Película francesa del 2021, de una duración de 84 minutos, con una valoración de 3/10, bajo dirección y guión de Julia Docournau, con un presupuesto de 7,4 millones. Mezcolanza Distópica.
Titane acertadamente es considerada una película críptica, compleja y difícil por muchos sentidos, pues aborda asuntos como el cuerpo, la fluidez de los géneros, la violencia física, lo normativo y lo monstruoso.
Su trama acoge varios temas, que más que giros de guión da volantazos hacia nuevas direcciones, y Julia Ducournau ha mezclado mucho.
Este drama distopico con tintes oscuros que la hace una película salvaje, llena de matices y significados de los cuales se pueden extraer infinidad de interpretaciones. La historia escrita por Ducournau recorre caminos que arranca todo haciendola inesperada, retorcido, surrealista. Las actuaciones de Lindon y Rousselle son pieza fundamental para que todo funcione, sacan lo mejor de personajes poco simpáticos y fragmentados anímicamente, con una vulnerabilidad tangible capaz de mantenernos en una pendiente emocional de comienzo a fin .
La humanidad aparece para saciar los impulsos asesinos de Alexia y la abrumadora desesperación de Vincent. Y toda esta historia tiene una sutil corriente de humor negro en donde dos figuras intentan mantener viva a una farsa evidente.
Esta relación tiene numerosos baches y obstáculos, comenzando con el hecho de que Alexia debe hacerse pasar un hombre, ocultando su voz, senos y barriga. Del otro lado, Vincent es un hombre totalmente masculino, capitán de un grupo de bomberos que intenta combatir al paso del tiempo mediante el abuso de esteroides.
Ducournau subvierte, borra líneas y hace que su protagonista, cuyos senos y vagina gotean aceite, trascienda una identidad de género. Alexia exhibe este desafío de constructos sociales a través de su cuerpo: bailes eróticos, las cicatrices propiciadas por una transformación forzada y el cuidado (o no) de aquello que alberga su vientre. Esta compleja ejecución se logra sin fallos gracias al extraordinario carácter físico de la novata Agathe Rousselle.
Asimismo, la directora juega con la ultramasculinidad de Vincent, bañando de luz morada a sugerentes escenas de baile entre bomberos. Y es que para adoptar a Adrien/Alexia, Vincent lentamente reemplaza esa dura coraza con fragilidad, misma que el soberbio veterano Vincent Lindon plasma con fiereza y magnetismo.
La dirección es brutal. Ducournau orquesta un festín de repulsiones y enfermizos cariños con ayuda de un diseño sonoro inmersivo que potencializa sensaciones y te hace sentir cada rasguido, mastique, fractura y apuñalamiento. El uso de luces de color, así como la fotografía saturada y evocativa de Ruben Impens son generadoras de atmósferas tan sensuales como inquietantes. El altamente siniestro score original de Jim Williams utiliza percusiones y sonidos metálicos para ponerte los pelos de punta; el uso de cánticos en momentos clave ejerce una potencia abrumadora a la puesta en escena.
Es un espectáculo transgresor, audaz, y grotesco con un núcleo de perversa dulzura. Ducournau tiene algunos problemas expresando sus ideas y creando acceso hacia sus personajes, pero la salvaje determinación con la que desenvuelve su narrativa te succiona por completo, generando una experiencia visceral e inolvidable.
No obstante ante las magnificas valoraciones de los críticos cinematográficos franceses, la película no paso de las primeras rondas para los Oscars en el apartado internacional, ante un guión tan kafkiano.