Entrando en la década de los cincuenta, Yasujirô Ozu se encontraba ya en el pico de su carrera, pico en el que no iba a bajar el nivel hasta fines de su carrera en los años sesenta, Ozu venía de estrenar una de sus mayores obras maestras llamada "Late Spring", y como no empieza la década presentándonos otra película sobre la transición de la Japón tradicional a la Japón moderna occidental debido a la ocupación estadounidense, un tema recurrente, o mejor dicho principal dentro de la filmografia del maestro junto con las relaciones emocionales humanas.
La película se centra de manera más carismática y dramática que nunca en el pasado, en concreto en el amor, Ozu plantea el amor no como un clímax romántico, sino como una herida abierta que se aprende a sobrellevar. Los silencios densos son la forma con las que el director narra y expresa las emociones de nuestra protagonista, dándole a entender su tiempo y oportunidades perdidas, imposibles de retomar por las ataduras sociales y amorosas.
A la vez el contraste entre las hermanas es en esta ocasión la manera de simbolizar esta transformación tan brusca de Japón.
Las interpretaciones de todo el reparto son brutales, y en esta película Ozu es cuando ya por completo define ese estilo en todo a lo que se refiere lo artístico y visual, con sus encuadres simétricos, composiciones cuidadas, planos pausados, y amor por el exterior y los paisajes urbanos, sobre todo para darle ese enfoque humanista muy suyo.
La película es una reflexión enorme a las relaciones amorosas y la importancia del pasado.
De hecho el film es un pionero del subgénero japonés creado por el propio Yasujirô Ozu llamado shomingeki, dramas centrados en problemas de la gente común de clase media o baja.
La trama narra la historia de Setsuko Munekata (Kinuyo Tanaka), una mujer dueña de un bar en la zona urbana de Tokio con el que mantiene a su familia, su esposo no trabaja y además es alcohólico y agresivo con ella y con su hermana menor Mariko Munekata (Hideko Takamine), una joven que es testigo de la decadencia emocional de su hermana, la cual no siguien la misma filosofía de vida debido al cambio de época.
Todo parece cambiar cuando llega para apoyar económicamente el bar Hiroshi Takanashi (Ken Uehara), un antiguo amor de Setsuko que vuelve de Francia tras muchisimo tiempo.
Obra maestra absoluta con una narrativa delicada pero exquisita y personajes muy profundos y carismáticos, la película captura de manera bestial ese dolor sutil que no se grita, si no que se puede notar por las miradas y los gestos.
Pieza imprescindible del séptimo arte.