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    Argentina, 1985
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    BeniDolç Villaescusa
    BeniDolç Villaescusa

    99 usuarios 137 críticas Sigue sus publicaciones

    4,5
    Publicada el 13 de diciembre de 2022
    Del director argentino Santiago Mitre, que también se encargó del guion junto a Mariano Llinás, afronta este drama político que hizo fijar la mirada del mundo en argentina, y que se ofre bajo la combinación de dos estilos muy marcados: el melodrama hollywoodense impregnado en historias basadas en hechos reales, y en la chispa, y el humor de los productos argentinos de los últimos veinte años. En términos generales, es una mezcla que por momentos desestabiliza pero nunca deja de ser efectiva para el espectador que busca adentrarse en temas históricos, pero sin el tedio y la complejidad de datos e información que muchas propuestas no saben manejar.

    La película no está libres de clichés, humor y música que rompen el ritmo del drama e incluso de convencionalidades melodramáticas en el guion, sin embargo, estos detalles son opacados y minimizados por tres puntos: la soberbia actuación de un viejo lobo filmico como Ricardo Darín que interpreta de forma inmenda a Julio Strassera, el fiscal del juicio más relevante de la historia democrática del país, y que te hace disfruta en cada escena y diálogo por darle a su personaje una inigualable presencial corpórea y vocal, para muestra, el monólogo durante el juicio, dotado de emotividad, coraje y suplicio. Los otros dos puntos sobresalientes son la cinematografía de Javier Juliá el diseño de producción comandado por Micaela Saiegh, pues ambos son brillantemente coordinados para entregar una experiencia de época inmersiva.

    El tema que el filme recalca una y otra vez sobre la sentencia a los atroces actos de criminalidad militar sin duda no tiene fecha de caducidad, pues lo podemos referenciar con lo sucedido actualmente en multitud de países y su idea de militarización propuesta. La cinta cumple como recordatorio de los riesgos y las consecuencias fatalistas de promover países armados.

    El largometraje para sorpresa de pocos y expectativa de muchos, es una propuesta que hace funcionar su convencionalidad; que no es original ni subversiva, pero emociona y gusta por sus actuaciones, su fotografía y su ritmo dinámico e inestable. Una propuesta vistosa, con mensajes contundentes y accesible hasta para el más desconocedor del contexto sociopolítico del país.

    No solo las caracterizaciones se ajustan a la perfección al momento retratado (maquillaje, peluquería, vestuario, atrezzo) sino que la dirección artística es realmente minuciosa en cada detalle que se ve en pantalla. A tal punto llega esa obsesión por la verosimilitud que cuando se echa mano de imágenes de archivo es imposible distinguir unas imágenes de otras.

    Como bien narran unos rótulos iniciales, suya fue la tarea de emprender acciones legales civiles contra la cúpula militar que durante la dictadura convirtió en sistemáticos la perversión de los derechos humanos de miles de ciudadanos que fueron amenazados, secuestrados, torturados e incluso asesinados o "hechos desaparecer", con el consiguiente dolor de sus familias.

    La película narra las dificultades a las que tuvo que hacer frente el fiscal Strassera, en primer lugar para vencer la reticencia del tribunal, dado que era la primera vez que uno civil sentaba en el banquillo a comandantes acusados de crímenes de lesa humanidad, y posteriormente para reunir un equipo capaz de conseguir en tiempo récord pruebas, testimonios y documentación que avalaran sus tesis.

    Eso, por supuesto, sin dejar de mostrar las cortapisas, presiones, amenazas que formaron parte del día a día hasta el mismo día del dictado de la sentencia.

    El grandioso y dilatado Ricardo Darín y Peter Lanzani en el rol de Moreno Ocampo, fiscal adjunto, sobrellevan el mayor peso interpretativo de la película, pero ésta obra es muy coral y cuenta también con excelentes secundarios entre los que destacan Norman Briski, Susana Giménez o Laura Paredes como Adriana Calvo de Laborde, secuestrada en 1977 mientras estaba con un embarazo avanzado.

    Pero si en algo destaca el filme es en su capacidad de conjugar el thriller judicial y el drama humano con un sentido del humor perfectamente medido para no restarle solemnidad a lo propuesta pero sí aligerar el gran dramatismo de la recreación del Juicio a las Juntas, donde se recuperan testimonios reales estremecedores del genocido auspiciado por el terrorismo de Estado.

    Recordemos que en él se enfrentaron a la ley Jorge Rafael Videla (tremenda interpretación con apenas unos brochazos), Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya. 

