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    Tár
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    Iván Cerezo Cabeza
    Iván Cerezo Cabeza

    1 usuario 3 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 31 de enero de 2023
    En sus primeros compases, Tár se focaliza en describir a su enigmática protagonista: una mujer lesbiana directora de orquesta que ha conseguido cosechar el éxito, la fama y el reconocimiento que muchos no han logrado siquiera soñar. En un mundo rodeado de hombres, el complejo personaje interpretado por una monumental Cate Blanchett evade la discriminación a las mujeres y niega el machismo en el mundo de la música, mientras asegura que lo único esencial en su oficio es el tiempo, el control del tiempo. De esta forma, todo para o continua si Lydia Tár así lo quiere y lo indica con las manos; un personaje con un intelecto, magnetismo y poder que está aparentemente por encima de las personas y de la vida. Pone así la película de Todd Field las bases para construir su historia, los acordes de una partitura que se construye a través de una historia de auge y caída de manera shakespeariana de una artista, y que gesta a su vez un dilema moral sobre si un/a genio está por encima de la moral y ética imperante en la sociedad. Esta difícil incógnita se abre en la clase magistral que imparte el personaje de Cate Blanchett, escena que cierra así el planteamiento para dar paso al desarrollo del filme.

    “Dios nos observa a todos” llega a decir Cate Blanchett refiriéndose a ella misma, una genio divina que tiene el control de la batuta en el escenario, pero que sus actos suponen un conflicto en el tiempo en el que vivimos, en nuestro tiempo. De esta forma, según va corriendo el reloj, salen a la luz actos subversivos de un personaje que es infiel a su pareja y que comete con maldad verdaderos abusos de poder a aquellas personas que la rodean. La ironía que expone Tár es que pese al intelecto de su protagonista, esta resulta una ignorante, pues el verdadero control del tiempo descansa en otro lugar que a ella se la escapa, lejos del escenario y de su arte: el poder del tiempo descansa en las redes sociales, en un vídeo ensamblado de forma manipuladora con retazos temporales para a modo vengativo ofrecer la parte más oscura de Lydia Tár y hacerla caer de su cima.

    Field plantea una puesta en escena contemplativa, en la que no pretende explorar la verdadera verdad en los actos de Tár, sino simplemente poner al espectador en medio del conflicto. La mejor forma que tiene el filme de abordar la complejidad de dicho dilema es provocar al espectador una devota fascinación al contemplar la habilidad prodigiosa de Tár en el terreno musical y, al mismo tiempo, provocar también rechazo por la fluidas insinuaciones de la otra cara oscura de la moneda del personaje. De esta forma, Todd Field muestra cómo en el mundo de la creación mientras unos utilizan su posición para abusar sexualmente de algunos, otros (denominados “robots”) alcanzan injustamente la gloria gracias al esfuerzo y talento de los verdaderos artistas. Sin embargo, la complejidad de notas que llega a toca Tár parece desafinar y resiente a una trama en su abigarrada parte final llena de patetismo, en donde el personaje de Lydia Tár vuelve a sus orígenes, en este caso para acabar tocando para una especie de tribu ancestral con grotescos disfraces; un público que comulga y coincide en el tiempo con sus valores.
    FRANCISCO VILLAESCUSA CRIADO
    FRANCISCO VILLAESCUSA CRIADO

    606 usuarios 264 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 14 de junio de 2023
    TAR

    Película usa del 2022, de una duración de 158 minutos, con una valoración de 6/10, bajo dirección y guión de Told Field, con presupuesto de 25 millones.

    Asentada en el mundo de la música clásica cuenta la historia de Lydia Tár, una de las mejores compositoras y directoras de orquesta, además de ser la primera directora titular de la orquesta filarmónica de Alemania.
    Es un lormetraje bajo modalidad de disfrazado biopic, cuenta la historia ficticia de una tiránica y elitista especializada directora de orquestado respetada en el medio que verá su vida desmoronarse rápidamente cuando sus oscuridades más grandes salen a la superficie.

