Una extraña entre nosotros

La década de los noventa fue para Sidney Lumet un tanto irregular, con títulos interesantes (Distrito 34: corrupción total, El abogado del diablo y La noche cae sobre Manhattan) pero también otros totalmente olvidables. Pero en todas ellas, incluso en los peores trabajos, aparece un cineasta con pulso y con la suficiente experiencia, sobre todo en el género del thriller o del policíaco, como en el caso de Una extraña entre nosotros, película irregular y desequilibrada que recuerda demasiado a Único testigo, en este caso es una policía, Melanie Griffith, introducida en una comunidad judía en busca de un asesino y que acaba enamorándose del hijo del rabino. Una narración policial, con intriga, drama y romance combinados pero no bien aunados entre sí, el mayor problema de Una extraña entre nosotros. Aun así, una película correcta, férrea en su construcción visual, bien interpretada pero con