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    The Neighbor
    Críticas
    2,5
    Regular
    The Neighbor

    Malditos vecinos

    por Daniel de Partearroyo

    Marcus Dunstan y Patrick Melton salieron a la luz gracias a Project Greenlight, el reality de HBO dedicado a facilitar el debut en el largo de cineastas emergentes. El dúo firmó el guión de Feast (2005), un efervescente éxito de terror carnavalesco que dio pie a su propia saga de serie B y los catapultó a los libretos de la franquicia Saw, máximo exponente de la popularidad y rentabilidad del llamado torture porn dentro del terror de la década pasada. Su adhesión a los códigos más festivos del sufrimiento humano y la tortura anatómica se mantuvo en The Collector (2009), el salto de Dunstan a la dirección, con una revisión muy interesante del subgénero de las invasiones domésticas que tampoco escatimaba con el gore y la mala leche. Después de los excesos de la secuela The Collection (2012), de pronto nos topamos con The Neighbor, su tercera película como director, siempre con Melton como aliado en el guión, que ofrece un meditado ejercicio de sofisticación formal y narrativa sin abandonar las constantes que mejor han funcionado en el cine anterior de la pareja.

    Como si estuviéramos ante una variación argumental de la premisa de The Collector, en The Neighbor encontramos a Josh Stewart interpretando a un circunspecto criminal de poca monta que, contra su voluntad, se ve envuelto en las sádicas actividades de un villano mucho más malvado. En este caso, se trata de un vecino en una remota zona rural de Mississippi, cuyos perturbadores secretos son descubiertos por la pareja del personaje de Stewart, Alex Essoe (Starry Eyes), a través de un telescopio al estilo de James Stewart en La ventana indiscreta. Como suele suceder en estas ocasiones, todos los temores sobre el sospechoso comportamiento del vecino resultan ser mucho más suaves que la realidad, de modo que pronto el protagonista tendrá que embarcarse en una complicada misión de rescate de su novia. La mejor jugada del filme reside precisamente en la dilatación de este planteamiento, que Dunstan se toma con calma y admirable elegancia narrativa, haciendo que la película se aleje del terror sensacionalista que se asocia a sus autores y descanse reposada en un registro más cercano al thriller psicológico basado en sombras de sospecha.

    Aunque Dunstan y Melton representen una puesta en práctica del terror actual mucho menos esteticistas que la de renovadores contemporáneos como Adam Wingard y Simon Barrett, en The Neighbor dan cabida a encuadres trabajados, movimientos de cámara cuidados, banda sonora expresiva y luces de neón llamativas que no habrían desentonado en propuestas tan autoconscientes como The Guest (2014). Si por algo destaca esta nueva producción, que argumentalmente ofrece poco aliciente a los ya familiarizados con la vuelta de tuerca de The Collector, es por evidenciar la decisión consciente por parte de sus artífices de dar un nuevo aire a su filmografía en vez de anclarse a las fórmulas comprobadas. Puede que The Neighbor sea un intento irregular y poco carismático, pero sin duda resulta encomiable.

    A favor: El refinamiento formal y narrativo que se ponen en práctica durante los primeros tercios del filme.

    En contra: La vuelta a previsibles zonas de confort genéricas durante el tercio final.

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