La simpática secuela de Los tipos malos llega de la mano del mismo equipo de DreamWorks, dispuesto a exprimir la fórmula hasta la última gota. La película está repleta de escenas de acción espectaculares… espectaculares en número, porque no dejan ni un segundo para respirar. Eso sí, todo aderezado con humor y un diseño de personajes resultón, perfecto para que los más pequeños salgan encantados.
Es divertida, desenfadada y corre como si tuviera prisa por llegar a los créditos finales. Vuelve a tirar de las mismas claves que la anterior —¿para qué cambiar lo que ya funcionó?— y se presenta como apuesta segura para el público familiar. Y, de paso, añade un par de guiños para los adultos, no vaya a ser que se aburran demasiado.
Tenía mis dudas en verla, muchas veces la secuelas son malas. Pero sobrepasó mis espectativas. Y tuvieron un final muy digno la verdad. Al principio pensé que le iba a dejar todo a la gobernadora, y a aquellos les iban a dar trabajo, pero el final fue muy XD.