    Para presentar al personaje, el director se toma unos soporiferos 40 minutos y recién en ese momento sumerge al espectador en la verdadera trama del film.
    Justamente, este tiempo narrativo que no se apura y no entrega un personaje a medias tintas revela cómo está sostenido el poder que ostenta Lydia Tár: a través de su trayectoria, de la intelectualidad, de su clase social y desde el miedo. Sin embargo, lo que viene a plantear la película de Field es que este poder no es indestructible y que, solo con mover algunas piezas, la torre puede desmoronarse.

    Parece más un docu-reality que una narrativa. Sin embargo, la historia avanza. Muy lentamente, pequeños destellos a lo largo de la vida… pero avanza y la apuesta narrativa de Todd Field es arriesga.
    Acompasado con la construcción y el sostenimiento del poder, en la historia ingresa el tópico de la cultura de la cancelación, algo más que presente en nuestros tiempos sobre todo en relación al arte y a las figuras que se erigen como "intocables".

    Así, al mostrar todos los aspectos de su vida, se ve que "lo cancelado" no deja de encerrar complejidades y esto se expondrá en la caída de Lydia: esa mujer que comenzó en el relato como una persona mesurada, productiva, exitosa e influyente, irá perdiendo las riendas de su vida hasta llegar a una catarsis bestial y rozar la locura.

    En este sentido es imposible no mencionar la avasallante actuación de Cate Blanchett. Los planos secuencia preciosos demuestran la tremenda habilidad de Blanchett para interpretar un personaje y meterse en la piel.
    Su vida es bastante compleja, algunos diálogos hablan sobre la composición de música clásica y el arte de dirigir una orquesta, lo que la podrían hacer un poco lenta y aburrida para algunos espectadores.

    Es complicado manejar una historia en la que el personaje principal no despierta nuestra simpatía. Normalmente, la estructura de un guion se construye desde un primer acto en el que se intenta hacernos conocer y empatizar con los personajes principales para que nos importe lo que les pase. La conexión emocional con lo que sucede en la pantalla es importante para que una historia funcione.

    Tras el giro de la caída al nos lleva su director Told Field, nos vuel a dar otro giro ante sororendiendonos ante como intenta volver en cauzar su vida, desde lo más sencillo.
    Javier Boyero
    Javier Boyero

    1 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 29 de enero de 2023
    Ver esta película fue como volver a enamorarse del cine. Para mí es sin duda una obra maestra moderna. Está perfectamente elaborada, estructurada a la perfección e invita profundamente a la reflexión. Entiendo que una película como ésta no es para todo el mundo, pero a mí me encantó. Y además está dirigida por el pianista de Eyes Wide Shut, que más se puede pedir. FIDELIO
    CARLOS BAYOD
    CARLOS BAYOD

    3 usuarios 42 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 4 de febrero de 2023
    La vida del cinéfalo es así de sorprendentemente: un día ves un truño de cuidado (The Whale) y el siguiente te enfrentas con una de las películas que más me han impresionado en los últimos tiempos. Había leído críticas de todo pelaje y su excesivo metraje me echaba para atrás pero el tema y el reclamo de su actriz protagonista acaban de decidirme.
    Dos días después de verla uno no sabe muy bien si recomendarla para los que no sean amantes de la música clásica pero creo que su innegable calidad está por encima de ello. Nunca se había visto en el cine una disección tan acertada como apasionante de los entresijos que mueven la actividad musical en el ámbito de este tipo de género. El particular descenso a los infiernos de su protagonista, una excepcional Cate Blanchett en el papel de la primera mujer directora de la Filarmónica de Berlín, vertebra como un río cada vez más peligroso una auténtica lección de lo que supone la cultura europea y su capacidad de seducción para los nos sentimos integrantes de esta forma de ver la vida. Todo está tratado con mimo, con el cuidado al mínimo detalle y con un gusto exquisito. Magnífica, abstenerse fans de Rosalía...
    Héctor Clemente
    Héctor Clemente

    1 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 8 de febrero de 2023
    Me interesa su reflexión, me intriga su protagonista, pero me distancia su narración.

