Crítica de SensaCine.com para La tabla de Flandes: Injusta adaptación

Jim McBride, el realizador neoyorkino que en los últimos años de su carrera tras las cámaras parece mostrar una voluntad por regresar al género documental con el que arrancó su trayectoria, dirigía a mediados de los noventa este fallido thriller que no supo adaptar la brillantez y pulso narrativo presentes en la célebre novela que el murciano Arturo Pérez Reverte había publicado en 1990. McBride, conocido sobre todo por el biopic de Jerry Lee Lewis, Gran bola de fuego, intervino en la escritura de un mediocre guión junto a Jack Baran y Michael Hirst.

La combinación entre relato histórico e intriga policíaca que tan bien desarrollaba el libro queda reducida a cenizas en un filme de proceder afectado y de construcción narrativa poco verosímil. Los actores no resultan tampoco creíbles en una trama torpe capitaneada por Kate Beckinsale como la restauradora de arte protagonista. Esta se topa con un cuadro flamenco del siglo XV, cuyo nombre es el de la película y que representa una partida de ajedrez inacabada, bajo cuyos trazos hay una misteriosa inscripción sobre la que comienza a investigar. El guión deja al descubierto el misterio enseguida y su ritmo hacia la resolución se hace tedioso y muy torpe.

A favor: La curiosidad de ver a Beckinsale con pelos en las axilas en su primer papel protagonista en el cine.

En contra: Su factura y look estético, su fallida intriga policíaca, la inverosimilitud y poco interés del conjunto.