Crítica de SensaCine.com para Razas de noche: La parada de los monstruos

Clive Baker adaptó su propia novela 'Cabal' al cine en una de las películas más delirantes de finales de los ochenta, principios de los noventa. Lo que al principio podría parecer un film sobre un hombre con la mente escindida realizado a la sombra del cine de David Cronenberg (que además encarna a uno de los protagonistas), deriva en una inmersión en un universo paralelo poblado por freaks de todo pelaje.

En una defensa muy Tod Browning de las estirpes de marginados que han tenido que vivir ocultos de la sociedad, Baker se dedica a ofrecer todo un muestrario de seres extraños de apariencia grotesca que han construido su propio mundo bajo las tumbas de un cementerio. El director parece centrar todos sus esfuerzos en dar forma a sus razas de la noche (en una opción de estilismo muy canal Sci-Fi, la tomas o la dejas) y no es capaz de destilar toda la poética y la tragedia del monstruo, a pesar de ser esta la intención primaria del film.

A favor: que David Cronenberg sea el villano de la función, por supuesto.

En contra: a veces cuesta tomarse en serio tanto freak show.