    Mi criterio personal no juzga a través de la dualidad buena o mala película, sino que trato de comprender las intenciones y valorar la capacidad de la obra para transmitirlas. En este caso, entiendo que la película trata de constituirse como un ejercicio reflexivo que, sin embargo, no termina de integrarse completamente con la historia que se cuenta. Tár es, ante todo, una tesis introspectiva con forma de película. Esta descripción resulta ilustrativa de lo que son sus mayores logros y, al mismo tiempo, sus mayores debilidades. Me es imposible comprenderla como obra cinematográfica de pleno derecho, ya que, aunque presenta bondades técnicas e interpretativas evidentes, estas no consiguen elevar el relato a un plano de fascinación artística Considero que la construcción narrativa, haciendo uso de la parábola musical, es ciertamente disonante e impide que la atrevida tesis central trascienda el plano de lo analítico y se consagre como obra narrativa.

    Para comprender esta disonancia es necesario comenzar por el posicionamiento reflexivo, la tesis sobre la que se erige la trama. Esta contiene una decisión valiente y, posiblemente, controversial, la de materializar el abuso de poder como una cuestión autónoma y transversal al género. En este sentido, el poder se plantea desde abajo, en términos de Foucault, como una fuerza estratégica que parte desde las desigualdades en las condiciones internas de los sujetos y que existe en tanto que se acciona en las constantes micro-relaciones. A través de este planteamiento emerge el personaje de Lydia Tár, supurando poder y oponiéndose a la sujeción normativa. Desde la primera secuencia, una entrevista en la que se presenta la carrera del personaje, la protagonista, entre otras cosas, queda definida en su supremacía cínica al negar como mujer la naturaleza patriarcal de las instituciones. A continuación, su posición de poder queda nuevamente reafirmada en otra dimensión por contraproposición a la vulgaridad de otro director con el que conversa en un restaurante. Lydia Tár desborda narcisismo y se mira a sí misma como una agente de sentido legítima, con capacidad para interpretar las obras y trascenderlas de forma creativa. Esta premisa es fundamental, ya que es esta comprensión del poder como condición propia lo que confiere al personaje tanto su mayor virtud, el ímpetu artístico, como su mayor defecto, la inmunidad para ejercer el abuso y la tiranía sobre todas sus relaciones.

    Tár es una película concebida con inteligencia y construida con precisión para evocar un clima de extrañeza y conflicto con nosotros mismos. El constante paralelismo con la realidad funciona como referencia necesaria para posicionarnos como espectadores. Así pues, del mismo modo que hemos sido testigos de las acusaciones hacia algunos de nuestros ídolos y nos resistimos a admitir la decepción que suponen sus presuntos actos, en la película nos vemos vinculados emocionalmente con una protagonista que admiramos al tiempo que detestamos. Lydia Tár encierra una mirada fascinante, con una capacidad crítica envidiable y una fuerza creativa desbordante. Incluso, en escenas como la llegada al apartamento, en la que calma a su compañera con una delicadeza admirable, podemos detectar, bajo la capa de frialdad que luce con orgullo, un interior profundamente sensible del que emana todo su vigor artístico. No obstante, cómo ya había planteado, desde el primer momento, advertimos una egolatría palpitante, nos sumimos en su nube de superioridad inalcanzable. Desde luego, es un personaje que desprende cierto halo de falsedad e incomodidad, pero del que Cate Blachett se adueña a la perfección, encarnando toda su complejidad y ambivalencia con una empatía sin la que el relato se desmoronaría.

