Película UK del 2.024, de una duración de 148 minutos, con una valoración personal de 6/10, bajo dirección Ridley Scott, y guión de David, David Franzoni. Con un presupuesto 103 millones.
Un secuela que ante todo intencionadamente busca ser efectiva visualmente, ante impactar con sus tomas violentas, pero que no nos lleva mucho más allá del coliseo romano, resultando hecha para adolescentes. Por lo que le falta trama que genere narrativa, ya que la poca que existe es simplona con falta de profundidad y un tanto contradictoria.
El resultado son diálogos que se sienten aislados, fuera de lugar, y secuencias que se suceden sin fluir, como retazos inconexos que buscan el efectismo visual desde el golpe fácil en lugar de hacerlo desde la planificación, la fotografía y el montaje.
Eso sí la calidad técnica es magistral ante la experiencia y veteranía en como Scott mueve la cámara y busca los planos exprimiendo el coliseo romano o el desembarco naval. No obstante se pasa de frenada en su imaginación poniendo tiburones devoradores, un gigante Rinoceronte domesticado como un caballo, unos monos que no se saben que son, o niños jugando al fútbol, es quitar realismo a la historia ante querer hacerla más espectacular, y termina mal hilada y resultado forzada.
La identidad de Hanno interpretado por Paul Mescal, el protagonista esclavizado como gladiador, y su relación con los personajes de la primera no se revelan hasta pasada la hora de metraje. Eso sí, resulta muy refrescante y rica la forma en la que se termina desarrollando un personaje a priori sencillo y soso que, al igual que la trama, va cogiendo matices hasta erigirse inesperadamente, en el digno heredero de Máximo de Gladiator I.
El personaje de Denzel Washington, Macrinus, es un ex-esclavo que se dedica a explotar a los gladiadores. La magia de Macrinus es que, hasta el final de la película, no conocemos su agenda, sus planes políticos secretos, ni lo que piensa o quiere hacer realmente. Es un personaje de drama maquiavélico clásico que funciona fantásticamente bien.
Pedro Pascal como Marcus Acacius, desde luego impresiona bastante menos en su papel arquetípico de héroe con conflicto interno y figura paternal, resultando confuso en su proceder entre general agnegado a un reinado déspota de caprichosos, infantiles, déspotas hasta ser el líder conspirador. Por lo que no nos deja claro si es realmente una marioneta de su mujer. Por lo que todo termina siendo un enredo de mentiras, reencuentros y manipulaciones que hace la historia más confusa.