras en la primera entrega proyectaban al comienzo y al final de la historia como se desarrollaba la vida de cada uno de los miembros de la familia, a modo de conjunto, deslizándose de habitación en habitación como si de una maqueta se tratase, la segunda entrada impulsa el recurso más allá, pues introduce técnicas visuales-narrativas para hacer más enérgico el avanzar de la historia, mini-intervenciones propias que son hermosas, entretenidas e imaginativas gracias al esmerado trabajo del grupo de edición y arte. Mención especial merece el guiño a películas de décadas pasadas, insertando esporádicas piezas musicales que tocan su punto álgido con la aparición, en carne y hueso, de la banda musical en las escenas, una venia interesante, respetuoso y tremendamente nostálgica.

    No es extraño, “Paddington 2” de Paul King regresa por lo más alto, materializando voluntades visuales flamantes, mientras, en simultáneo, propone importantes enseñanzas, operaciones que le permiten ser una cinta obligada para el público en general; una comedia creativa y sincera que significa todo un acontecimiento pues reivindica la pésima calidad de las más recientes comedias familiares. En lo que ataña al cine, roza la perfección crítica y comercialmente ha vuelto a ser un éxito, no obstante, la verdadera victoria de King es concebir una de las mejores aventuras sobre el amor, la familia y, como no podía faltar, las locuras de un individuo ingenuamente carismático; creativamente sorprendente y narrativamente dinámica, le damos la bienvenida, sin siquiera percibir su olor a mermelada, a un largometraje por el que verdaderamente vale la pena pagar.
    Min S.
    Min S.

    123 usuarios 44 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 9 de diciembre de 2017
    Nos divertimos mucho viendo esta película, historia muy agradable, hasta los malos son simpáticos!
    La verdad que salimos del cine con una sonrisa y de súper buen humor, para ver en familia está perfecta 👌🏽🍿🎞😁💕
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