    Asimismo, el director, Todd Field, es diestro manejando esa intriga sobre el concepto de verdad y la presunción de inocencia. Nunca conocemos los hechos concretos, tal y como sucede en la experiencia de la vida, todo está encuadrado por los límites de nuestra subjetividad. Al contrario del mecanismo del suspense Hitchcockiano, en esta historia al espectador le faltan piezas del rompecabezas, tan sólo tenemos voces de acusación y la sugerencia de algunas pruebas sujetas a la interpretación. La cámara se sitúa en el presente y, por lo tanto, el pasado queda adscrito a todas los posibilidades que brinda su desconocimiento. Esto, cómo señalaba anteriormente, traslada a la pantalla toda la incomodidad y ambigüedad que surge ante la necesidad de emitir un juicio hacia una personalidad artística admirable como, en este caso, la maestro Lydia Tár. De este modo, la película nos posiciona como espectadores en un limbo sin respuesta moral acertada. La propia cinta, en un ejercicio autorreferencial, nos advierte en un diálogo acerca de la composición de Bach que lo interesante reside en la capacidad para proponer una pregunta, no tanto su resolución, al fin y al cabo, resolver una melodía es siempre un ejercicio de consonancia, dependiente siempre del acorde anterior. A través de esta premisa narrativa, la película nos enfrenta a nuestros propios enjuiciamientos más allá de la ficción cinematográfica. La condena nos pertenece a nosotros, somos los espectadores los que debemos posicionarnos a favor o en contra del destino de nuestra protagonista, del mismo modo que lo hacemos ante casos reales de semejante naturaleza. Esto, cómo detallaré más adelante, es un ejercicio interesante pero cuyo resultado final, genera cierta incomodidad, a mi entendimiento, no pretendida, durante el epílogo.

    Así pues, a pesar del audaz subtexto y el complejo planteamiento reflexivo, la película permanece lejos de la perfección. Personalmente, la frialdad que sentí al alcanzar el final del relato me produjo cierta frustración al abandonar la sala de cine. Intuía que las imágenes que había presenciado contenían algo poderoso, pero me encontraba tan distante y desapegado de la historia que no podía decir con rotundidad que me hubiera gustado. Lo cierto es que, a pesar de las interesantes ideas que ligan y cimientan la historia, la experiencia cinematográfica no me resultó demasiado atractiva. De este modo, al igual que identifico y valoro sus intenciones, me veo obligado a clarificar las razones por las que, finalmente, la película carece de impronta y se diluye en la insustancialidad.

    En primer lugar, cabe señalar que la película se conduce a través de un desarrollo lineal en el que se agolpan todas las subtramas alrededor de la representación la Quinta Sinfonía de Mahler para plantear los eventos a través de los cuales avanza la trama. No obstante, los mayores hallazgos emocionales se componen a través de un juego de sugerentes metáforas y dobles sentidos que moldean la forma de la narración. Es mediante estos últimos con los que su director trata de provocar reacciones, ataduras emocionales y, en general, corromper la atmósfera. Sin embargo, considero que los recursos narrativos que utiliza Field, en gran parte, son superfluos. Aunque hay algunas ideas en las que se intuye brillantez y se logran secuencias sugestivas de gran valor, el director abusa de insinuaciones falsas que no llevan a ningún lugar más que a la propia provocación emocional. Esto es especialmente apreciable en las numerosas escenas en la que los sucesos oníricos obtienen una plasmación física. Entiendo que estos recursos tienen como objeto adentrarnos en los remordimientos interiores de nuestra protagonista, pero la falta de continuidad en su tonalidad y en el valor narrativo, producen un resultado, de hastío, artificialidad y reiteración. Un ejemplo representativo de este argumento es el contraste entre la reacción genuina y profunda que me produce el abrazo a su compañera, anteriormente comentado, y esos gritos lejanos en un parque, los cuales se pierden en el vacío de su irrelevancia narrativa.

    Por otro lado, distingo cierta ruptura con el tempo en su apresurada última media hora, pero para explicar esto me veo obligado a advertir de la presencia de spoilers. Creo que el último golpe maestro de la película sucede en esa doble metáfora que sucede en la caída y en la desfiguración del rostro de Lydia Tár. Esta funciona, primero, como representación física de su villanía, aludiendo a todos los personajes clásicos cuyos rasgos deformes acentúan su carácter antagónico, y, segundo, como castigo divino ante su sumisión al pecado. A partir de ese momento, la narración se acelera abruptamente y los acontecimientos se acumulan transmitiendo al espectador una incredulidad distante. De pronto, toda la minuciosidad con la que se había tejido el relato da paso a un goteo de escenas en las que Lydia Tár se derrumba hasta su total desesperación en un clímax extraño en lo alto del escenario. Si, como decía la protagonista, el control del tempo es el mayor poder de un director de orquesta, también lo es en el caso de la cinematografía y Field lo descuida en su parte final. Llegamos, entonces, a ese epílogo en el exilio y, de nuevo, se retoma el tono reflexivo para que el espectador pueda posicionarse y juzgar: compasión o punición, empatía u odio. No obstante, tengo la sensación de que la deriva inmediatamente anterior es tan confusa que el paralelismo entre la realidad y la ficción se quiebra y el ejercicio reflexivo que se propone pierde gran parte de su sentido.

