Hay películas que no buscan impresionar, sino acompañar. Esta es una de ellas. Desde el primer minuto queda claro que la película no va de lucirse ni de dar golpes de efecto. Va del tiempo, de cómo pasa y de lo que va dejando en una persona normal y en todo lo que la rodea. Es la historia de una vida sencilla, marcada por el trabajo, la naturaleza, el amor y las pérdidas, contada con una calma que, sin darte cuenta, te cambia la mirada.
La historia avanza sin prisas, saltando de un momento a otro como lo hace la memoria. No hay subrayados ni grandes discursos, solo escenas que se quedan contigo porque son profundamente humanas. Los mejores momentos y los peores conviven sin jerarquías, como ocurre en la vida real. Lo que se gana y lo que se pierde pesa lo mismo, y esa honestidad es una de las grandes virtudes de la película.
Joel Edgerton está magnífico. Su interpretación es contenida, silenciosa, casi humilde, y precisamente por eso resulta tan devastadora. No necesita explicarse ni imponerse: basta una mirada o un gesto para entender todo lo que arrastra su personaje. A su alrededor, el mundo cambia, avanza, se moderniza, mientras él parece quedar siempre un poco a contracorriente, aferrado a una forma de vivir que se va extinguiendo.
Visualmente es una maravilla. La fotografía convierte el paisaje en algo vivo, casi emocional, y cada plano transmite una mezcla constante de belleza y melancolía. La naturaleza no es un fondo decorativo, es parte esencial del relato, un espacio donde se refugian los recuerdos y donde también se acumula el dolor. Todo fluye con una serenidad que no es fría, sino profundamente emotiva.
Y cuando parece que ya no queda nada más que decir, llega ese final acompañado por una canción de Nick Cave que remata la experiencia de forma perfecta. No busca el golpe fácil, pero es imposible no emocionarse. Es una de esas películas que te hacen llorar no por lo que ocurre, sino por todo lo que has sentido durante el camino.
Una obra delicada, hermosa y profundamente triste en el mejor sentido. Cine que entiende que una vida entera puede caber en pequeños instantes y que, cuando se cuenta con verdad, basta para romperte por dentro.