Cinco años despues del extraordinario filme de Teddy Phillips, nos reencontramos con el mismo Joaquim Phoenix, dispuesto a convertir ‘Joker: Folie à Deux’ en otro agitado panorama de actoral, esta vez llevado a una mezcolanza musical, el cual termina resultando un diálogo en que en la historia, se canta cuando no se sabe que decir. Bien pudiera decepcionar a los que buscan una continuidad del mito del Joker, nos ofreciera ir más allá del personaje de la primera parte.
El formato del musical no es algo que nos entusiasme demasiado en la gran pantalla de nuestro país, por no indicar que la garganta de Joaquin Phoenix, no es algo que le dé para grabar un disco. Se convierte en un claro ejemplo de cómo los musicales, tradicionalmente son enfoques hacia mundos de fantasía, que intentan alejarnos de la cruda realidad.
Sin embargo, en este caso, el uso del musical se siente más como un recurso narrativo flojo que no logra cumplir con su proposito, en vez proporcionarnos un aspecto emocional, la película nos arrastra más profundamente en la oscuridad psicológica de sus personajes, sin ofrecer una salida en ese espacio depresivo de la prisión.
No obstante sigue destacando la profesionalidad de Phoenix, ante la profunda sensibilidad que hace surgir de su personaje, por lo que nos lleva a través de una historia de amor y frustración de una marginalidad, ante como la primera película, la han intentaron llevar a un intercambio radical de perspectiva y papeles sociales, en la que los malos son buenos y viceversa.
Estas interpretaciones parecen ser más un intento de capturar la excentricidad que de ofrecer una verdadera reflexión sobre el personaje, lo que es un desperdicio del talento que se le reconoce a Phoenix. El largometraje está lleno de situaciones sin explicación o resolución, como la relación de Fleck con el grupo de policías de Arkham (liderados por un Brendan Gleeson desperdiciado) o la explosión en la corte, o el mismo final la cual parece sacada de la chistera de un mago.
Los 16 números musicales son un añadido que no aporta gran cosa a una trama que se podía haber contado perfectamente sin las canciones (que además son en todos los casos versiones tremendamente inferiores a los originales). Sí, de acuerdo, nos brinda secuencias que no tendrían sentido con una puesta en escena realista, pero eso es solo un ingrediente extra. Los números musicales a veces son metáforas del acercamiento entre Joker y Harley, en otras ocasiones son fugas absolutas de la realidad que solo están en la cabeza de uno de ellos. Hay algún tema de los Bee gees, el mítico 'Close to You' de los Carpenters, 'Ne Me Quitte pas' de Jacques Brel o 'For Once in My Life' de Stevie Wonder, pero la mayoría son canciones de musicales o standards de la primera mitad del siglo pasado. Es decir, con el tracklist en la mano, la sensación de que esta película es un troleo de Phoenix y Phillips.