"Bitelchús" es una singular y estrafalaria comedia negra de Tim Burton, a la postre, su segundo film oficial y probablemente el primer antecedente de la declaración de principios de su estilo y estética. Adam y Barbara son una pareja que mueren en un accidente y cuyos espíritus se niegan a abandonar su hogar, el que ha sido recién adquirido por la típica familia disfuncional, con una hija gótica como centro de atención. Como pasa el tiempo y los nuevos propietarios no se van, a pesar de los intentos de la pareja de fantasmas por asustarlos, contratarán al repulsivo y locuaz fantasma Beetlejuice, que más que cumplir con su objetivo provocará más de algún problema. Luego del inesperado éxito comercial de "Pee-Wee's Big Adventure" (1985), Warner Brothers ofrece a Tim Burton la posibilidad de dirigir un nuevo film, menos comercial, ya que la apuesta más importante de los estudios era la nueva adaptación cinematográfica de "Batman", cuyo guión estaba en manos de Sam Hamm y que fuese estrenada, con un rotundo éxito, en 1989. Burton tenía claro que Warner Brothers deseaba "pulir" más sus habilidades como cineasta, ya que estaba invirtiendo mucho dinero en la nueva película del hombre murciélago, por lo que él también "entró en el juego" y escogería, dentro de la considerable cantidad de guiones que le presentaban, una historia más acorde con los personajes inadaptados y oscuros que serían posteriormente la tónica de su propuesta cinematográfica.
Así es como David Geffen, productor del remake de la comedia negra "Little Shop Of Horrors" (1986) y "Interview With The Vampire" (1994), presentó a Burton un guión escrito por Michael McDowell, cuya premisa encantó por lo original y bizarro. McDowell había escrito el guión de "The Jar", un episodio dirigido por Burton de la Serie "The New Alfred Hitchcock Presents" (1985-1989) por lo que para Burton no era un desconocido y tenían cierta afinidad creativa, sin embargo, Burton tuvo que encargar a Larry Wilson y, posteriormente, Warren Skaaren, para suavizar la versión original del guión de "Beetlejuice" (1988) ya que era mucho más violento y explícito, con un demonio alado que pretendía más que asustar a los nuevos residentes de la casa, asesinarlos e incluso violar a una segunda hija de la pareja, y cuya única forma de eliminar era a través de un exorcismo. De esta forma, lo que iba a ser una película de terror con todas sus letras, terminará siendo una alocada y bizarra comedia negra en la que el director estructura y pervierte, de alguna forma, todos los estereotipos de las películas de seres de ultratumba y casa embrujadas, como una verdadera sátira a un subgénero que durante los 80s había explotado a más no poder esta premisa, principalmente con el típico grupo de estudiantes, generalmente estúpidos, que terminan muertos uno por uno por algún demonio o entidad fantasmal, a propósito de una graduación, de una fiesta o una mera reunión de excesos como drogas, alcohol y sexo. Ahora bien, señalar que el film es una mera sátira tampoco sería hacerle justicia, ya que Burton establecerá sus propias reglas y con ello una declaración de principios narrativos: la historia de un inadaptado.
