Crítica de SensaCine.com para Amores perros: Perra vida

Antes de que, por su propia insistencia y reiteración, el estilo fragmentado, coral y brutalista del mexicano Alejandro González Iñárritu se convirtiera en un molesto cliché, hay que saber reconocer los logros de su filmografía. Su primera película, desde luego, es uno de ellos. Un accidente de tráfico cualquiera en México D.F. sirve para conectar las historias individuales de tres parejas de personajes a la deriva pero con una especial vinculación con uno o varios perros.

Como si 'Amores perros' tuviera el mismo efecto que el accidente que le sirve de núcleo, en él se encuentran felizmente juntos los primeros pasos de muchas figuras que dominarían el cine mexicano del nuevo milenio. Están Iñárritu y el guionista Guillermo Arriaga, con quien seguiría colaborando en sus dos películas siguientes; pero también el director de fotografía Rodrigo Prieto, que hace un trabajo verdaderamente admirable, caluroso y frágil; el compositor Gustavo Santaolalla con su música minimalista; y el actor Gael García Bernal, a punto de convertirse en una gran estrella internacional. Todos ellos entregados a tres historias de frustración e infelicidad con espíritu de cuento moral y textura de sudor.

A favor: El montaje histérico pero comprensible.

En contra: La larga duración puede llegar a ser un problema.