Película española del 2024, de una duración de 106 minutos, con una valoración personal de 5/10, bajo dirección y guión de Pedro Almodovar, adaptación de la novela Cual es es tu tormento, con un presupuesto de 18'5 millones.
Reflexión intimista que nos intenta llevar a través de un trayecto romántico de emociones, asentada en una eutanasia, al más puro estilo colorista de Pedro Almodóvar. Un largometraje filosófico hablado que la maestría de la realización de Almodovareña solo necesita poco más de tres habitaciones, para poder resumirnos de toda una vida, llena de distintos matices, la sensibilidad y el alma de la protagonista, siendo amiga, amante, reportera, amorosa, madre, y ahora se encara a la soledad, y la enfermedad final, en un revisionismo relatado.
Quizás si tomamos la novela de Sigrid Nunez de la novela "Cuál es tu tormento", en la que está basada, se puede pensar que era deseable más profundidad al tratar sobre la muerte, la enfermedad, y el suicidio. Pero la curiosidad del filme ante ello resulta un tanto escasa, con diálogos que sorprenden por su baja temperatura emocional y su poco ingenio.
La prosa limpia, rítmica, observadora y aguda de Nunez no es fatalista. Más bien todo lo contrario. Pero Almodóvar se lleva el largometraje al terreno del melodrama. Puede resultar difícil entender qué es lo que le atrajo de la novela de Nunez para empujarle a adaptarla ante su primer largometraje en inglés.
Tampoco en las tramas secundarias se puede encontrar el peso dramático y los matices que deberían tener en una historia de estas características; más bien son un vehículo para transmitir el discurso ideológico perfectamente reconocible del director. Es doloroso ver a actores de la talla de John Turturro, Raúl Arévalo o Juan Diego Botto en la piel de personajes que sustituyen el desarrollo dramático por mítines breves, casi en formato de cameo, sobre el cambio climático, la polarización, o la eutanasia.
Parecen estar totalmente encajados de forma ajena, a lo que están viviendo las protagonistas, y lo más grave, es que rompen con el tono del filme, tanto a nivel estético como temático; esto hace que, a pesar de que sus pequeñas historias sean interesantes de por sí, se perciben como mensajes poco naturales, lanzados al aire sin contexto, convirtiendo a los personajes que los profieren, como meros altavoces de los pensamientos del director manchego. Es algo que pasa en algunos recuerdos de Martha, pero también en algunas escenas del presente.
En general salvo las escenas con John Turturro, que interpreta a la pareja actual de Ingrid, cuanto la habitación de al lado quita el foco del microcosmos de intimidad de ambas protagonistas, baja mucho su calidad; y afecta mucho a un conjunto que se beneficiaría en gran medida de un montaje totalmente dedicado a la historia de Moore y Swinton. Por fortuna, cuando volvemos con ellas es cuando la narración es capaz de brillar.
El metraje es una excelente muestra de la evolución del director hacia un estilo más contenido y sereno, aun encontrando un Almodóvar más reflexivo y conmovedor que nunca. Sin embargo, da impresión de que aún le falta más confianza en este tipo de dirección, a tenor de lo visto en esos momentos de evasión, del foco central de la película.
A nivel artístico la película está cuidadísima, como suele ser costumbre en los trabajos de Almodóvar, cada plano, cada toma, cada encuadre está extremadamente medido, y nos deja alguna que otra toma, de una gran maestría sensitiva. Con un aceptable montaje ante no causarle grandes problemas.
Pero tiene un ritmo muy lento, con escenas aparentemente de relleno, es recomendable no afrontarla con muchas perspectivas ni verla un tanto cansado, pues su ritmo melancólico puede dejarte dormido en el cómodo sillón.
Una Fotografía poco aprovechada, y una trama apenas evoluciona, en lo que se podría decir que el filme es básicamente lo que se explica en la sinopsis, no tiene mucho más. No hay giros, no pasa nada novedoso, narrativamente es floja, no explica nada que aporte realmente al espectador ni causa ninguna sensación.
Con una interpretación con una excelente compenetración entre el director con sus actrices. A nivel de metáforas visuales y simbología, es una absoluta delicia que seguro que se beneficia mucho de un revisionado; Almodóvar ha sabido imprimir su identidad visual de forma sutil y coherente, algo que favorece mucho al carácter intimista de la película.
Por otro lado, el guion favorece mucho más a la perspectiva de Tilda Swinton, capaz de hablar de forma descarnada de los sentimientos de una persona en su situación. Es cautivador ver la evolución de su personaje, sus cambios de humor, su deterioro, sus momentos de felicidad... contrasta mucho con la parte de Moore, que funciona mejor a nivel no verbal. Hay escenas que se beneficiarían mucho de dilatarse un poco más en el tiempo, pues se sienten tan pesadas y trascendentales que las reacciones de Ingrid parecen muy poco naturales y creíbles en ocasiones.