Mia, una joven adolescente, se une a fiestas sobrenaturales donde un símbolo grabado en las manos permite a los participantes canalizar espíritus. Hay una regla de posesión de 90 segundos, que limita el tiempo en el que el alma puede habitar el cuerpo, pero se vuelve mortal cuando Mia se obsesiona con el ritual.
A medida que sus experiencias paranormales se intensifican, la línea entre los horrores paranormales y su propio trauma interior se difumina, llegando así a una tragedia que cambiará su vida para siempre.
