En los años 70, Vera Brandes, una adolescente apasionada por la música, se convirtió en un icono de la escena cultural de Colonia. Con solo 17 años, desafió convenciones y obstáculos para organizar un evento sin precedentes: el legendario Concierto de Colonia de Keith Jarrett.
A pesar de los contratiempos técnicos y personales, su tenacidad hizo posible uno de los recitales más célebres de la historia del jazz. La joven fue capaz de transformar su amor por la música en un acto de fe, siendo una figura destacada.
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