Diego (Raúl Arévalo), un hombre cuya esposa lo ha dejado, conoce a Amanda (Paula Díaz), una joven de 19 años que tiene el brazo amputado, practica salto de trampolín y tiene una personalidad algo soñadora y traviesa. De este encuentro surgirá una relación breve pero mágica: una sirena con una sola mano y un hombre perdido, en plena caída libre. Fran (Jesús Carroza) y Benicio (Manolo Solo) van a recoger las pertenencias del padre fallecido de uno de ellos, con quien no tenía contacto desde hacía muchos años. En el trayecto, descubren que el difunto era conocido en la zona como el Hombre Lagarto. En la mansión aislada en medio de la nada, comprenderán el porqué.
Darío (Diego Portalo) y Gracia (África de la Cruz) son una pareja de jóvenes que se conocen desde la infancia. Un día, ella recibe una llamada de Darío en la que le anuncia que se avecina el fin del mundo, por lo que deberán refugiarse en el sótano. Gracia, acostumbrada a las crisis recurrentes de Darío, lo acompaña en su paranoia.