    La película cuenta con argumentos de gran valor para ofrecer un ejercicio reflexivo atrevido, incómodo y, en definitiva, sustancial: ideas sugestivas de puesta en escena, un personaje de gran complejidad perfectamente interpretado y matizado por Cate Blanchett, un acompañamiento de música clásica perfectamente integrado, etc. La película, por la tanto, es incuestionablemente interesante en su interior, pero su inconsistencia narrativa, produce una distancia insalvable. El camino propuesto por Field conduce a un precipicio de una altura que varía según el espectador; si se salva la caída es probable que se pueda disfrutar de una rica experiencia cinematográfica. En mi caso particular, la caída no es mortal, pero alguna fractura es inevitable, por lo que me quedo con el mérito de una propuesta reflexiva interesante en una película distante.
    Merche Gonzalez
    Merche Gonzalez

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    5,0
    Publicada el 29 de enero de 2023
    No es una hipérbole decir que Cate Blanchett
    hace una de las mejores interpretaciones de la historia. Un escalofriante estudio de carácter sobre una famosa directora de orquesta y su caída en desgracia -alimentada por su propia arrogancia y obsesión- dirigida con un control kubrickiano. Con sus 158 minutos de duración, a algunos les parecerá una película desalentadora y exigente, pero no hubo ni un solo segundo en el que no me cautivara por completo.
    JaviNavarro96
    JaviNavarro96

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    4,0
    Publicada el 27 de enero de 2023
    "Tár" supone una arriesgada, y notable, vuelta a la dirección de Todd Field tras más de tres lustros de ausencia. La magistral actuación de Cate Blanchett en el papel protagonista no puede robar por completo la puesta en escena del cineasta estadounidense.

    Desde su atípico arranque, en el cual los títulos de crédito anteceden a la primera escena, la película manifiesta abiertamente su carácter autoral y su ritmo sereno, espeso como una buena taza de chocolate caliente. Esta idea se ve reforzada por la primera aparición en escena de Lydia Tár, quien se nos presenta mientras practica un ejercicio de relajación, previo a la entrevista que va a conceder. No nos puede pasar por alto tampoco el contenido y la duración de dicha entrevista, pues dedica un cuarto de hora del metraje a un diálogo con alto nivel técnico sobre música clásica. Y, pese al desconocimiento que uno pueda tener del tema, está lo suficientemente bien escrito para resultar interesante.

    La cámara de Florian Hoffmeister y Todd Field reposa con paciencia, sabiendo seleccionar adecuadamente los momentos idóneos para moverse con la gracilidad de un cisne. El ritmo interno es consistente, y pese a la larga duración de algunas secuencias y el ritmo pausado de gran parte del metraje durante su primera mitad, consigue atrapar al espectador e introducirlo en su juego.

    Tras esta primera hora aproximadamente, el filme va adquiriendo otros tintes, más cercanos al thriller, con lo que incluso el ritmo por momentos se acelera, dando un cambio brusco con respecto a la primera parte. Esta otra hora y media, que explora el lado infiel y más bajo de Lydia Tár exponiéndola como alguien vulnerable, es sensiblemente inferior a la primera hora, pero aguanta lo suficientemente bien como para que la película a nivel global sea notable.

    Por último, no se debe dejar de mencionar el incontestable trabajo interpretativo que realiza Cate Blanchett. No se limita a representar un personaje; le da vida, nos lo pone al alcance de nuestra mano. Lydia Tár es una protagonista de gran humanidad, y eso es en gran mérito, responsabilidad de la actriz australiana.

