Crítica de SensaCine.com para La noche de los cristales rotos: 'Neonoir' hecho añicos

La sexta película del alemán Wolfgang Petersen (segunda producida enteramente en EE UU, después de 'Enemigo mío') pretende ser un thriller de suspense psicológico de marcadas influencias hitchcockianas, en la estela de ciertos títulos de Brian De Palma y Roman Polanski, pero en ningún momento consigue trascender su condición de pastiche poco inspirado. Tom Berenger interpreta a un arquitecto que, tras sufrir un accidente de coche junto a su esposa (Greta Scacchi, sólo pasable como femme fatale), sufre una fuerte amnesia al despertar del coma. Aunque todo parece ir bien, pronto empieza a sospechar que lo que su mujer le ha contado sobre su pasado no es del todo cierto, y descubre que contrató a un detective privado (Bob Hoskins) para que investigara si le estaba siendo infiel, algo que confirmó. El músculo formal de Petersen se demuestra tan activo y adecuado como la oleaginosa banda sonora de Alan Silvestri, pero el conjunto no consigue imponerse sobre la inconsistencia del argumento (carrusel de locos giros sorpresa incluido), que el propio director adaptó de una novela de Richard Neely.

A favor: El detective/dueño de tienda de animales que interpreta Bob Hoskins.

En contra: Los efectistas, repetitivos y machacones flashbacks alucinados del protagonista.