Crítica de SensaCine.com para Noche de verano en la ciudad: Una habitación en París

Michel Deville concentra en un espacio y tiempo único la relación entre una pareja que se acaba de conocer, en un ejercicio parecido al que llevó a cabo, con un resultado bastante desastroso, Julio Medem en 'Una habitación en Roma'. Los dos protagonistas se presentan justo después del sexo, desnudos buena parte del metraje delante la cámara. Con la complicidad que les otorga el momento íntimo que acaban de vivir, comparten confesiones sobre sus antiguas relaciones y amores mientras que fabulan sobre cómo sería su matrimonio. Las palabras (esta es una película muy hablada) se combinan con las caricias y los roces entre ambos cuerpos.

Deville intenta filmar el proceso que va desde la atracción física al enamoramiento a través del baile de gestos que comparten los personajes mientras no paran de conversar. A pesar de unos diálogos excesivamente construidos, la película consigue transmitir esas intimidades improvisadas que surgen inesperadamente en cualquier habitación una noche de verano en la ciudad.

A favor: las presencias de Jean-Hughes Anglade y la añorada Marie Trintignant.

En contra: un deje excesivamente teatral.