    Los créditos finales recogen algunos de los momentos más importantes del juicio ya sea por la trascendencia de los testimonios o por lo inaudito de las imágenes (Strassera tapándose la nariz mientras señala la bancada de los acusados es oro). Y dan buena cuenta de la pulcritud con la que se ha buscado la mayor fidelidad posible a un hecho histórico de esta magnitud.

     Mitre entrega un trabajo más que solvente sobre el juicio de las Juntas Militares: es un excelente ejercicio narrativo como thriller judicial pero sin renunciar un agudo sentido del humor que no le resta solemnidad a la denuncia de las prácticas que arrasaron con los derechos humanos más básicos durante la dictadura militar en Argentina.
    Clavando lo en su justo tono de la película, grave cuando corresponde, pero con pinceladas de humor que se agradecen como frescura. La exquisita ambientación y las interpretaciones.
    El pero tal vez el aire triunfalista del final, que cierra un capítulo que marcó época, pero que se desmanteló poco después. Su hondo clasicismo resulta un tanto conservador y poco interesante, ante situarnos en una nueva Argentina.
    César Andres Serrano Cassoni
    César Andres Serrano Cassoni

    4 usuarios 46 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 21 de octubre de 2022
    Es una obra de arte, la actuación sobresaliente, el guion perfecto. En cuanto historia trata el tema con mucho respeto aunque por algunos momentos se nota cierta imparcialidad en el asunto de los hecho ocurridos, lo cual es natural y un reflejo de como somos los argentinos. Repito una obra de arte, se convertirá pronto en un clásico argentino y en una de las mejores películas producidas en décadas. En el cine la gente se conmovió, lloraban aplaudían etc. Para nosotros los argentinos esta película es de suma importancia para entender nuestra historia, 100% recomendable.
    Eudalda
    Eudalda

    3 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 3 de octubre de 2022
    Una película de ficción, peligrosamente cercana a la realidad, filmada con respeto y cuidado, que evita los golpes bajos y la ideologización. Interesante para los jóvenes que no han vivido la época. Muy liviana para los que siguieron de cerca las instancias del juicio real.

    Una breve, pero necesaria, línea temporal
    El 9 de diciembre de 1985 sucedía en Argentina un hecho inédito en la historia mundial: cinco jueces civiles enjuiciaban, por orden del recién electo presidente democrático, a los nueve jefes de las casas militares que habían gobernado durante la dictadura que, hasta hacía apenas dos años, regía el destino de la Nación. En la primera semana de su presidencia, el radical Raúl Ricardo Alfonsín tuvo un gesto tan audaz como necesario: dictó tres decretos. En el primero llamó a crear la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), en el siguiente ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las organizaciones guerrilleras (ERP y Montoneros) y en el último ordenaba iniciar juicio sumario a los integrantes de las tres juntas militares.
    Los 3 senderos trazados en los albores de la incipiente democracia se desarrollaron en forma muy dispar. La película de Mitre se centra en sólo uno de ellos.
    El juicio a los jefes de los movimientos guerrilleros de izquierda, que buscaba condenar a Mario Eduardo Firmenich, Fernando Vaca Narvaja, Ricardo Armando Obregón Cano, Rodolfo Gabriel Galimberti, Roberto Cirilo Perdía, Héctor Pedro Pardo y Enrique Gorriarán Merlo, por los delitos de homicidio, asociación ilícita, apología del delito y otros atentados contra el orden público, inició con el arresto de Firmenich y su posterior extradición en febrero de 1984. Tanto él como Vaca Narvaja y Perdía fueron condenados a 30 años de prisión por homicidio y secuestro. Otros líderes del Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros permanecieron prófugos en el exilio. El peronismo, que los había proscripto durante el gobierno peronista de María Estela Martinez de Perón, permitió que todos los imputados y condenados regresaran a sus filas, al reconocer a la agrupación “Peronismo Revolucionario”, creada por los condenados, que reivindicaba el accionar de la izquierda peronista de los años 70, como parte del movimiento. Finalmente el presidente Carlos Menem, peronista también, indultó en diciembre de 1990, tanto a guerrilleros como a militares, clausurando este camino.
    El trabajo de la CONADEP, encabezada por el escritor Ernesto Sábato e integrada por 15 figuras de distintos ámbitos, que contaban con el respeto de la sociedad por sus reconocidas trayectorias, fue impecable. Investigaron a fondo, recopilaron toda la información que pudieron, registraron y reconstruyeron 8961 casos, identificando 365 centros clandestinos de detención y tortura repartidos en todo el territorio nacional. El 20 de diciembre de 1984 el presidente Alfonsín recibió el célebre e indiscutido informe “Nunca Más”, que da cuenta de las violaciones a los derechos humanos ocurridas en los 7 años de dictadura. Este ancho camino de consenso es el que permite desbloquear el errático sendero que había transitado la tercera orden impartida por Alfonsín.
    A principios de 1984 se reformó el Código de Justicia Militar, para permitir al fuero castrense juzgar los delitos cometidos durante 1976 y 1983. Lamentablemente los militares no estuvieron a la altura de las circunstancias y no supieron sumarse al proceso de democratización impulsado por Alfonsín. Apostaron a la auto-amnistía una vez más, como ya lo había hecho con la Ley de Pacificación Nacional. El 25 de septiembre de ese mismo año redactaron un documento en el que avalaban todas las órdenes impartidas por las Juntas Militares y absolvían a sus miembros de los delitos que se les imputaban.
    La recientemente reformada Ley de Justicia Militar permitía, sin embargo, la apelación del fallo castrense ante el fuero civil, específicamente ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, lo que habilitó a sus integrantes: Torlasco, Gil Lavedra, Arslanián, Valenga Aráoz, Ledesma y D’Alessio, a instruir al fiscal Julio Strassera a sentar a los 9 comandantes en jefe de las distintas fuerzas en el banquillo de los acusados. Este procesamiento histórico, conocido mundialmente como el “Juico a las Juntas Militares” es el tema central de la película que nos ocupa.

