Robert Redford es aquí un oscuro funcionario de la CIA que trabaja como lector de libros alertando a la central de inteligencia de la posibilidad de que estos puedan contener mensajes cifrados que pudieran perturbar la estabilidad del país. A la vuelta de la comida, el protagonista encuentra a todos sus compañeros muertos y debe huir para escapar de la ira de los enigmáticos personajes que quieren asesinarle, pero también para encontrar una explicación razonable a tan insólita situación. En su fuga se verá obligado a secuestrar a una bella mujer, la todavía entonces rompedoramente guapa Faye Dunaway, con la que compartirá además de una tensa historia de amor, buena parte de su peripecia.
Pollack hace en Los tres días del Cóndor un trabajo de montaje preciso, se aleja de los ornamentos innecesarios y pone en funcionamiento toda su munición cinematográfica para servir a una historia angustiosa y poblada de interrogantes que sólo al final aspiran a poder tener alguna interpretación.