Hay películas que uno empieza a ver sabiendo que no tienen intención de ser creíbles. Jefes de Estado es exactamente eso: una comedia de acción completamente disparatada que no se toma en serio a sí misma ni un segundo. Y, dentro de ese caos, logra lo que promete: entretener.
La pareja formada por John Cena e Idris Elba tiene química, aunque el guion no siempre les da los mejores diálogos. Aun así, se nota que se lo están pasando bien, y eso contagia. La trama no tiene ningún sentido, pero tampoco lo pretende. Aquí lo que manda son las persecuciones imposibles, los tiroteos exagerados y las situaciones que parecen sacadas de una parodia de película de espías.
A ratos hace reír, a ratos aburre, pero nunca llega a ser pesada. El ritmo ayuda y la puesta en escena, sin ser brillante, cumple. Es verdad que hay momentos en los que todo resulta demasiado tonto, como si el humor se escribiera con piloto automático, pero si entras en el juego, se deja ver sin problemas.
Eso sí, si esperas una película con sustancia, es mejor que mires a otro lado. Jefes de Estado es puro artificio, ruido y simpatía. Una historia imposible, llena de tópicos, pero llevada con suficiente desparpajo como para no caer en lo insoportable. Ideal para una tarde sin pretensiones, con palomitas y ganas de desconectar.