    Una película singular
    Nunca sabremos cómo ni por qué se eligió el título “Argentina, 1985”, lo que sí podemos afirmar es que le queda muy grande a la producción de Santiago Mitre y Mariano Llinás. Quizás hayan apelado al interés actual por las dictaduras, en especial las de los países en desarrollo. Tal vez hayan buscado emular éxitos pasados, etiquetándola con los rasgos de drama-histórico que llevaron a la Historia Oficial de Puenzo al premio Oscar a la Mejor Película Extranjera. Sin embargo las condiciones de producción de aquel film fueron muy distintas. Rodada entre 1983 y 1984 y estrenada poco antes de la condena a los miembros de las Juntas Militares, la película no aborda un hecho histórico puntual, pero sí dos de los temas más sensibles de la dictadura: la desaparición forzada y la apropiación de menores. Si bien fue presentada en distintos festivales y ganó algunos premios cuando se estrenó por primera vez, obtuvo su reconocimiento recién 10 años después. La figura de Norma Aleandro fue la que cosechó la mayor cantidad de elogios por parte de la crítica. Se llevó la Palma a la mejor actriz en Cannes, el Cóndor de Plata, el David di Donatello y el premio del Círculo de Críticos de Nueva York por la misma categoría. Es posible que Darín corra la misma suerte por su excelente caracterización del fiscal.
    Desde entonces se han filmado incontables películas sobre ese período oscuro de nuestra historia. Cada una destaca algún aspecto en particular de la dictadura: sus inicios, sus secuelas, sus rasgos particulares y sus consecuencias sobre la población en general o algún sector en particular. Algunas son equilibradas e interesantes, otras están burdamente ideologizadas, muchas son francamente lamentables. Destaco entre esos títulos, no con el ánimo de juzgar las producciones por su mérito, sino más a modo de muestra de las variadas formas de abordar el tema, los siguientes: “Tiempo de revancha” de Aristarain, filmada en plena dictadura, “La República perdida”, el documental de Miguel Pérez, “No habrá más penas ni olvido”, el film de Héctor Olivera sobre la novela de Osvaldo Soriano y “Cuarteles de invierno” de Murúa.
    “Argentina, 1985” no encaja en ninguna de las categorías listadas. La película está basada en hechos reales, nadie lo duda, y bien conocidos, el juicio existió y sus principales escenas pueden verse en el film. Sin embargo su director ha declarado desde el primer momento que se trata de una ficción. Avala esta declaración la total ausencia de imágenes documentales (salvo sobre los créditos). A pesar de que están frescas aún en la retina de los espectadores de 60 y más, no se utilizaron registros de los programas televisivos de la época que se mencionan, ni de los militares juzgados, ni de los diarios de aquellos años. Todo ha sido cuidadosamente recreado y vuelto a filmar. Se trata pues de una película clásica de ficción, al mejor estilo hollywoodense, que se ajusta sin embargo a las distintas etapas de un juicio real, memorable y que todos recordamos.

