En un jardín botánico de una ciudad universitaria alemana se hay un ginkgo centenario, testigo silencioso de tres historias unidas por la naturaleza. En 2020, un neurocientífico de Hong Kong lo convierte en parte de un experimento sobre la mente infantil.
En 1972, un estudiante se transforma al conectar con un simple geranio. Y en 1908, la primera alumna de la universidad descubre, con su cámara, los patrones ocultos en las plantas. A través de sus vidas, el árbol meustra la fuerza perdurable de la naturaleza y nuestro anhelo de pertenencia.