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Héctor Torre
532 usuarios
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3,5
Publicada el 11 de agosto de 2018
El objetivo de la película es un estudio de la naturaleza humana de Jesucristo y a su vez, la reflexión interna del personaje, interpretado por Willem Dafoe. Realmente eso eso es lo realmente interesante de película, que está muy bien hecho. En ningún caso está película está en contra de las creencias cristianas, simplemente las exolora desde una perspectiva distinta para aportar matices únicos. Por lo demás, la película está muy bien narrada pero nuevamente no hay dinero para poder hacer muchísimo más.
El maestro neoyorquino nos regala una obra mayor con todos los ingredientes para convertirse en un filme de referencia. Basada en la novela homónima de Nikos Kazantzakis, en cada nuevo visionado aparecen con más claridad matices y reflexiones sobre una figura central en la creación mitológica y sagrada ligada a Occidente: Jesús de Nazaret, Dios revelado y encarnado en la figura de un hombre asediado por el temor, la culpa, el miedo, la ambigüedad moral y el odio, que poco a poco irá descubriendo los cambiantes planes del Padre, aceptando con resignación el camino marcado, su muerte redentora libremente asumida, para concluir con el enfrentamiento cara a cara con su última tentación: la de vivir, sentir, amar y comportarse como un ser humano más. Sin poner en cuestión la filiación divina del Cristo con el Creador, sí toma partido por la teoría adopcionista en una conveniente y sensata aproximación al misterio espiritual que supone todo acceso al círculo sagrado, como vía de conocimiento y comportamiento de rectitud moral, en un tiempo donde proliferaban como hongos profetas de toda ralea, instituciones religiosas vinculadas a privilegios políticos y un descontento popular manifestado en continuas revueltas de carácter hiperviolento. El reino de Dios está dentro de uno mismo. Hacha y amor, iluminación y comunismo primigenio, contradicciones implícitas en la reconvención de Jesús a una conciencia colectiva que no supo comprenderle hasta que Pablo, el fabulador, logró suavizar una doctrina originariamente subversiva, sin olvidar la sugestiva idea consistente en presentar a Judas como un instrumento clave para el cumplimiento del salvífico Plan. Complementa la tesis del teólogo católico E. Schillebeeckx, quien afirma que "El mismo Jesús no sólo revela a Dios sino que también lo oculta, ya que apareció entre nosotros en una humanidad no divina". Extraordinaria.