    Strassera, el fiscal
    En estos tiempos en los que abundan las películas biográficas (reales y ficcionales), y que son además tan exitosas, un título como “Strassera, el loco” o “El fiscal” hubiesen hecho mayor justicia al film. Ya desde sus primeras imágenes queda en evidencia que el centro de la película no es el proceso judicial, sino la vida del fiscal Julio Strassera: su familia, su peculiar sentido del humor, sus miedos, sus relaciones con la familia judicial y su coraje. Se trata de la muy conocida trama en la que un lobo solitario enfrenta, con gran desventaja, al grupo de poderosos. Un buen ejemplo es “Legítima defensa” (The Rainmaker - 1997), en la que un joven Matt Damon encarna a un abogado que enfrenta a una gran compañía de seguros. “Philadelphia” (1993), “Acción civil” (A civil action – 1998) y Erin Brockovich (2000), con Julia Roberts como heroína, y se inscriben en la misma línea
    Julio César Strassera tenía 50 años cuando actuó como fiscal acusador. Su carrera judicial no había tenido hasta ese momento ningún aspecto destacable. Nacido en el sur, en Comodoro Rivadavia, comenzó a estudiar derecho recién a los 25 años. Luego de ejercer como abogado durante unos 15 años, fue nombrado Secretario de Juzgado en 1976 y más tarde promovido al cargo de fiscal general por las Juntas. Durante los primeros años en el cargo rechazó varios pedidos de Hábeas Corpus solicitados por presos políticos y se negó a incluir detalles de torturas u operativos, en algunos de los procesos en los que actuó. Este hecho se da a entender en dos momentos de la película. Primero es mencionado por la Presidente de Madres de Plaza de Mayo, cuando dice que espera que el fiscal haga finalmente algo, porque hasta ese momento no ha hecho nada y más tarde surge en un confuso intercambio de palabras entre Strassera y su fiscal adjunto en el baño de tribunales. El conflicto interno, que el verdadero Strassera debe haber padecido, no se ve netamente reflejado en la película, a pesar de que tiñe varias de sus escenas.
    La película nos presenta un personaje hermético, consciente de que la tarea que le han encomendado es peligrosa y ciclópea, pero determinado a cumplirla. Un fiscal atrapado en las tensiones políticas del momento, blanco de todo tipo de críticas, que sufre amenazas y presiones. Un hombre de ley que busca apoyos, pero al mismo tiempo los rehúye, para conservar su independencia, y al que apodan “el loco”, aunque nunca sepamos el cómo ni el por qué llegó a ganarse ese mote. Profundamente receloso y no sin razón, Strassera no sólo desconfía de los servicios sino también de su propia hija.
    El film nos regala algunos gestos infantiles y las réplicas ingeniosas que lo caracterizaban, lo que permite distender el clima de tensión, propio de la situación que se describe. Pero sobre todo conserva inalteradas sus mejores piezas de oratoria, como el inicio de su alegato final: “Señores jueces: la comunidad argentina en particular, pero también la conciencia jurídica universal me han encomendado la augusta misión de presentarme ante ustedes para reclamar justicia. No estoy solo en esta empresa. Me acompañan el reclamo de más de nueve mil desaparecidos que han dejado, a través de las voces de aquellos que tuvieron la suerte de volver de las sombras, su mudo, pero no por ello menos elocuente testimonio.”
    Ricardo Darin no se parece en nada a Strassera: es más alto, tiene ojos claros, es mucho más musculoso, sin embargo su caracterización es magnífica. Sus gestos, su andar, sus ocurrencias nos permiten reconocer en la pantalla a ese hombre que, luego del juicio, se volvió un símbolo de la lucha por los derechos humanos. Su alegato condenatorio, donde rinde tributo a la CONADEP al pronunciar como sentencia final el famoso “Nunca más”, título del informe de la comisión, revive la emoción de ese momento bisagra de la historia argentina. Los ecos de los aplausos que resonaron en la Sala de Audiencias aquel día, se multiplican hoy en todas las salas en las que la película se proyecta.
    El 27 de febrero de 2015, en pleno verano porteño, Strassera muere a los 81 años. Se decretan dos días de duelo nacional y los dirigentes de todos los partidos reivindican su coraje y entrega. Quién mejor supo describir entonces su rol en el afianzamiento de la democracia y la democratización de la justicia fue su gran apoyo en aquel momento, el muy joven fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo. “Julio Strassera es un prócer argentino pero su estatua no va a tener caballo ni sable. El escultor tendrá que representar sus armas: la verdad y la ley.”

