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    En un muelle de Normandía
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    ..PICARD..
    ..PICARD..

    44.984 usuarios 1.069 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 21 de mayo de 2022
    Considerandos. Considerando que la distribuidora Karma nos presenta, al fin, una película que no parece un telefilme; considerando que esta producción gala muestra la explotación de la clase trabajadora en su condición de limpiadoras🚽🧻🧹 en un 🚢 en "Un muelle de Normandía"; considerando que, a excepción de Juliette Binoche, el resto del reparto no es profesional; considerando que este hubiera podido ser un ejercicio firmado por el cineasta británico Ken Loach y considerando que este mediocre redactor de críticas cinematográficas SIEMPRE se posicionará del lado de los trabajadores más desfavorecidos y precarios, manifestar que el celuloide queda a vuestra entera CONSIDERACIÓN, lectoras/es. .3️⃣/5. ..PICARD..
    BeniDolç Villaescusa
    BeniDolç Villaescusa

    100 usuarios 137 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 31 de mayo de 2022
    Película francesa del 2021, de una duración de 106 minutos, con una valoración de 5/10, bajo dirección de Emmmanuele Carrere y guión de Helene Devynck, novela de Florence Aubena. Drama critica social.

    La narracion de un clasismo sociologica del servidor ante el servido, en el que la propia escritora dedicó seis meses de su vida para desvincularse con quien era, construirse una nueva identidad y abandonar su acomodada existencia en París para comenzar desde cero en Caen, en la realidad de otro estrato social. Su intención no era otra que la de documentarse de primera mano para su libro, una obra que hablaría de la precariedad laboral y de esas muchas personas anónimas, a las que la sociedad apenas otorga voz, que trabajan durante interminables horas, muchas veces bajo condiciones vergonzosas he intendas, para ganar un mísero sueldo con el que cuesta llegar a final de mes. Aubenas tomó la identidad de una ama de casa cercana a los 50 años, recién separada de un marido infiel y obligada a trabajar por primera vez tras décadas entregada en cuerpo y alma a cuidar de él. A pesar de su carrera universitaria, nunca habría llegado a incursionar en el mercado laboral, por lo que, debido a su inexperiencia, solo encontraría oportunidad laboral como limpiadora, ejerciendo finalmente esa tarea en un ferri junto a otras compañeras que le sirvieron de inspiración para aquello que quería contar, de manera veraz y sin paños calientes. Para Florence Aubenas, una mujer que había sido capturada cinco años antes en Irak por un grupo de insurgentes iraquíes cuando ejercía su trabajo como corresponsal para el diario Liberation, esos meses fueron un baño de realidad en donde pasó a formar parte de ese 20% de la población francesa en situación laboral precaria. Su novela, también adaptada a teatro, llamó poderosamente la atención de la actriz Juliette Binoche, quien no se detendría en su empeño de ver llevada la historia al cine, por supuesto, con ella como principal protagonista. El director escogido para llevar a buen puerto semejante proyecto no ha podido ser más acertado, ya que Emmanuel Carrére contaba con una amplia experiencia como escritor de obras que mezclaban realidad y ficción, siendo sus incursiones en el cine.

    Emmanuel Carrére, un escritor y director de cine que tampoco parece comportarse como la mayoría de sus colegas. De la periodista de Libération, Aubenas; de su novela, surge la materia argumental que nutre el contenido del filme dando juego a un cambio de persoectiva de lo que no se ve detras de una cama hecha, un wc limpio, o un suelo fregado.
    Con ese relato, Carrére enfrenta a Juliette Binoche como imagen de la citada Aubenas reflejada en un espejo. Binoche se funde con Aubenas, o más exactamente con el personaje que ella misma se ha creado. El resultado, convincente y directo. Binoche se desprende de los tics de diva que a veces tanto le afean y encuentra en los intersticios de un texto y de su metatexto la naturaleza de un filme denso y adulto, inteligente y directo que juega con la precaridad y clientelismo del neocapitalismo. Una de esas piezas que interpela a quien las ve, que no busca autocomplacencia y que pone sobre la superficie de la pantalla las paradojas de un mundo injusto y desequilibrado.

    El argumento recoge las contradicciones y los problemas éticos que sufre una periodista empecinada en conocer en primera línea la realidad del trabajo más precario, el que desarrollan los y las limpiadoras de grandes empresas que trabajan a contrarreloj, sin aliento, a destajo y sin esperanza. Es decir, lo que aquí se escenifica es un periplo por las cloacas del sistema del confort. Cine social que se mueve más cerca de Cantet que de Guédiguian aunque, como siempre que la cámara apunta en estas direcciones, no esté libre de rozaduras y paradojas. En este caso, al tiempo que recrea las duras condiciones laborales, Carrére abunda en el dilema moral de la falsa trabajadora, la periodista infiltrada que para hacer su labor debe mentir a quienes quiere ayudar. Con algún titubeo, y pese a un exceso de maquillaje emocional, la incursión merece la pena, como filme y como testimonio de denuncia.

    Binoche, maravillosa como acostumbra, absolutamente desprovista de glamour, con la cara lavada y totalmente convincente en su papel de ambiciosa escritora que se infiltra en una empresa de limpieza para recabar experiencias con las que confeccionar su novela sobre la precariedad laboral.
    Marianne Winckler, su personaje, es testigo de cómo funcionan las cosas en esas oficinas de empleo, en las que miles de personas, desesperadas por encontrar una ocupación, asumen las condiciones más penosas de los puestos disponibles, aquellos en los que las horas extras están a la orden del día (sin ser pagadas, por supuesto), donde hay que recorrer largas distancias para llegar al lugar de trabajo (se disponga de medio de transporte o no) y en los que la jornada empieza a primerísima hora de la mañana y no finaliza hasta bien entrada la noche, con tal de llevar unos pocos euros a casa. La película adopta, desde esos primeros minutos en los que Marianne comienza su búsqueda de trabajo, un tono extremadamente realista, más cercano al género documental que al de un largometraje convencional, sensación a la que contribuye el hecho de que la trama de personajes con los que se irá encontrando la protagonista a lo largo de su periplo estén interpretados por actores no profesionales. Esta decisión se revela como un gran acierto, ya que, no solo se respira una gran veracidad, sino que todos los intérpretes noveles entregan unas actuaciones cargadas de sinceridad, destacando, especialmente, la sorprendente Hélène Lambert como Chystèle, una joven y muy humilde madre que trata de sacar adelante ella sola a sus tres hijos, realizando tres turnos diarios como limpiadora, teniendo que desplazarse a pie a sus lugares de trabajo, al no disponer de vehículo propio. Es en este personaje donde En un muelle de Normandía y la propia Marianne ponen el foco para dotar de una voz y un rostro a esos miles de mujeres luchadoras que, como ella, sacan fuerzas de flaqueza para subsistir.
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