Probablemente, el mayor mérito del guión de "Beetlejuice" (1988) es su espontaneidad e impredecibilidad. Bettlejuice, en realidad, aunque se defina a sí mismo como un "bioexorcista" por dedicarse a ayudar a aquellos fantasmas a deshacerse de indeseables residentes vivos de mansiones y casa embrujadas, parece una fuerza natural que responde a sus instintos más elementales, lo que lo convierte en un ser alta y puramente impredecible en sus actos. Y a pesar de que no tiene ningún problema con estar muerto y ser un fantasma, el guión señala que es un verdadero marginado, incluso dentro de la misma "sociedad" de muertos. Así, el espectador puede esperarse cualquier cosa del locuaz personaje y ello consolida, entonces, el factor "sorpresa", que tanto cuesta mantener en pie durante el metraje. Probablemente, un elemento que le juega algo en contra del filme es el alargado tránsito para la aparición de Beetlejuice, que en la práctica se da casi a la media hora del film. Considerando que es el corazón de la película en cuanto a argumento, acción y la gran actuación de Keaton, queda la sensación que a la cinta le sobran minutos al comienzo para contextualizar la trama, sobre todo en la presentación de los secundarios. Otro elemento destacable, y a la postre referencial, es la estética del film, realizada con un miserable presupuesto de USD 1 millón, de un total de USD15 millones, demasiado poco, incluso para esa época. Chuck Gaspar, hay que reconocerlo, derrochará talento e ingenio para materializar las ideas más locas de Burton y hacer todo un despliegue de los conceptos estéticos que Burton presentará como bandera emblemática, como las orejas estilo "Batman" de Beetlejuice, una cabeza de Jack Skeleton en su sombrero tipo paraguas, y los gusanos burtonianos albinegros.
Así, con la técnica de stopmotion, animación por sustitución, maquillaje prostético, títeres y otras técnicas, Gaspar logra otorgar a la película una decidida personalidad propia, y coincido en que es, en este trabajo, en que Burton presentara con mucho orgullo debo decir, toda su estética oscura y bizarra, pero agradable y simpática, aunque los efectos no hayan envejecido bien del todo, en este caso. Comentar que Burton quería contar con el diseñador de producción Anton Furst, que maravillaría posteriormente a la Academia con la recreación de Ciudad Gótica en "Batman" (1989), sin embargo éste no estaba disponible, contratando en su lugar al que sería un cercano colaborador en "Edward Scissohands" (1990) y "Batman Returns" (1992). Una partitura emblemática es la que aporta Danny Elfman en su segunda colaboración con Burton, que a la postre sería muy extensa y fructífera, en la que establecer la quintaesencia de sus aportes musicales sarcásticos y felicidad oscura, como si la muerte fuese entretenida. Arpas, pianos, bronces y cambios radicales de estilo, como el clásico "The Banana Boat Song (Day-O)" de Harry Belafonte, dan cuenta de una propuesta tan estrafalaria como el film, que combina locura y terror, siendo uno de los mejores trabajos de Elfman.
Las actuaciones son aceptables, el reparto cuenta con la presencia de Michael Keaton, Winona Ryder, Alec Baldwin, Geena Davis, Jeffrey Jones y Catherine O’Hara, que tienen una performance correcta más no excepcional, y en donde destaca absolutamente Keaton ("Birdman Or" 2014), con un interesante trabajo de maquillaje de Robert Short que se ganó el Oscar por ello. Burton había considerado a Sammy Davis Jr. para el papel de Beetlejuice, sin embargo Geffen propuso a Keaton, un desconocido para Burton, quien terminaría siendo el protagónico en la Saga "Batman" (1989-1992). Lo cierto es que Keaton demuestra tener el carisma e histrionismo perfecto para encarnar un personaje tan extraño como estrafalario. Winona Ryder ("Edward Scissorhands", 1990) que había debutado recién en "Lucas" (1986) personifica a Lydia Deetz, la aproblemada chica gótica que debe lidear entre el sentimiento de rechazo de su familia real y la simpatía que le despiertan Adam y Barbara. Alec Baldwin y Geena Davis ("The Hunt For Red October", 1990) y "Thelma & Louise", 1991) son Adam y Barbara, la pareja que muere y que no puede aceptar su nueva condición, y más a los nuevos habitantes de su casa. Por su parte, Jeffrey Jones ("Amadeus", 1984) y Catherine O’Hara ("Home Alone", 1990) son Charles y Delia, los padres de Lydia, que no saben lidiar con una hija adolescente conflictiva y aproblemada, y menos con unos fantasmas.
En definitiva, singular y estrafalaria comedia negra, una película entretenida y emblemática de Tim Burton, no es su mejor obra, pero establece las bases del cine burtoniano de freakies inadaptados, con su debida e interesante cuota de sátira y bizarrez.
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