    Una crítica posible
    La película tiene su mérito. La recreación de los 80 es minuciosa y está muy lograda. No sólo vemos el vestuario, los escenarios y transportes de aquellos años, sino que logra capturar el espíritu de época. Se respira un cierto optimismo, un renacer esperanzado, que trata de desembarazarse de las sombras de un pasado intimidante, que sigue presente en varios estratos de la sociedad.
    La trama pivotea entre la figura del fiscal experimentado y curtido, de familia proletaria y el joven idealista, que sin experiencia, pero con mucha convicción, se suma a la causa. El mentor, que tiene la capacidad de moverse en la red judicial y trazar una estrategia y el discípulo, que aporta su gran capacidad de trabajo y empeño. La fuerza de la juventud, que logra vencer los años de miedos y apatía, está muy bien representada en el grupo de jóvenes que conforman el “equipo” de la fiscalía. Es esa juventud la que más dispuesta está a escuchar la verdad, busca testigos y se ve atravesada por la crudeza de los testimonios.
    Peter Lanzani encarna a un Moreno Ocampo que ingresa al juicio por la ventana, a falta de alguien mejor. Un joven carente de toda experiencia pero con mucho empuje y coraje, que se convierte en paria, dentro de su círculo más intimo, por cuestionar la autoridad militar. El apoyo de Strassera, le permite crecer y tener cada vez más ingerencia y peso en las decisiones de la causa. Su carácter extrovertido, que lo lleva a recorrer los principales programas políticos de la época, para informar así a la sociedad y generar un debate más amplio, es lo opuesto a la introspección de Strassera, que rara vez hace declaraciones y evita hablar de las amenazas que sufre.
    De familia patricia y vinculada con los militares, la figura de la madre de Moreno Ocampo es la personificación de esa clase media, que se debate entre la versión oficial de los hechos y las evidencias que se desnudan en el juicio. La película insiste en su fuerte catolicismo y cercanía con los valores encarnados por el dictador Rafael Videla, que lee “Imitación de Cristo” impasible durante todo el juicio. El momento en el que la Sra. Ocampo duda, luego de un crudo y extenso testimonio, marca el cambio en la opinión pública.
    La figura de la CONADEP se ve reducida a una estantería repleta de expedientes y la frase “Nunca Más”. Muchos espectadores creen que esta es la omisión más grave. Sin ese informe la tarea del fiscal hubiese sido imposible. Había que investigar miles de casos en muy poco tiempo y no se podía recurrir a la policía o los servicios de inteligencia, que aún seguían apoyando el accionar de las Juntas. La documentación de la CONADEP fue la piedra angular sobre la que se construyó la acusación y que permitió probar que no se había tratado de casos aislados de abuso por parte de unos pocos subordinados, sino de un plan claramente diseñado a nivel nacional, en el que las 3 fuerzas participaban coordinadamente. Claramente merecían más que los escasos segundos que se le asignan.
    La misma suerte corre el Dr. Raúl Alfonsín, una voz en off. Su presencia se elude durante todo el transcurso de la película, sin embargo, esa única escena en la que aparece, impacta fuertemente sobre la trama. María Tobar, la esposa de Strassera, sobriamente encarnada por Alejandra Flechner, destaca su respeto por la independencia del Poder Judicial, mientras que el mismo Strassera vive su interés por el alegato final como un verdadero mandato categórico. A partir de ese momento, cada escena va cimentando la construcción colectiva de ese texto, que sellará la suerte de los acusados.
    Una película de ficción, peligrosamente cercana a la realidad, filmada con respeto y cuidado, que evita los golpes bajos y la ideologización. Interesante para los jóvenes que no han vivido la época. Muy liviana para los que siguieron de cerca las instancias del juicio real.
    En resumen, una película clásica, atractiva, con buen ritmo, que no decae y a pesar de su temática, con muchos y variados rasgos de humor que la hacen más llevadera. Muy recomendable.
    Raul C
    Raul C

    61 usuarios 87 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 27 de noviembre de 2022
    Argentina, 1985 (2022).

    “El Juicio a las Juntas fue la primera vez en la historia universal en que un tribunal civil condenó a una dictadura militar.”
    Ricardo Darín interpreta al fiscal que llevó ante la Justicia a la junta militar responsable del golpe de estado en Argentina en 1976, y los siguientes años de asesinatos, torturas y secuestros sufridos por la población civil.

