Por cómo empieza, parece que va a ser una buena película. Una premisa sencilla pero potente: una pareja al borde del colapso emocional queda atrapada en su apartamento por un misterioso muro negro que ha sellado todas las salidas. Desde ahí, podrías esperar una mezcla de tensión, ciencia ficción claustrofóbica y drama psicológico. Y durante un rato, El muro negro funciona. Pero luego se pierde.
El arranque es sólido: Tim (Matthias Schweighöfer) se esconde en su trabajo, Olivia (Ruby O. Fee) intenta huir de una relación que ya no tiene nada. Y justo cuando ella decide marcharse, el edificio entero se cierra por completo. Sin señal, sin agua, sin ventanas. Al principio engancha porque te preguntas lo mismo que ellos: ¿qué está pasando? ¿Por qué ellos? ¿Qué hay detrás de esos muros?
Pero pronto el guion empieza a dar tumbos. Aparecen más personajes, cada uno con sus clichés a cuestas: el policía con intenciones dudosas, los vecinos jóvenes con pasado turbio, el anciano enfermo, la nieta ingenua... Y, en lugar de sumar tensión, lo que hacen es dispersarla. Las relaciones que podrían haber aportado algo se quedan en lo superficial, y el misterio central —el muro, la reclusión, el porqué— pierde fuerza a medida que la historia se convierte en una sucesión de diálogos forzados y escenas que no llevan a nada.
Se nota que el director quiere hablar del duelo, del aislamiento emocional y de las barreras internas que nos construimos. Y en parte lo consigue, sobre todo gracias a las interpretaciones de los protagonistas, que son lo mejor de la película. Pero cuando el resto de los personajes no aportan, el ritmo se vuelve irregular y el drama acaba perdiendo el impacto emocional que prometía.
Visualmente cumple, la ambientación es efectiva y hay momentos en los que el diseño de producción transmite esa sensación opresiva que pedía la historia. Pero luego llegan las escenas que quieren ser de acción o de "thriller conspiranoico", y ahí se rompe todo. Parece que El muro negro quiere ser muchas cosas: drama, misterio, terror social, crítica a las fake news… pero al final no profundiza en ninguna.
La resolución tampoco ayuda. El "por qué" del encierro intenta cerrar la historia con un mensaje simbólico, pero resulta poco satisfactorio. Da la impresión de que lo importante era el camino, no la respuesta. Y puede que sea cierto, pero incluso ese camino se queda a medio construir.
No es una película desastrosa. Hay ideas interesantes, alguna escena bien lograda, una atmósfera que por momentos atrapa. Pero todo lo que podría haber sido —intensa, profunda, inquietante— se queda en un “casi”. No aburre del todo, pero tampoco emociona, y eso en una historia de encierro es un problema.