Crítica de SensaCine.com para Toda la verdad: Durmiendo con su enemigo

Morgan Freeman y Ashley Judd, que ya habían trabajado juntos con buena química cinco años antes en El coleccionista de amantes, vuelven a llevar la voz cantante en un thriller con cierto presupuesto que va entrecruzándose con el género judicial. Este último se contextualiza concretamente en la jurisprudencia militar, a donde se ve conducido el personaje de Judd tras descubrir que su marido tiene un pasado que no conocía y a quien repentinamente le acusan de varios asesinatos ocurridos en 1988 en la aldea Las Colinas de El Salvador. La frecuencia de este tipo de personaje masculino, de pasado oculto que va revelándose, parece ser más que una casualidad en los últimos tiempos (y en la ficción televisiva más reciente, desde Mad Men a Homeland y Person of Interest pasando por unas cuantas más).

Sin embargo, Toda la verdad juega de manera bastante facilona sus cartas y los elementos que en un principio resultaban desasosegantes por repetición van restándole interés (las amenazas y ataques a la esposa, por ejemplo). Su prólogo ya anticipaba la barbarie a la que remitirá el resto de la cinta y adoptaba un aspecto visual más sucio, un simulado "look" documental. Con el giro final que incluye su guión, adaptación de la novela de Joseph Finder, este filme de Carl Franklin (El demonio vestido de azul, A contrarreloj) queda reducido a una especie de simulacro para entrever una tarde de domingo.

A favor: Morgan Freeman y una de sus frases de presentación: "La justicia militar es a la justicia lo que la música militar a la música".

En contra: Su giro final y unos cuantos tópicos.