    La producción sudamericana rodada en el verano de 2021 principalmente en la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Santa Fe y otras localizaciones argentinas, aborda de manera magistral la evolución de los citados juicios, las amenazas recibidas por el equipo jurídico involucrado y los testimonios de las víctimas damnificadas.

    “Señores jueces: ¡nunca más!”
    Darín borda, como acostumbra, su papel del famoso fiscal Julio Strassera, enfrentándose a todo tipo de presiones y con el único apoyo de sus ayudantes y de su familia. Destaca la interpretación del personaje de su hijo -alter ego del joven actor Santiago Armas- que llega a demostrar más personalidad y casi tanta valentía como su propio padre.

    Al contrario que ocurriera en nuestro país, los argentinos hicieron justicia con el dictador Videla condenándolo a cadena perpetua una década después de que el nuestro muriera plácidamente en la cama con las manos manchadas de la sangre de cientos de miles de españoles masacrados. En total, más de un millar de imputados y condenados por delitos de lesa humanidad en los llamados Juicios de Juntas.

    Podría decirse que se trata del drama latinoamericano del año, premiado ya en los festivales de Venecia y San Sebastián.

    Raúl Cabral.
    Puntuación personal: 7
    Artamendi77
    Artamendi77

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    1,5
    Publicada el 18 de febrero de 2023
    Relata el juicio y las vicisitudes del fiscal acusando la dictadura de Videla en Argentina, es una peli terapéutica, pero... como espectador se me antoja muy larga, más de 2 horas, no hay tan apenas flashback, que hubieran "animado" el tedio de diálogos que aquí no se entienden por la mala dicción argentina, y es lo que abundan en esta mala peli.
    Pepe Rial
    Pepe Rial

    1 críticas Sigue sus publicaciones

    1,0
    Publicada el 23 de octubre de 2022
    Finalmente vi la película “Argentina, 1985”. UNA DECEPCION! Aunque ya me parecía que DE NUEVO EL TEMA DE LA DICTADURA, LOS DESAPARECIDOS y tal (que es un cliché cinematográfico más de que habitual del cine argentino), pensé que talvez… talvez… ALGO NUEVO, se habló tanto, talvez es diferente, PERO NO. La película no tiene ritmo, por veces es aburrida, por veces quiere arrancar y vuelve al aburrimiento. El casting para algunos personajes con actores que no encajan; el hijo menor, un pibe (de 10 años?) con tanta autonomía y madurez?; la hija mayor con su historia que ni pito toca; la esposa totalmente sin gracia; el viejo abogado que también con su historia de enfermo que no cambia nada la trama; las interpretaciones de los militares acusados son visualmente cómicas; y Darin que parecería que estaba sin ganas de actuar o talvez apenas cumpliendo un contrato, que se yo; visualmente, escenarios y fotografia horrible; etc. Y lo peor es que es una historia que se sabe el final de lo que pasó, pero esperás que te sorprenda con algo, pero de nuevo no, termina tan aburrida como empezó. En fin. Ahora comprendo porque no ganó nada importante en Cannes, Venecia y ni en San Sebastián, ni en ningún lado. ¿Y la nominaron para el Oscar? Creo que están queriendo repetir el éxito de “La Historia Oficial”, pero ya es otra época y al mundo no le interesa más la dictadura y ni los desaparecidos de Argentina de la década del 70, 80. Es una historia con personajes que solo argentinos conocen y mismo así, solo argentinos con un poco más de edad, porque por veces queda en el aire “¿Quién es ese?”. Lo UNICO que lleva un poquito a la emoción son los testimonios de los testigos, las historias realmente emocionan, te amaga caer una lagrima./ Creo que Wikipédia cuenta mejor la historia de los Juicios a las Juntas y es GRATIS!
    Martin Alegre
    Martin Alegre

    1 críticas Sigue sus publicaciones

    0,5
    Publicada el 25 de enero de 2023
    Es una pelicula larga y aburrida. Creo que la razon por la cual muchas personas le dieron una calificacion positiva es porque toca temas sensibles. No hay nada que no puedas leer en un libro de historia. Tampoco entiendo la razón por la cual fue nominada al oscar, creo que no se compara para nada con el secreto de sus ojos, que era una historia atrapante, interesante, impactante.
    Sinceramente me aburrio muchisimo. a mi modo de ver a veces se da el sesgo de grupos, donde unos opinan que algo es muy bueno o muy malo y rapidamente se viraliza. No entiendo de cine, de actuacion, pero como espectador de 33 años, me parece que no atrapa la pelicula.
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