    "Tár" ha cosechado varias nominaciones a los Óscar en algunas tan importantes como "Mejor película" o "Mejor dirección", y el espectador que se adentre en ella no tendrá dudas del porqué estas nominaciones hacen justicia a un sobrio trabajo. Crucemos los dedos, y esperemos la vuelta de Todd Field a la dirección suponga un retorno permanente, y que el estado de gracia de Cate Blanchett perdure eternamente.
    Maese
    Maese

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    4,0
    Publicada el 27 de enero de 2023
    Hay películas que vas a ver pensando que el precio de tu entrada se amortizará por las escenas de acción: 'Fast & Furious, Misión Imposible... en otras estarás esperando el giro imposible del argumento o por una puesta en escena cuidada, en esta ocasión cada céntimo de tu entrada lo compensa Cate Blanchett con una de esas interpretaciones que se recuerdan durante mucho tiempo, la película puede que se haya contado en alguna otra ocasión, incluso podríamos decir que no es una película perfecta ni mucho menos, pero que una sola actuación te sumerja en la historia es algo que pocas veces se consigue.
    Walter Daniel Ruano V.
    Walter Daniel Ruano V.

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    4,5
    Publicada el 27 de enero de 2023
    TÁR podría ser la mejor película del 2022 sin ninguna duda, es un drama psicológico que nos hace cuestionarnos muchas cosas. Lydia Tár se siente tan real, gracias a la majestuosa actuación de Cate Blanchett. Es un film, que te hace reflexionar sobre la información sacada de contexto en las redes sociales, el feminismo, el abuso del poder, etc, pero sobre todo nos hace cuestionarnos sobre si separar la vida personal de la vida profesional de un artista. Como dije; Cate Blanchett es increíble, y es lo mejor de esta cinta; sin dudarlo, una de las mejores interpretaciones 2022, acompañada de una cinematografía excepcional y una gran banda sonora de Hildur Guðnadóttir.
    Javi McClane
    Javi McClane

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    4,0
    Publicada el 31 de enero de 2023
    ‘TÁR‘ está levantando pasiones, ya sea por su recorrido en festivales, o a la hora de cosechar nominaciones y premios, estando nominada a mejor película, dirección o actriz principal, entre otros. Yo tenía cierta curiosidad, ya que había leído que estaba relacionado con los abusos, el ‘Me Too‘, y casos como el de Plácido Domingo, al ser la protagonista una directora de orquesta. Lo que jamás hubiese imaginado, es la vuelta de tuerca que propone el film, siendo sorprendente que no esté levantando más ampollas allí donde se estrena, porque no es lo que parece a primera vista. Y hasta aquí puedo leer.

    La película supone el regreso a la dirección de Todd Field, actor visto en films como ‘Twister’ o ‘Eyes Wide Shut’ (es el pianista), y responsable tras las cámaras de dramas como ‘En la habitación (In the Bedroom)‘ o ‘Juegos secretos (Little Children)‘, este último un interesante film de 2006. Casi dos décadas ha tardado en traernos su nueva película, ‘TÁR‘, partiendo como una de las favoritas en los Oscars de 2023, y siendo sorprendente que se haya demorado tanto en ofrecer su última cinta. Hecha la presentación, conviene desgranar el film punto por punto, porque estamos ante un intenso y arriesgado drama que, sin parecerme una obra maestra, sí creo que merece las alabanzas que está recibiendo.

    Técnicamente la película ofrece escenas y planos secuencia tan efectivos como elegantes, siendo un gran trabajo por parte del señor Field. No obstante, considero bastante injusta su nominación al Oscar en el apartado de dirección, porque han habido contrincantes muy superiores este año (Bazz Luhrmann por ‘Elvis‘ o Joseph Kosinski por ‘Top Gun: Maverick’, sin ir más lejos), siendo una labor tras las cámaras destacable y digna de elogio, pero que tampoco resulta visualmente impecable. Y es que Field depende mucho de la excelente labor de la siempre maravillosa Cate Blanchett, presentando una serie de planos secuencia (sobre todo en la primera mitad del film) que no tendrían la misma fuerza si no fuese porque la actriz lo da todo, hipnotizando al espectador de forma irremediable. Con otra intérprete menos inspirada, el hechizo no surtiría efecto, quedando claro que la señora Blanchett ha hecho parecer al film mucho mejor de lo que es realmente.

