Hay películas que te dejan sin saber muy bien qué acabas de ver, y The Perfection es una de ellas. Empieza como un drama elegante sobre dos prodigios del violonchelo y, sin previo aviso, se convierte en un festival de giros, sangre y locura. Shepard mezcla géneros como si no existieran reglas: pasa del suspense psicológico al body horror, de la sátira al puro delirio, y lo hace con una seguridad casi insolente.
Logan Browning y Allison Williams están brillantes, sobre todo en cómo cambian el tono de sus personajes sin perder credibilidad. Hay momentos tan absurdos que rozan lo cómico, pero justo ahí está la gracia: la película sabe lo que es y juega con el espectador como si fuera parte del experimento. Si pestañeas, te pierdes algo… aunque no pasa nada, porque enseguida te lo vuelve a mostrar desde otro ángulo.
Sí, es explícita y, por momentos, desagradable. Pero también es hipnótica, visualmente potente y con una energía que no se encuentra todos los días. Shepard filma el exceso con gusto y convierte lo grotesco en algo casi sofisticado. Es un viaje sin frenos, impredecible y provocador.
The Perfection no busca convencer a todo el mundo; busca que te sientas incómodo, que reacciones, que no te quedes indiferente. Y lo consigue. No es perfecta, pero es imposible dejar de mirarla.