La regla del juego
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Adrianrom 1977
Adrianrom 1977

1.530 usuarios 583 críticas Sigue sus publicaciones

5,0
Publicada el 21 de mayo de 2025
En verano de 1939 la Segunda Guerra Mundial estaba a tan sólo un par de meses de estallar, toda la tensión acumulada en Europa se encontraba en su punto álgido, tensión que le sirvió a Jean Renoir para crear una de las películas más influyentes de todos los tiempos y una de las mejores películas de la historia del cine.
Aunque en su estreno fue censurada, "La Règle du Jeu" con el tiempo fue valorada como se merece, es decir un pilar dentro del séptimo arte.
De lo que nos quiere hablar principalmente Renoir es de la hipocresía social y moral, hipocresía como no en las clases privilegiadas. Todo ello a través de un tono cómico y satírico pero con un final notablemente melancólico, un contraste único en el que Renoir plantea una profunda crítica a al orden social.
En la cinta también se destaca el tema del vacío existencial, especialmente en los burgueses, distraídos por sus engaños y ajenos a la tragedia próxima. Esto es más que una clara alegoría a la ceguera en Europa de por aquél entonces a la inminente guerra, el mundo se desmorona pero los privilegiados siguen bailando.
En el plano formal, el film es perfecto a más no poder en cuanto a puesta en escena se refiere. Jean Renoir hace un uso magistral del plano secuencia y de la profundidad de campo, permitiendo que varias acciones o situaciones estén teniendo lugar a la vez y en el mismo plano, algo único en la época. A su vez los movimientos de cámara son una animalada, pareciendo que hay escenas de más de diez minutos en plano secuencia con lo bien hecho que está la combinación entre montaje y la sublime fotografía.
En el apartado interpretativo el film es tan espectacular que se me hace hasta cruel mencionar solo algunos nombres, así que solo diré que es mejor imposible.
La trama narra la historia de un grupo de burgueses que pasan un fin de semana de caza en un castillo propiedad de Robert de la Chesnaye (Marcel Dario), y su esposa Christine (Nora Gregor). Entre la lista de invitados se encuentran incluidos aristócratas como la amante de Robert llamada Geneviève (Mila Parély), André Jurieux (Roland Toutain) un aviador heroico locamente enamorado de Christine, u Octave (el propio Jean Renoir), gran amigo de Christine y de Jurieux. Ante esta tensión dentro de la burguesía hay que sumarle a la lista de invitados a los criados, con sus propios líos amorosos y tensiones.
La película al igual que las anteriores de Renoir a esta forma parte del realismo poético francés, en donde lo revoluciona construyendo un mundo de sutilezas influenciado por el cine mudo, el propio teatro y por su visión crítica de lo que pasaba en el mundo durante esa época.
La película es profundamente tragica pero brillante, y no solo se lleva el honor de ser una de las mejores en la historia, si no que sirve de inspiración para muchísimos directores importantes en posterior, como Orson Welles o la mayoría de los críticos de la Nouvelle Vague.
Es una sátira, drama y una tragedia disfrazada de comedia donde con su estilo completamente humanista Renoir firma aquí una de las películas reflexivas más bonitas y complejas sobre el comportamiento humano.
Borja D.
Borja D.

16 usuarios 28 críticas Sigue sus publicaciones

4,5
Publicada el 6 de junio de 2020
Jean Renoir es uno de los directores más interesantes que ha dado el séptimo arte y cuya obra ha influido en otros directores de la talla de François Truffaut, por ejemplo. De hecho, los artículos que se recogen en el libro, “Las películas de mi vida” evidencian dicha predilección y amor de Truffaut hacia el cine de Renoir.

En “La regla del juego”, Renoir nos muestra, de forma tragicómica, a la par que satírica, el adulterio en el ser humano. Independientemente de la clase social a la que uno pertenezca, el adulterio o el amor está presente en cada uno de nosotros. Eso es incuestionable.

Sin embrago, en el filme de Renoir la forma de afrontar dicha cuestión difiere según la mencionada clase social. A la clase más pudiente la representa como un grupo de personas que se toman todas las cuestiones de su vida a la ligera, sin ninguna relevancia ni preocupación. Donde cada uno puede practicar el amor con quien sea y no pasa absolutamente nada (o eso creen en un alarde hipócrita de “liberalismo afectivo”). Es ahí donde, de forma sumamente sutil, Renoir satiriza. De todos modos, dicha sutileza narrativa y expresiva se retoma un poco más adelante en este análisis.

Por otro lado, a los sirvientes o miembros del personal de cocina, seguridad, etc., el hecho de que sus parejas coqueteen con otra persona les afecta: bien generando frustración, irritación, malestar. Es una actitud completamente opuesta. Se generan celos y más celos. Y, por último, hay un personaje que parece oscilar entre ambos mundos: Octave (interpretado por el propio Renoir). Este personaje actúa a modo de alcahueta, tratando que todos sus amigos y conocidos alcancen la felicidad plena en el terreno del amor. Es él quien juega con los entresijos tan complicados que existen en las relaciones entre los diferentes personajes. Además, es el personaje con el que más se llega a empatizar, debido a esa mezcla de ingenuidad y amor transparente, y tan humano (ojo a este aspecto y a lo paradójico y triste que suena, pero es la verdad. Son pocas las personas que ofrecen ese mor humano sin querer buscar una recompensa a cambio) hacia el resto de personajes.

Este sistema de relaciones es sumamente complejo, pero Renoir lo maneja con maestría y sencillez, logrando que el espectador no se disperse entre tanto enredo. Por mucho que “X esté casado con Y, y que X ame a Z, mientras que, Y es amado por Q, y que Q…” da igual, Renoir logra hacerlo cristalino y claro. Esto lo logra en base a una puesta en escena muy cuidada y planificada. Hay escenas en la que ocurren acciones simultáneas a lo largo de la profundidad del fotograma, y todas esas acciones aportan información sobre la situación rocambolesca de la trama. Y ahí entra en juego la sutileza: una mirada, un gesto de complicidad, resume todo lo existente entre un personaje y otro. A esto hay que añadirle que, Renoir añade otra capa más: pese a que el adulterio existente es tratado como un secreto entre los dos implicados, y, por tanto, estos tratan de esconder su secreto personal, de nada sirve. La mentira sólo vive en el mundo de los implicados. El resto de los personajes son conocedores de la realidad sumergida. Se podría resumir como que el que engaña es el engañado. Quizás suene extraño o difícil de comprender, pero, repito, Renoir lo hace fácil.

Por lo tanto, “La regla del juego” es un filme que se disfruta mucho, con escenas hilarantes, sobre todo visualmente con esa puesta en escena tan bien planificada. Una película humanista. Llena de giros argumentales que enredan más la trama pero que termina de una forma bella, llegando al corazón del espectador y manifestando que da igual si uno tiene más dinero que otro. En el terreno de las emociones, debajo de tanta máscara, teatro e imposturas, todos somos iguales. Reaccionamos, sentimos y vivimos los aspectos más puros de nuestras vidas de forma similar.
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