    Respecto a la duración, de dos horas y media, se siente algo exagerada, ya que se nota que en los últimos compases de la película se alarga demasiado la historia, con escenas más cortas y abruptas, intentando transmitir la agonía de la protagonista, pero perdiendo el interés de las dos primeras horas. Quizás habría sido mejor cerrar el telón en lo más alto y no presentar un clímax que no está a la altura del resto y que sabe a poco.

    Field también se encarga del guion, presentando una primera hora cocinada a fuego demasiado lento, jamás invitando al bostezo, pero sí despistando al espectador ya que, hasta el ecuador de la cinta, no se pone la carne en el asador, y si no sabes de qué va la película de antemano, quizás estés algo perdido y con la sensación de que no está sucediendo nada. Repito, quizás, porque la primera media hora del film es maravillosa, poniendo sobre la mesa una serie de explicaciones y tecnicismos que seguramente no se comprendan si se es ajeno al mundo de la música (como es mi caso), pero que no por ello dejan de fascinar, notándose que Field (también músico) quiere instruir al espectador en un asombroso mundo del que se quiere saber más. Si lo conoces, estás dentro, y si no es el caso, lo quieres estar, y eso se llama magia.

    Por no hablar de la sensacional escena (de nuevo, en plano secuencia) en la que el personaje de Cate Blanchett discute con un alumno el eterno debate sobre separar la obra del autor, y el sentido que cobra ese momento cuando se descubre el pastel. En esta escena, Field deja claras sus intenciones y su punto de vista (también ayuda leer algunas entrevistas que ha concedido), siendo una crítica directa a la cultura de la cancelación, tema que también se pone sobre la mesa. Field ha sido muy inteligente, trayendo a debate temas de rabiosa actualidad que aborda con ingenio, maestría y… mucha valentía.

    Y es que sigo sin entender cómo es posible que esta película no esté enfadando a cierto sector del público, ya que lo que plantea es la antítesis de lo que se espera de una producción de estas características. El hecho de que el film esté gustando tanto y Field haya recibido tanto reconocimiento por parte de la crítica y los académicos, demuestra que ha salido airoso de tan complicada papeleta, y confirma que los tiempos están cambiando. O al menos, es lo que parece.

    Pero la película no sería lo mismo sin la impecable, sobresaliente, espléndida, impresionante y todos los adjetivos que se os ocurran, interpretación de una Cate Blanchett dando un auténtico recital. La maravillosa actriz se confirma no sólo como una de las mejores intérpretes del momento, sino también como una de las mejores actrices de la historia del cine. Y si no me crees, te recomiendo que veas ‘TÁR‘ y luego tomes tu decisión al respecto, porque lo que aquí consigue es incontestable, cargando totalmente con el peso de la película a sus espaldas (hablamos de una aportación omnipresente durante todo el film), y dejando claro que el Oscar es suyo.

    Me sabe mal por Ana de Armas (‘Blonde’) o Michelle Williams (‘The Fabelmans’), ambas geniales en sus respectivas interpretaciones, pero el Oscar de mejor actriz de 2023 tiene un nombre y apellido, y ése es Cate Blanchett. Como ya he indicado, sin su aportación, la película no habría recibido tantos aplausos ni habría llamado tanto la atención, confirmando la importancia de un buen reparto, y lo mismo se puede decir de un elenco de secundarios que, si bien no están al nivel de la protagonista, sí ofrecen interpretaciones sólidas y convincentes.

    En conclusión, ‘TÁR‘ es un drama que no deja indiferente, destacando por su atrevimiento a la hora de abordar un tema como el del abuso del poder (con todo lo que ello conlleva, como la respuesta del ‘Me Too‘), pero desde otro prisma, uno para el que el mundo quizás no estaba preparado hace un par de años, pero que parece que actualmente sí, cuando las aguas se han calmado. Y es que, como dice Todd Field, «El poder no tiene género. El poder siempre corrompe«. Y creo que con eso está todo dicho. Y bueno, Cate Blanchett… no eres de este mundo. La reina Midas, ya que todo lo que toca lo convierte en oro, y eso no está al alcance de cualquiera. Larga vida a la señorita Blanchett, y larga vida a películas tan valientes como ‘TÁR‘.
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